VENUS Un nuevo mundo

12

DRAGONES

Los pedazos de hielo alcanzaron a llegar hasta la orilla del edificio donde se ocultaba Venus con su equipo, Leo la estiró del brazo y la cubrió con su espalda abrazándola, grandes cantidades de hielo se volvieron delgados y largos, estos alcanzaron a rozar con los brazos de Leo ya que estaban al descubierto, arañaron su piel y de ellos brotaron diminutas cantidades de sangre mientras que Venus permaneció intacta detrás de él.

Después de que la explosión pasara y se aseguraran de que el magnífico dragón de alas rojas ya no estaba salieron de su escondite. El luz de luna se sintió satisfecho, de inmediato acudió al lado de su ahora dueña. Claro estaba que no dejaría montar en su espalda a cualquier persona.

Ella le acarició el rostro, era largo y sus ojos azules como un par de diamantes, los recordaba a la perfección de la vez que la atacó en el bosque, cuando lo conoció, su piel no era para nada suave, era agrietada de ciertas partes como el cuello y su cuerpo por debajo, lo cual la volvía un poco rasposa. En el fondo Venus agradecía que no tuviera un par de cuernos como el meteoro mortal, no soportaría verlo con esas cosas aterradoras todo el tiempo.

Se trepó a su espalda una vez más, al dragón parecía gustarle tenerla allí, sus ojos brillaban más cuando lo hacía.

—Revisaré como están las cosas en el reino —dijo Venus al equipo, se elevaron ella y él luz de Luna, le gustaba la sensación de que su cabello se agitara con el aire, así quedara totalmente despeinada no le importaba, ese sentimiento era divino.

Pero una vez arriba sus ojos no pudieron dejar de ver con preocupación y espanto, todo lo que pasaba era terrible, parecía que el reino era una fogata enorme para dragones, todos los edificios se incendiaban de los pisos de arriba, tenían las ventanas rotas y las banderillas del reino estaban hechas jirones, había un tercer meteoro mortal atacando a varios guardianes, el trueno afilado seguía entreteniendo al equipo de James Roberts con sus relámpagos y la lluvia a corta distancia, un dragón verde del que Venus no reconocía su nombre estaba en el jardín de la reina Akira intentando abrir el portal más grande de todos, eso no podría ser peor, atacarían a su mundo, a su dimensión y ella no lo permitiría. Era momento de avisar a los demás y volver a la batalla.

Bajaron de los cielos, Venus permaneció arriba del dragón negro. No tenía tiempo que perder bajándose de allí y volviéndose a subir una y otra vez, era importante destacar que también lo hacía porque batallaba para subir, necesitaba una silla para montar o algo parecido ya que también tenía que sujetarse.

—Un dragón verde está intentando atravesar el portal del jardín —dijo en voz alta y un tanto agitada al equipo—, tenemos que detenerlo, no podemos permitir que cruce a mi dimensión, acabarán con todo, iniciando con mi pequeña ciudad, con Jones.

—Y no lo permitiremos Venus, todos vamos a ayudar —dijo Leo tratando de hacerla sentir mejor. Pero su equipo no reflejaba lo mismo, ellos sabían a lo que se enfrentaban, no como Venus, la batalla parecía bastante sencilla desde que comenzó a participar en ella.

—No podemos atacar a esa especie de dragón nosotros solos, nos asesinara —exclamó Alex, no había ni una pizca de incredulidad en su voz, aquello lo decía en serio.

—Detesto ser así, pero Alex tiene razón Leo, ese dragón nos va a matar en cuanto nos vea, todos sabemos eso, tú lo sabes también —decía Gabriel intentado hacer entrar en razón a su líder—. Hemos visto que eso suceda antes, esos dragones no tienen piedad y no se detendrán solo porque uno de nosotros y me refiero a Venus, va montada en uno. Sabes que los pesadilla siniestra odian a los humanos más que ningún otro dragón.

—Es nuestro deber limitar a los dragones, no podemos permitir que crucen un portal o...

—O lograrán lo que han estado planeando durante décadas —susurraba Jacob—. Dominarán la primera dimensión, para poder dominar esta después.