Capítulo I

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     Correteaban esa noche dos lobos a través de un bosque lejano. Uno de ellos blanco cual nieve, el otro tan oscuro como la noche. Parecían perseguirse el uno al otro. Al adelantarse el primero, un segundo aceleraba y así por varios minutos. Pronto el bosque acabó, encontrándose esos animales con el borde de un acantilado. Se detuvieron en seco, acercándose a paso lento hacia la orilla. Un brillo los cubrió haciendo que en su lugar aparecieran dos chicas idénticas, pero a la vez opuestas. Eran gemelas de cabello igual al pelaje de sus lobos. La de tonos albinos llevaba en sus ojos todos los colores del arco iris, la morocha poseía un par de perlas rojas. Se observaron entre sí, como si lograsen entenderse sin necesidad de palabras, a través de miradas, gestos y silencios. La de tonos oscuros, también en su ropa, se sonrió.

—Una más, hermana, diviértete.

—No, Rose. Tenemos trabajo que hacer.

     Se inclinó la luz hacia el acantilado, dejándose caer, seguida de mala gana por la oscuridad. A pocos segundos de separar sus pies del suelo, un par de halcones se alzó en vuelo. Cada uno, cuyo plumaje revelaba a la gemela de la cual surgió, volando a su manera en una misma dirección. Tras tantos años de viajar juntas a través del universo lograron dejar sus diferencias de lado y potenciarse. No volvieron a separarse por largos períodos de tiempo.

     Una imponente estructura de apariencia romántica se elevó ante ellas, apartada en una lejana montaña a mitad de un planeta deshabitado. Ya por ser inhabitable o porque acabaron con todo el que ahí vivía, lo tenían solamente para ambas. Alrededor del edificio se alzaba un gran bosque, uno especial al que llegaba todo viajero que frecuentara tal sitio. Venían desde cualquier punto del universo, arribando al pequeño planeta en naves espaciales, a través de portales o tras perderse en algún agujero de gusano. Daba igual, siempre terminaban ahí. Ellas se habían otorgado a sí mismas el título de guardianas con la excusa de mantener el equilibrio dentro de ese conjunto tan extenso de gases y galaxias. Su hogar con el tiempo se había vuelto un refugio para seres provenientes de distintos planetas y sistemas estelares. Seres que no se verían unos a otros en sus vidas si no fuera por las gemelas. Fugitivos, refugiados, exiliados, todos pasaban primero por el castillo de Opal y Rose.

     Una vez allá, el halcón albino se volvió nuevamente a la forma humana. Su hermana se posó sobre la barandilla en uno de los balcones, mirando siempre a Opal.

—No entiendo por qué disfrutas tanto esa figura, los humanos son...

—¿Aburridos? Posiblemente, pero la silueta de una humana como la que se usó para crearnos tiende a ser agradable a cualquier especie. Y ese es mi trabajo: parecer lo que tú no eres.

—Pensar que somos hermanas...

     Y esa era solo una de sus habilidades, dado a que se las había creado con un propósito: robar los poderes de aquellos seres especiales en su planeta, y de esos hubo varios. Su creador deseaba poder y control, así que las formó a base de distintas especies que habían demostrado la capacidad de valerse aun cuando le generaran un mal a otros. La silueta de alguno, el encanto o la destreza de otros, una mordida letal y, sobre todo, la ambición del mismo amo. Pero, aunque parecieran humanas, seguían sin ser más que un par de androides. Y entre los cables que simulaban sus venas se encontraban dos chips con los protocolos del dúo, aquellos que su «padre» implantó para evitar una revuelta. Los cuales al poco tiempo se volvieron obsoletos, llevándolo a la perdición.

     Eterna juventud, vida más que prolongada, apenas podían considerarse seres vivientes sin la posibilidad de cumplir uno de los requisitos básicos para entrar en esta categoría: la muerte. Entre sus capacidades, la que más solían usar era una a la que llamaban «metamorfosis animal», la cual es tan sencilla de entender que no es necesario explicar, dado a ser la que vienen observando desde el inicio de esta historia. Sufrían de un hambre voraz, y era esa insaciabilidad suya lo que las volvía tan peligrosas.

Critical Mistake © #O&R1 // EN AMAZONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora