desconocido que anida en ellos! Todos se percatan de que sus leyes de vida no
funcionan ya, de que viven según los viejos códigos y que ni su religión ni su moral
corresponden a lo que necesitamos. Durante cien años y más, Europa no ha hecho más
que estudiar y construir fábricas. Todos saben con exactitud cuántos gramos de pólvora
se necesitan para matar a un hombre; pero no saben cómo se reza a Dios, no saben
siquiera cómo se pasa un rato divertido. ¡Mira las tabernas de los estudiantes! O un
lugar de diversión donde se reúne gente rica. ¡Desesperante! Querido Sinclair, de esto
no puede salir nada alegre. Los hombres que se apiñan acobardados están llenos de
miedo y de maldad; ninguno se fía del otro. Son fieles a unos ideales que han dejado de
serlo y apedrean a todo el que crea otros nuevos. Presiento graves conflictos. Vendrán,
créeme, vendrán pronto. Naturalmente, no «mejorarán» el mundo. Que los obreros
maten a los empresarios, o que Rusia y Alemania disparen una sobre otra, nada altera la
situación; sólo cambian los dueños. Pero no será completamente en vano. Hará patente
la miseria de los ideales actuales; se saldarán las cuentas con los dioses de la Edad de
Piedra. Este mundo, tal como es ahora, quiere morir, quiere sucumbir y lo conseguirá.
-¿Y nosotros? -pregunté.
-¿Nosotros? ¡Oh!, quizá sucumbamos con él. También nos pueden matar. Sólo que
con eso no acabarán con nosotros. En torno a lo que quede de nosotros, o en torno a los
que sobrevivan entre nosotros, se agrupará la voluntad del futuro. Y se mostrará la
voluntad de la humanidad, que nuestra Europa ahogó con su feria de técnica y ciencia.
Entonces se demostrará que la voluntad de la humanidad no se identifica nunca, en
ningún lado, con las sociedades actuales, los Estados, las naciones, las asociaciones y
las Iglesias. Porque lo que la naturaleza quiere hacer del hombre, está escrito en cada
individuo, en ti y en mí. Estaba escrito en Jesucristo y está escrito en Nietzsche. Cuando
las sociedades actuales se derrumben, habrá sitio para estas corrientes, las únicas
importantes, que naturalmente pueden variar cada día.
Llegamos ya muy tarde a un jardín junto al río.
-Vivimos aquí -dijo Demian-, ven pronto a vernos. Te esperamos.
Feliz emprendí mi largo camino a casa en la noche fresca. Aquí y allá regresaban a
sus casas estudiantes ruidosos y tambaleantes. Con frecuencia había sentido la
discrepancia entre su absurda alegría y mi vida solitaria, a veces con una sensación de
envidia
y otras con sarcasmo. Pero nunca había sentido con tanta tranquilidad e intensidad lo
poco que aquello me importaba, lo lejano y remoto que me resultaba aquel mundo. Me
acordé de algunos funcionarios de mi ciudad natal, señores de edad, honorables, que
evocaban las juergas de sus años estudiantiles como si se tratara de un paraíso perdido
y veneraban la «libertad» de aquellos años como pudieran hacer los poetas u otros
románticos con su infancia. ¡Por todas partes lo mismo! Por todas partes buscaban la
«libertad» y la «felicidad» en el pasado, de puro miedo a verse confrontados con su
propia responsabilidad y con su propio camino. Pasaban unos años entre borracheras y
juergas; luego se sometían y convertían en señores muy serios al servicio del Estado. Sí,
nuestra sociedad estaba corrupta; y esta estupidez estudiantil aún era menos estúpida y
peligrosa que otras muchas más.
Cuando llegué a mi apartada casa y me metí en la cama estas ideas desaparecieron y
todo mi pensamiento se concentró en la gran promesa que aquel día me había
deparado. Cuando yo quisiera, mañana mismo, vería a la madre de Demian. ¡Que los
estudiantes siguieran emborrachándose y tatuándose las caras, que el mundo estuviera
corrupto y a punto de hundirse! ¡Ami qué me importaba! Yo sólo esperaba que mi
destino viniera al encuentro en una nueva imagen.
Dormí profundamente hasta muy entrada la mañana. El nuevo día amaneció para mí
como uno de esos días festivos y solemnes que no había vivido yo desde las Navidades
en la infancia. Estaba lleno de profunda intranquilidad pero sin ningún miedo. Había
comenzado un día muy importante para mí; y veía y sentía el mundo que me rodeaba
como transformado, expectante, lleno de ideas y festivo. Hasta la suave lluvia de otoño
era bella, silenciosa y festiva, llena de música serena y alegre. Por primera vez en mi
vida el mundo exterior coincidía perfectamente con mi mundo interior. Cuando esto
sucede es fiesta para el alma y merece la pena vivir. Ninguna casa, ningún escaparate,
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DEMIAN
Spiritualxd no jusgar...aqui en este libro pieden sacar un monton de teorias!!! la verdad son muchas paginas..tiene que ver con BTS...pero igual si no te gusta bts talvez te pueda llamar la atencion ya aue habla de los dos mundos(cielo e infierno)..espero qu...