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EL CUBO


La tarde era maravillosa, soleada, con las flores primaverales de todos los colores adornando las calles, acompañada de un para nada fastidioso viento.

Venus, una chica de cabellera totalmente oscura y negra, de piel blanca pálida parecida a la de un vampiro de película, de baja estatura como cualquier niño de primaria, solo que ella cursaba la universidad, delgada como su madre y de ojos asombrosamente grandes, brillosos y negros iba caminando por la banqueta al lado de su mejor amigo, Lucas.

Lucas solía ir con ella a donde quiera que fuera, la seguía siempre sin preguntar e importar hacia qué lugar se dirigía.

Esa tarde después de clases salieron juntos a comer una nieve, la nevería de yogurt favorita de Venus no quedaba lejos de la universidad y menos de casa, todo estaba cerca.

La ciudad era pequeña, rodeada de bosques exageradamente grandes, sin embargo, nunca había amenazas de animales peligrosos.

Entraron en el local por la puerta haciendo tintinear a una campanilla que se localizaba en lo alto de ésta.

—Busca asientos, yo me encargare de la nieve —dijo Lucas.

Venus asintió, el lugar parecía estar más lleno ese día. Buscó en las mesas de las orillas puesto que las del centro eran ocupadas en su totalidad, encontró afortunadamente una vacía en el rincón, la única desocupada del lugar.

Corrió a sentarse, dejo la mochila en la otra silla de madera aguardando a que su amigo de cabello negro y risos llegara con su nieve preferida.

Cruzó las piernas, se puso cómoda, el televisor estaba encendido y aprovecho para distraerse, la fila parecía larga, aunque su amigo siempre se las ingeniaba de alguna manera para que lo atendieran primero.

En el canal dos las noticias eran absurdas, nunca había muertes en Jones, la ciudad donde vivía, en cambio en las ciudades de los alrededores, las cuales se encontraban a kilómetros de distancia y eran tres o cuatro veces más grandes, si tenían cosas de las que hablar para preocupar a la gente, tampoco era como si a Venus le interesara que alguien muriera, simplemente le parecía raro que todo fuese tan tranquilo.

—Tu nieve de chocolate con cajeta y almendras —Lucas dejo los dos vasos de nieve en la mesa y corrió la mochila de su amiga a un lado para poder sentarse.

—Mi favorita —sonrió, sujetó la cuchara para empezar a devorar la riquísima nieve.

—Lo sé —rio—, pero no sé porque te gusta venir aquí, siempre está lleno de gente.

—Es mi nevería favorita —dijo al mismo tiempo que bajaba la cuchara—, y debemos conocer a más personas, la ciudad es pequeña para solo ser nosotros dos siempre.

—Pensé que te gustaba que solo fuéramos los dos y ya.

—Cuando estoy contigo me siento muy cómoda, pero creo que nos vendrían bien más amigos. La mayoría de aquí son jóvenes, nunca nos emborrachamos o andamos por allí en las noches.

—¿Para qué querrías andar por allí en las noches? —preguntó sin entender el punto—. Podría ser peligroso.

—No lo sé, pero también sería divertido.

—Claro —dijo Lucas en voz baja.

—Tengo una idea —dijo entusiasmada—, ¿por qué no vamos al bosque mañana? —una sonrisa de dientes perfectos adorno sus palabras.

Lucas abrió mucho los ojos.

—¿Al bosque? —preguntó atónito—. ¿Para qué quieres ir al bosque?

VENUS Un nuevo mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora