Llegada a la Tribu

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Los sonidos de tambores se hacían cada vez más fuertes, a donde sea que fueran estaban a punto de llegar.

Dentro de la bolsa en donde estaba, el contenedor trataba de distinguir algo, pero la misma hacía imposible ver lo que sucedía en el exterior.

No sabía muy bien cómo tomarse la situación, al principio se sintió aliviado de estar vivo pero su felicidad se le fue tan rápido como la mantis que lo salvó lo metió en una bolsa, pensó en escapar, pero la idea de volver al bosque y arriesgar a la cría a un peligro no parecía ser una opción, hasta ahora la bolsa parecía ser el lugar más seguro del mundo. Por su parte la cría acosadora se sostenía firmemente a el único miembro de su familia que quedaba.

El contenedor llevaba al rededor de una hora acariciando a la cría y eso había funcionado para calmarla, por lo menos por un tiempo, hasta que empezaron a escuchar el retumbar de los tambores cada vez más cerca a lo cual pronto dejaron de ser solo tambores lo que se escuchaban, a estos los acompañaron cascabeles y extraños cánticos de insectos.

Entonces al contenedor se le ocurrió algo, utilizaría una de sus garras para hacer un pequeño agujero en la bolsa, con cuidado extendió la pequeña pata de la criatura y rasgó con todavía más cuidado la tela de la bolsa.

En el exterior de la bolsa lo que sea que hubiera delante provocaba una luz naranja que se movía cada cuánto, finalmente su captora se detuvo delante de lo que parecía ser una muralla hecha de estacas, parecía que había llegado a un pueblo, probablemente el hogar de la mantis que lo capturó, se preguntaba qué es lo que harían con el, no temía tanto por su vida, a él nunca se le ocurriría qué insectos inteligentes se lo comería o le harían ningún tipo de daño, era muy inocente y creía que ninguna criaturas racional sería capaz de lastimarlo, pero en cambio...la cría, ¿qué tal si los bichos lo veían como comida?. Solo de pensar en eso hizo que la abrazara más fuerte.

Una vez ese pensamiento llegó, las teorías se activaron y plagaron su mente de posibles acontecimientos. Los nervios se le subieron imaginándose rituales oscuros dirigidos a un Dios satanico y sanguinario, hasta que la voz de la Matis lo distrajo de sus pensamientos

—¡Hey ustedes dos!

Desde su pequeña cárcel el contenedor pudo ver como se acercaba una araña, y entendía que debía haber otro insecto del otro lado.

—¿Que necesitas Dalia?—. preguntó un insecto que no podía ver el contenedor.

—Necesito hablar con los lideres de inmediato- respondió con todo autoritario.

—Sabes que están ocupados ahora, no van a recibirte quizás después de cenar pueda...

—No me importa, es urgente y necesito hablar con ellos YA.

—Pe-pero.

—Solo dile a Jade que soy yo.

La araña golpeó el codo de su compañero y le miró resignado seguido de un ademán para que hiciera lo que le dijo la mantis.

El contenedor no entendía muy bien que era lo que sucedía en el exterior pero al menos comprendía que su secuestradora planeaba llevarlo ante sus jefes, quienes probablemente decidirían qué hacer con él y con la cría que descansaba en sus brazos.

La mantis secuestradora volvió a avanzar, entonces el contenedor pudo ver que era aquello que provocaba aquella luz anaranjada, era una enorme fogata pero no solo eso, al rededor de la fogata se encontraba una gran número de insectos, gran parte de ellos realizaban una danza tribal, otros pocos tocaba música con tambores y cascabeles mientras que la otra gran parte disfrutaba del espectáculo.

Rae, historia de una vasija Donde viven las historias. Descúbrelo ahora