Bakugou Katsuki (5)

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Había una particular idea pasando por su cabeza en ese momento, y es que era que nunca en su vida había imaginado terminando tomando café en las mañanas - desde la preparatoria - con sus compañeros. Y claro que él sabía que aquella situación se había vuelto muy incómoda desde la noche anterior antes de que Midoriya comenzara a llorar, antes de que Inko los regañara a todos y antes de que Uraraka me hiciera volar por el techo.

Pero eso último jamás lo admitiría.

Di un sorbo a mi café y mire el periódico postrado en la mesa, levante la mirada y observe a todos y cada uno de ellos. Kirishima, Uraraka, Ilda, Todoroki, y Momo, justo en ese orden.

— ¿Por que jodidos están todos ustedes en mi casa? – pregunte enojado.

— Dejarte con un niño solo Bakugou... – comentó Ilda — es preocupante.

— Estas hablando de Midoriya, imbecil – mirándolo de mala manera entendí su indirecta — y mi prometido.

La taza de Uraraka casi estalla al dejarla caer y fruncí el ceño: — Eso no me molestaría si no fueran mis tazas – dije.

Uraraka cerró los ojos y murmuró algo que no logre entender, pero podía imaginar que estaba calmando su furia.

— Y a mi me importa un bledo – dijo. Abriendo los ojos una nueva mueca se postró por sus labios. — de todas maneras esta astillada ¿Por que la conservas?

— No es tu incumbencia – declare. No admitían que era de las primeras tazas que habían comprado juntos.

— De todas maneras, ¿podrías explicarnos como sucedió esto? – Todoroki bajo su traza dejándola en la mesa para después cruzar sus brazos de manera calmada.

— No entiendo porque quieren entrometerse en donde no les llaman – bufé con desespero.

— Por que Deku es nuestro amigo – aunque le peso, lo dijo. — y queremos ayudarlo.

— Es verdad, no puedes evitar que ayudemos a Midoriya.

— De todas maneras, sería bueno tener el apoyo de más personas Bakugou – comentó Momo tomando su taza de té.

— Creo que me están saliendo canas de solo escucharlos.

Me paré de la mesa y fui directo al cuarto donde Deku dormía. El segundo día donde Midoriya aún era un niño y no podía encontrar una respuesta de cómo había pasado todo aquello. Se quedó parado frente a la habitación sin intension de abrir la puerta, por una parte se sentía culpable de la situación y no saber que hacer.

— Si no entras lo haré yo – la voz a mis espaldas me quito todo el ánimo.

— Odio que no pueda sentir cuando vienes tras de mi – dije.

— Es parte de mi gravedad zero – sonrió con triunfo — ganó yo, esta vez.

— No se te ocurra abrir esa puerta – la amenace.

— Entonces deja de parecer una decoración más de la casa y abre la puerta de una vez.

Uraraka se cruzó de brazos y al igual que yo se quedó parada frente a la puerta, pensé que no era tan malo de todas formas. Pero eso nunca lo admitiría.

— Si piensas que estoy enojada contigo por lo qué pasó hace años, estás equivocado – giré la cabeza y ella de verdad se veía enojada — estoy enojada contigo porque tardaste demasiado tiempo  – un suspiro salió de sus labios y una sonrisa se asomó, esta detonaba tristeza — es solo que... tuviste que esperar a que vieras que se te escapaba de las manos para darte cuenta de lo que sentías.

No podía excusarme. Me conocía y ella sabía lo que decía.

— De lo que más me arrepintió, Bakugou – me miró directo a los ojos y los suyos estuvieron a punto de reventar en llanto — fue en que trate de ignorar aquellos sentimientos que sentías por él aún sabiendo que existían. – tomó una gran bocana de aire para calmarse — Así que te propongo que debemos nuestras indiferencias hasta que Deku vuelva a ser un adulto.

La mire por un segundo asombrado, pero acepto: — Hasta que Deku regrese a la normalidad, después de eso seguiremos odiándonos ¿hecho?

Uraraka soltó una risa y secó las lágrimas que se le habían escapado — Nunca cambiarás, ¿verdad?

No conteste nada a su afirmación. Acomode mis ideas y tome la perilla de la puerta, él no era tanto de pensar las cosas, era más de hacerlas. Entre a la habitación con Uraraka pisándome los talones.

Deku ya había todavía en la cama, envuelto entre las sábanas. Siempre había sido un llorón. Me senté a la orilla de la cama mientras Uraraka se quedaba parada.

— Midoriya, es hora de levantarse – tome la colcha y la aparte. Sus ojos esmeralda me vieron y mi corazón se rompió en mil pedazos. Sus ojos estaban hinchados y rojos de tanto llorar — ¿Que sucede, nerd?

— ¡Bakugou! – Uraraka levantó la voz al escuchar el poco tacto.

— Cállate – dije sin dejar de mirar a Deku. — ¿entonces?

— Es solo que... – su voz tembló al verlo — no dejaban de discutir.

— ¿Eso te molesto? – pregunte, de manera calmada.

— Si. – contestó enseguida.

— Siempre serás un bebé llorón – sonreí al recordar aquellos días — siempre preocupándote por los demás — lleve mi mano hacia su cabeza revoloteando su cabello — no tienes que preocuparte sobre las discusiones de la cara redonda y yo.

— ¿Por qué? – preguntó.

— Bueno – pensé un poco — las cosas son complicadas.

— ¿Por qué? – insistió.

— Es algo complicado, Deku – contestó Uraraka.

Izuku nos miró por unos segundos y sus ojos se llenaron de lágrimas: — Acaso... – sus labios formaron una línea recta tratando de aguantar su llanto — ¿Kacchan se casará con una mujer que no quiere?

Mi mundo se estrelló ante la idea de casarme con la cara redonda y seguro, el de ella también. Ambos negamos de manera rápida y concisa esa idea haciendo que el ojiesmeralda se calmara.

— No, es así – le otorgue una sonrisa — es solo que ella es muy amiga tuya en el futuro – acomodándome en la cama Uraraka se acercó un poco más — y nosotros no nos llevamos tan bien, pero eso no importa ahora.

— ¿Por que no se llevan bien? – preguntó.

— Bueno... esa sería porque... – pensé un momento — Por que ella es muy gruñona.

— Tu también lo eres, Kacchan.

— ... Si – un dolor latente creció en mi cabeza y sorpresa, Deku de niño nunca había sido tan directo, pero suponía que era por la manera en la que hablaban — tienes razón.

— El Kacchan del futuro me gusta más que el Kacchan del pasado – me sorprendí al escucharlo — Kacchan de la nada comenzó a gritarme y me golpeaba cada que trataba de acercarme, el Kacchan del futuro parece quererme cerca.

Uraraka la miró igual de sorprendida que yo, y por un instante pensé que se acercaría a golpearme por hacer sufrir a Midoriya.

— Mi yo de ese tiempo era un tonto – expliqué — No sabía lo bueno que eras.

— Kacchan... – su voz bajo de tono y agachó la cabeza — ¿enserio me quieres incluso sin particularidad?

— Si – conteste al instante —, con o sin particularidad, tu siempre serás Deku.

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Definitivamente cambie la personalidad de Uraraka porque me gustaría que ella fuera un poco más ruda y sincera. No como en el manga/anime.
y.

Little him | katsudeku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora