• XV •

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- Uno, dos, tres.

SeokJin y JungKook se encontraban cerca del bosque, SeokJin le enseñaba a JungKook algunos pasos de baile básicos, este aprendía muy rápido y eso le facinaba a SeokJin, quién encantado bailaba junto a él.

- Lo has hecho muy bien, JungKook.

- ¿En serio?, Muchas gracias SeokJin, por enseñarme.

- De nada, aunque tú has hecho casi todo el trabajo.

JungKook río contagiandole su risa a SeokJin, quién sólo negó con la cabeza.

—Tengo que irme, he estado demasiado tiempo fuera y madre se podría enfadar.

—Está bien... No quiero que te llamen la atención por mi culpa.

SeokJin miró hacia el castillo y suspiró, miró de reojo a JungKook después, quién pateaba una piedrita.

—No será tu culpa, JungKook.

—Pero, pero... Espera, ¿Qué tienes en la nariz?.

Ladeó la cabeza confundido para después poner los ojos en visco, viendo así un grillo sobre su nariz. El temor se reflejó en su rostro, un grito alto y agudo salió de su garganta mientras se sacudía bruscamente con los ojos cerrados.

Unos brazos lo rodearon de la cintura mientras que sentía cómo algo golpeaba delicadamente su cabeza, abrió los ojos con lentitud, vio al grillo salir volando, suspiró aliviado.

- ¿Estás bien?.

Asintió, un puchero se formó en sus labios, estaba un poco enfadado. Entre los dos JungKook era el mayor, el más fuerte y alto, aunque también era el más hiperactivo y ocurrente. Ya no podía contar con sus dedos cuántas veces JungKook lo había salvado de insectos.

—¿SeokJin?.

—¿Qué sucede?.

—Siempre estaré para protegerte.

Su entrecejo se frunció a pesar de la felicidad en su pecho al escuchar aquello, golpeó su hombro, alejándose.

—Pu-puedo defenderme solo.

—Pero yo quiero defenderte y salvarte.

—¡No!.

—¡Sí!, Piénsalo, tú eres mi princesa y yo tu príncipe.

—Deja de decir eso.

SeokJin hizo un puchero con un sonrojo en sus mejillas, escuchando la risa de JungKook quién lo había abrazado de nuevo, diciéndole que no se enfadara.

•~•~•~•~•

Mis ojos se abrieron con lentitud, la cálida sensación del sol contra mi piel era cómoda y relajante. Me removí un poco sintiendo unas manos en mi cintura sujetandome firmemente. Me quejé y miré el pecho frente a mí, mi mirada fue subiendo hasta encontrar el rostro de JungKook a centímetros del mío, con los ojos cerrados y la boca entre abierta.

Una sonrisa se formó en mis labios, me pareció realmente lindo. Mi mirada fue hacía mi cadera, la cual estaba rojiza y con una marca de dedos. Traté de alejarme de JungKook pero una punzada de dolor apareció, miré el techo con una sonrisa forzada que se transformó en una mueca.

—Ah, JungKook... Me las vas a pagar.

Susurré mirando al chico a mi lado de nuevo, quién estaba con una sonrisa de oreja a oreja.

Servidor. / KookJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora