Partir del Reino

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Los cadaveres caían desde lo más alto del abismo, el veía como todos sus hermanos trataban de subir pero terminaban cayendo y agrietando sus máscaras.

Una pequeña vasija trataba de esquivar a aquellos cuerpos que caían del cielo, hasta que, vio al último de ellos caer, fueron pocos segundos pero para él se sintió como si ver a su hermano caer nuevamente al abismo durará una eternidad, algo dentro de él hizo un eco, no podía sentir nada pero de alguna manera se sintió vacío.

Entonces escucho el sonido de las puertas cerrándose, parecía que él tampoco lo lograría, miro abajo y luego nada, la oscuridad lo envolvió a él y a sus hermanos.

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Tiempo más tarde

La pequeña vasija logró finalmente salir del abismo, sin saber por qué, lo primero que hizo después de salir fue ir directo a la superficie, había tenido que aguantar mucho tiempo ahí abajo que se sentía asfixiado, llego hasta una pequeña ciudad en la superficie conocida como Bocasucia, el lugar estaba completamente desolado, las calles vacías, las casas y locales cerrados y a oscuras, era en definitiva un pueblo fantasma, a excepción de un viejo insecto que estaba sentado en un banco echándose una siesta, el contenedor lo vio unos instantes curioso de él, por qué aquel insecto estaba ahí tan solo.

El intento hacerle señas para que reaccionara, inútilmente puesto que el insecto estaba dormido, tampoco quería ser tan descortés como para despertarlo a la fuerza a si que solo siguió su camino, tuvo que escalar mucho tiempo, y mientras más subía más difícil era avanzar, el viento soplaba con un fuerza descomunal que solo parecía hacerse más fuerte con cada paso que daba, pensó por un momento en que debería de dar la vuelta para buscar otra ruta pero cuando menos se lo espero, los fuertes vientos comenzaron a calmarse, había todavía una brisa fuerte y constante pero se podía avanzar casi con normalidad.

Miro adelante otra vez, sin saber por qué, su instinto lo impulsaba a seguir adelante y dejar atrás aquel reino en decadencia.

El trayecto lo llevo por muchas curvas una de ellas estaba repleta lumélula, era un lugar tranquilo y bastante bonito, el contenedor se quedó un largo tiempo mirando a aquellos bichitos moverse de un lado a otro, embobado por aquel bonito baile que realizaban las luces pálidas y tenues. Sin darse cuenta de cuánto tiempo se la pasó admirando el techo siguió avanzando sin saber que esa sería la última vez que vería una luz en mucho tiempo, el exterior era un lugar desolado, un desierto siempre oscuro en donde las bestias campaban a sus anchas, un lugar rudo y cruel en donde te cuidabas o eras devorado por las pocas criaturas que podían resistir aquellas condiciones, los cadáveres de insectos eran una constante en ese lugar dándole una apariencia todavía más inquietante si se puede.

Constantemente el tuvo que luchar contra esas criaturas violentas y despiadadas ansiosas por devorarlo, fue difícil al principio para el enfrentarse a manadas de estas criaturas pero luego de varias victorias, lo que no te mata, te hace más fuerte. Agradeció haber robado un aguijón de un cadáver que se encontró en su camino, de no haber sido por eso quien sabe lo que le hubiera ocurrido

Los días pasaron y cada vez que miraba al cielo este estaba tapado por una gran oscuridad que parecía no tener fin, se preguntó si así es como era el mundo, oscuro, desolado, peligros y muy muy tranquilo, nunca conoció nada además de su reino y tampoco es que lo hubiera conocido bien, antes de salir había podido ver insectos que corrían por todos lados preocupados por algo, con temor por algo, el caos y la desesperación nublaba sus mentes y cuando finalmente salió las bestias abundaban en cada rincón. El mundo podía ser un lugar monótono y oscuro perfectamente, el reino de Hallownest podría ser el único lugar en el que alguna vez pudo haber existido algo más haya de ello y por eso mismo es que ese hecho de ir en contra de la naturaleza del mundo es por lo que ahora perecían, y así era como el pensaba que era. Pero algo cambió mientras más avanzaba, algo cambio en toda esa desolación, la vegetación de pronto empezó a cubrir el paisaje, la abundancia, hierva, la oscuridad se desvaneció y abrió paso al resplandor más grande que jamás había podido ver, más bello e incandescente que el de cualquier luz.

Rae, historia de una vasija Donde viven las historias. Descúbrelo ahora