Otra como aquella tarde, llegó una pareja al bosque. Uno de ellos apenas aprendía a controlar los portales que creaba y su compañera intentaba ayudarlo. Rose los vio desde la distancia. Tenía en mente cumplir, al menos por una vez, el papel que se le había asignado. Así, ante la confusión en cuanto a su moral, podría divertirse un rato. Opal no estuvo interesada en detenerla, aún habitaba en su interior una pequeña porción de su inicial finalidad, esa que le provocaba un ligero goce ante el sufrimiento ajeno. Porque, así como se las veía, tan opuestas y enfrentadas, habían sido solo alguna vez, antes de su primera evolución y de poseer una consciencia propia. Desde entonces, encontraban mutuas varias de esas características que se le habían asignado a nada más una de ellas.
—Sin sangre, por favor. No quiero una masacre en un día tan tranquilo como hoy...
Y no, no era Rose de quien hablaba, esa que solía ser más impulsiva y desquiciada. Hablaba de sí misma, porque a diferencia de su hermana, a ella el simple olor de la sangre la enloquecía. Opal, por su parte, prefería la de amargo sabor y Rose la más dulce. Por ello se decía que la rubia (por no decir albina) cazaba a los de mal corazón, pero aquello no tenía mucho de certero. En realidad, el sabor de la sangre variaba con relación a las diferentes especies. Mejor dicho, ella prefería a los humanos: el gusto metálico de su líquido vital le era una delicia. Tal vez esa fuese su razón real para pasar la mayor parte del tiempo con esa imagen: para atraer, confundir y devorar.
Rose acompañó a aquella pareja dentro del edificio, ofreciendo su refugio por el tiempo que les fuera necesario. Solía bromear con respecto a la nula molestia que le podrían traer, dado a que ese sitio tenía tal tamaño que era posible ni siquiera verse en todo el día.
—Gracias por esto... —la chica dudó unos segundos, pensando, intentando recordar—, perdona, ¿tu nombre?
—Suelen llamarme Rose.
—¿Llamarte? O sea que ese no es tu verdadero nombre —observó él, su anfitriona negó, dándole la razón al respecto—. ¿Y por qué te llaman así?
—¿Qué es lo primero que resalta en mí?
—Tus ojos —respondió la chica sin dudarlo ni siquiera un instante, el color rojo intenso de su iris se diferenciaba dramáticamente del negro que lucía en el cabello y las ropas—. Pues claro, son rojos como una rosa.
La hermana llegó entonces y, con cierta gracia en la mirada, se negaba. Sí, esa era la razón de que la llamaran de esa forma los que apenas la veían. El dueto de jóvenes quedó pasmado ante esa segunda imagen, idéntica a la que ya conocían, pero a la vez opuesta. Opal les mencionó, haciendo reír también a Rose, que con una rosa negra solían relacionarla los que de verdad la conocían. La rareza de aquella planta, su misterio, además de la belleza de la que esta era poseedora, era lo que las volvían similares. Incluso hablando de flores serían tan distintas, pues la versión blanca de esa planta solía ser hasta más fácil de encontrar, al igual que transparente en más de un sentido.
—Y... ¿cuál de ustedes es «la gemela mala»? —preguntó con cierta gracia el único chico entre ellas, quien lo acompañaba le golpeó el hombro con bastante fuerza, pidiendo que no dijera tonterías como esas. Las gemelas rieron, se miraron entre sí y luego nuevamente a ellos.
—Tendrás que descubrirlo por tu cuenta —dijeron al unísono.
Algo en su tono de voz les hizo temer, como si aludieran a la posibilidad de que ninguna fuera del todo buena, causando escalofríos en sus invitados. Optaron por dejarlas un rato a solas. Ya se les había indicado sus habitaciones, así que se retiraron. Ni bien se los vio lo suficientemente lejos para evitar oírlas, ambas comenzaron a reír. Cuando tenían esos ataques de inmadurez eran idénticas a un par de adolescentes, cuando realmente se veía lo mucho que entre sí se adoraban.
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Critical Mistake © #O&R1 // EN AMAZON
Ciencia Ficción¿Qué ventajas trae la eterna juventud? ¿Es tan emocionante como dicen la vida eterna? ¿Hasta qué punto llegaría alguien por un inmenso poder? Cuando posees cables en vez de venas, un chip en lugar de conciencia, y chispas donde habría emociones, l...