Vigésima octava parte.

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Era ella, estaba Chloe en frente mío, no se la veía enfadada, ni decepcionada, sólo la veía triste, con los ojos rojos, producto de haber llorado un buen rato, con grandes y negras ojeras debajo de sus cálidos ojos y totalmente despeinada, como si hubiese dormido un buen rato en los asientos incómodos y pequeños de la sala de espera. Al escuchar su melodiosa voz quedé perpleja, mi cuerpo se tornó mucho más frío de lo que estaba (una vez más) comencé a temblar y se fruncieron mis cejas, como no entendiendo nada. Mis manos comenzaron a sudar, sentí cómo me sonrojaba en cuestión de segundos y sentía que mi corazón iba a salirse de mi cuerpo. Apenas la vi mi cuerpo expulsó una gran sonrisa, siempre me sucedía eso cuando la veía. Y es que era un ser tan pero tan hermoso, que creo que jamás había visto algo similar. En aquel momento todos mis dolores desaparecieron.
Se veía tímida y temerosa, quizás no quería estar aquí, quizás la habían obligado, quizás saludaba porque ya se iba y quería ver si yo estaba bien. Cerré mis ojos con fuerza, pensaba que era una alucinación o un sueño, pero al abrirlos ella seguía ahí, era real.

-Esa campera es mía...-Volvió a decir y se quedó quieta en la puerta. No movió ni un solo músculo de su cuerpo pero me miraba fijo, sin decir alguna otra cosa.

-¿Qué...hacés acá? –Le pregunté sumamente nerviosa. -¿Vienes a buscar tu campera?

-Así es. – Respondió inquietante, entró a la velocidad de la luz, tomó su campera y volvió a quedarse helada, pero esta vez estaba de espaldas.

-Genial... -Respondí. No sabía qué decirle, no sabía si debía sacarle tema de conversación o dejarla ir. Posiblemente tomaba su campera para irse y no volver a verme. Todo era tan incómodo y sentía que el tiempo se había congelado. Respiró hondo y se dió media vuelta.

-¿Sabés por qué mi campera estaba acá? –Negué con la cabeza. Cerró los ojos y volvió a respirar hondo. Se acercó un poco a mí, me miró a los ojos y soltó. –Porque estuve cuidándote todo el tiempo que pude, hasta que los doctores me echaron porque no soy un familiar muy cercano.- Su voz se había quebrado, estaba a punto de llorar y pude sentir cómo mi corazón ya no palpitaba, ya no lo sentía.

-¿Estuviste cuidándome? Muchas gracias Chloe...De verdad, gracias.

-No tenés que agradecer, les pasó algo muy horrendo... -Asentí con la cabeza y nos quedamos viéndonos un buen rato. Ninguna de las dos decía nada, todo era súper incómodo y otra vez sentía un escalofrío extraño en mi cuerpo. Tenía tantas preguntas en mi cabeza, quería preguntarle y decirle tantas cosas en tan sólo 5 segundos, pero sabía que no existía tiempo suficiente para decirle todo lo que debía decirle. No sabía si hablarle del accidente, de nosotras o simplemente callarme la boca. Al ver que no decía nada decidió irse. –Si necesitás algo mándame un mensaje, ví que tenés tu celular...- Tomó su campera y caminó hacia la puerta. No volteó a verme y puedo afirmar que eso me dolió más que cualquier otro golpe del accidente.
Otra vez los dolores se habían apoderado de mi cuerpo y solté un pequeño gemido. Al escucharme, Chloe vino corriendo hacia mí, me preguntó si estaba bien, si necesitaba algo y me quedé viéndola tanto que pude sumergirme en sus bellos ojos y volví a olvidarme por completo de todo lo que me dolía. Ella era mi mejor medicina.

-No quise asustarte, fueron unos dolores que me tienen harta.

Sin decir algo, se acercó a la camilla, me miró en profundidad, se alejó corriendo para traer una silla y se sentó a mi lado. No dejaba de verme y yo no dejaba de verla a ella. Más allá del lugar horrible en el que estaba, todo parecía perfecto y no necesitaba nada más. En su mirada veía no sólo al amor de mi vida, también veía que en el futuro íbamos a estar juntas, no importaba si era en 20 minutos, 20 días o 20 años, lo importante era el final, nuestro final.
Con suma delicadeza abrí mi boca para poder hablarle pero me dijo que me callara, que necesitaba dormir. No fue muy paciente, pero asentí y cerré los ojos.
Intenté dormirme, pero no podía, saqué mi brazo derecho y lo apoyé cerca de ella, esperando una buena reacción, quería que me tomara de la mano o que, al menos, me acariciara.
Cuando estaba a punto de rendirme sucedió. Su cálida mano se apoyó por encima de la mía, evitando todo cable conectado en mi y con su caricia todo mi cuerpo se tornó cálido y feliz.

Más cigarros con ella. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora