Veinticuatro

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|CAPITULO VEINTICUATRO|

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¿Juego? 

- ¿A donde quiere llegar Nathan con esto? - Pregunte con fastidio. Quería terminar con todo esto cuanto antes.

- Sencillo, quiere que te entregues, así nadie saldrá herido -

Tengo que admitir que el tono de su voz hacia que quisiera golpearlo hasta que nunca mas tuviera que decir palabra alguna.

- ¿Y si no lo hago, que? - Pregunte.

El hombre se acerco hasta solo estar a un par de pasos cerca de mi.

- Asesinara a tu hermanita. Eres casi un adulto, sabes lo que te conviene -

La marca era un tema que me volvia completamente loco. Habían conocido vampiros, unos como Hayley y Ben que a la vista parecía como si fueran a matarte pero la realidad estaba muy lejos de ser esa, ellos luchan o luchaba en caso de Ben por las personas que les importan y otros como Audrey, Samantha y Max quienes también parecía como si fueran a matarte pero es que ellos oficialmente podrían matarte.
 
Sabia los riesgos de entregarme para romperla...lo mas probable era que yo muriera, Hayley también lo haría junto con todos los de su especie y no podía permitir que eso pasara.

- Debe de haber otra manera - Hable deseando que si la hubiera.
¿No es posible matar solo a los demonios?

- ¡No hay ninguna otra manera! ¿Por que crees que te necesitamos, idiota?. Tal vez no lo sepas, pero ellos cada vez se acercan mas a este mundo. Los demonios no pararan hasta quedarse aquí ¿A quien crees que mataran primero, eh?

Ok, el estaba desesperado.

- Respira un poco quieres - Hayley dijo a la vez que giraba los ojos.

- Matas o mueres -
En un rápido movimiento el se lanzó hacia Hayley haciendo que ambos cayeran hacia el primer piso.

- ¡Hayley! - Grite asomándome por la pequeña reja.

- Estoy bien - Ella grito y note su fastidio.
Pero es que me era inevitable no preocuparme por ella, quien estaba de pie frente al hombre desangrado, claramente muerto.

- Van a pagar por eso - Sentí como el segundo hombre se acercaba así que saque mi espada haciendo que ambas chocaran.

- Demuestralo - Golpe su rostro y su cara enfureció: sus ojos se volvieron azules y sus puños se apretaron con fuerza.

Por instinto aumente el agarre sobre mi espada.
No pasó mucho tiempo antes de que un gran lobo gris estuviera en su lugar mirándome con furia.
Moví mi espada nuevamente, esta vez fallando logrando un rasguño en mi brazo derecho.
Debo admitir que se movía con bastante rapidez haciendo que se me dificulta un poco. Me empujó haciendo que topará con la puerta haciendo que está se abriera y mi cuerpo doliera al intentar levantarme.

¡Mio!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora