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UN NUEVO MUNDO

—Después de todo, la emperatriz no mencionó a Roberts en ningún momento —dijo sencillamente—. Además, presiento que él no podría montar a un dragón aunque lo quisiera, es demasiado egoísta, no luce como alguien que se encariñe con una mascota..., lo digo porque yo cuidaría al mío como tal.

—Excepto que los dragones no serán nuestras mascotas —resaltó Gabriel—. Únicamente nos ayudarán en esta batalla, los necesitamos, he de admitir, para pelear contra los suyos. Y para que nos defiendan también, por supuesto...

—Dudo mucho que no te encariñes con una de esas magníficas criaturas —le dijo Jacob—, podría apostar a que no querrás regresar a su celda a cualquiera que sea en dragón que escojas, o el que te escoja a ti.

—No apostare nada —sintió cosquilleos en su cabello rubio y llevó su mano derecha hasta allí para rascarse ligeramente—. Solo porque son dragones benévolos es que acepto esto.

—Y porque cuidarán tu trasero —le recordó Alex—. No puedo creer que digas eso, yo ya estoy planeando un nombre para mi amigo, yo también apostaría a que no regresarías al dragón que te toque.

—Me encanta el entusiasmo que están teniendo Jacob y Alex —se incluyó Leo a la conversación—. Yo me siento igual, ya quiero saber que especies de dragones hay en las celdas esperando a ser liberados.

—Yo no diría que es una liberación del todo, los sacas de su celda para meterlos a otra, a un jinete que lo montara y le dirá por donde ir y contra que pelear —resaltó Gabriel.

—Pues espero que no nos vean como a un simple jinete, sino como a un amigo —dijo Leo—, de lo contrario, lo primero que harán será dejarte morir en la batalla, porque no tendrá un lazo contigo y por lo tanto lo tiene porque hacer cosas por ti.

Por primera vez Gabriel se quedó sin palabras, él no quería actuar de esa manera, no entendía porque últimamente las palabras sólo salían de su boca y no se expresaba exactamente lo que él quería expresar.

Venus iba hasta atrás acariciando con una mano el cuello del dragón, que iba caminando en cuatro patas y un poco erguido, de esa manera Venus podía alcanzar su cuello más fácilmente, además, de alto media lo mismo que ella, pero eso sólo sería hasta que se volviera adulto. Hasta el momento se había limitado a escuchar lo que los demás decían sin opinar nada ya que ella ya tenía a su amigo consigo. Aunque sabía que ninguno de ellos, ni siquiera Gabriel, regresaría a su dragón luego de una aventura como la que tendrían.

Michael los guió todo el tiempo, entraron en un edificio de cuatro o cinco pisos, Venus no se fijó bien, eso no tenía importancia de todas formas, pues ellos iban a lo que parecía ser un sótano. Solo que no bajaron escalones en ningún momento, era más parecido a una rampa, caminaron por unos cuantos segundos, el pasillo no era oscuro, tenía antorchas a cada metro distancia.

—Nunca había entrado aquí —mencionó Leo.

—Ni siquiera nos habíamos parado en este edificio una sola vez —dijo Jacob bromista—, aunque ya sabes, nosotros no tenemos nada que hacer aquí, somos guardianes, no nos encargamos de los dragones.

—Apenas y peleamos con ellos —se metió Gabriel—, porque habríamos de visitarlos.

—Estas celdas deberían de estar llenas de dragones malévolos, no de dragones benévolos, ellos qué culpa tienen para estar aquí —resaltó Leo.

—Concuerdo contigo —respondió Alex—, de hecho, los dragones benévolos pelean contra los malévolos también, son enemigos naturales. ¿Por qué capturar a los benévolos?

VENUS Un nuevo mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora