El universo alterno

La paz antes del caos

El amanecer comenzaba a sobresalir en los cielos, iluminando el estado de nueva York por unos minutos antes de que las grises nubes que presagiaban la lluvia se encargaran de privarlo de hacer su trabajo. A penas eran las primeras horas de la mañana y los habitantes de Manhattan sabían que una fuerte tormenta estaba por llegar. El viento no se hizo esperar en todo el lugar, apareciendo prácticamente de la nada, pero eso no le importó al joven dios.

Loki no tardó en aparecer en la Torre Stark para mirar expectante el amanecer de aquella mañana—el cual no duró más de tres minutos—. Observarlo detrás de los grandes ventanales del edificio era una acción totalmente placentera, la cual lo preparaba mentalmente para lo que se aproximaba.

Cuando la mañana avanzó un poco más y el frio aumentó supo que era momento de despertarla.

El príncipe salió de sus pensamientos para dar la media vuelta de golpe, haciendo que su capa volara delicadamente por los aires. No solía usarla desde que había llegado a la tierra, pero ahora era una ocasión especial que ameritaba portarla en lo más elegante posible. No, no era porque sintiera frio. Era un gigante de hielo, la temperatura que hacia que los midgardianos sufrieran era un chiste para él. ¿Entonces cuál era la razón por la que utilizaría la extravagante capa? Loki diría que no existía ninguna razón en especial, por no decir que simplemente quería verse un poco mejor para sorprender a la juguetona chica.

Con pasos firmes avanzó por las escaleras, subiendo lentamente cada uno de los escalones, repasando una y otra vez el hermoso poema que ella le había dicho en modo de pista para que lograra descubrir su nombre. Para su desgracia, seguía sin descubrirlo. Después de ir a su improvisado cuartel bajo tierra la noche anterior, regresó a la torre para asegurarse que todo estuviera en orden, quedándose en el balcón de la sala de estar, reflexionando sobre las palabras de la chica. La noche desapareció para dar paso al amanecer de la mañana y el seguía ahí, con la vista perdida y la mente inmersa en sus recuerdos. ¿Qué si le frustraba no poder descubrirlo? ¿No poder saber su nombre? ¡Joder, por supuesto que sí! No dejaba de preguntarse como la llamaría cuando él no estuviera, como la recordaría, como le contaría a madre sobre ella cuando ni siquiera sabia su maldito nombre.

La puerta con tecnología de punta se abrió sin rechistar ante la presencia de Loki, quien caminó con elegancia dentro de la habitación hasta llegar a la cama. El cuerpo de la joven descansaba sobre la cama en una apariencia casi inerte. Su piel pálida y mejillas sonrojadas le daban un aspecto tierno, y sus labios, por dios, los pequeños mechones de cabello que se pegaban a ellos lo provocaban fuertemente a tomarla con fuerza y hacerla suya en esos momentos. Afortunadamente sabia controlarse y estaba seguro de que ese día seria uno especial, la haría tan feliz que ella terminaría por decirle su nombre, estaba seguro de ello.

—Levántate sucio mortal.

Una copa se materializó en la mano del príncipe, la cual vació después de arrojar su contenido sobre el rostro de la chica. Una pequeña sonrisa burlona apareció en sus labios. Oh, sí. Ese día iba a ser memorable.

—¿Qué chingados? —La chica se despertó de golpe sintiendo el liquido correr por su rostro. Afortunadamente se trataba de agua simple, sino no sabría que hubiera hecho para limpiar ese desastre. La sorpresa había sido tanta que no le dio tiempo para recordar que en ese lugar no se hablaba su lengua materna, por lo que hasta después regreso al idioma Ingles—¿Por qué has hecho eso?

—¡Vaya, pero que patética!

—No es gracioso Cuernitos, deja de reírte.

—¿Cómo me has llamado?—Loki detuvo su sonora carcajada para mirar amenazante a la chica, quien trataba de ocultarse bajo las sabanas. No estaba enojado, su insulto no había sido más que una cosa de niños, pero estaba ansioso de ver como reaccionaria la chica—. Deberías de estar más consiente de tus palabras si es que no quieres un castigo, mortal.