Capítulo XIV: En nuestra oscuridad

10 0 0
                                    

- Vale Nath, de esto no se puede enterar nadie ¿de acuerdo? - afirmé.

- Ya sabes que puedes confiar en mi casa - susurró. 

Nath y yo salimos de mi habitación y volvimos al salón.

- Hoy si que tienes secretismos Eric - dijo Carlos.

- sí la verdad - contesté con una risa nerviosa.

- Bueno, ya que volvemos a estar todos, ¿Qué hacemos ahora? - preguntó Iván.

- Yo voto por un jugar a un "Yo nunca" - dijo Celia.

- Yo voto por el "Twister" - aportó Edgar.

- Pues yo prefiero unas cartas - añadió Nath.

- Nada de eso. Dejaros de tonterías. Vamos a jugar a un Tinieblas - dijo Víctor.

- Un tinieblas ¿enserio Víctor? eso es de niños pequeños - añadió Nath.

- No, enserio, va a estar divertido. Venga chicos - insistió Víctor con un gesto de pena en la cara.

- Venga vale, cuenta conmigo pesado - contestó Carlos levantando la mano.

- yo también juego - dijo Celia haciendo el mismo gesto que Carlos.

- juego yo también - dijeron Nath y Edgar al unísono - Nosotros dos también jugamos - contestó Iván levantando su mano y la mía a la vez.

- ¡Genial! pues empecemos. Las únicas normas que hay son: no vale encender las linternas del móvil y hay que ir en parejas. Empiezo yo ligando - explicó Víctor.

- Pero somos impares - dijo Celia.

- Bueno pues uno tiene que ir solo o en pareja de tres - contestó Víctor. - Venga, elegid pareja que empiezo a contar -.

Yo miré a Iván y le estreché mi mano para que la cogiera cuando de pronto las luces se apagaron. Sentí su mano agarrando la mía fuertemente. Iván solo había venido a mi casa cuatro veces en total y esas veces solo habíamos estado en el piso de abajo menos una vez que subimos a mi habitación, así que no conocía muy bien la casa. Le agarré fuerte de la mano mientras le guiaba hacía el piso de arriba. Decidí meternos en el armario (Que ironía volver a meternos ¿no?). Nos metimos entre toda la ropa de mi armario y nos sentamos dentro. Me gustaba esa situación, una sensación de estar con tu pareja en un espacio pequeño, los dos solos, sin nadie que nos molestase, con solo el silencio como compañero y las manos de cada uno entrelazadas con una fuerza poderosa. Sonreí en la oscuridad de ese pequeño armario al sentir a Iván tan cerca de mí. Una sensación de seguridad, de saber que él estaba ahí y que nos teníamos el uno al otro. 

En medio del silencio que invadía cada rincón de la casa, la voz de Víctor destacó entre tanta oscuridad.

- ¡Ya voy! - exclamó Víctor.

En ese momento Iván me apretó la mano con más fuerza.

-Tranquilo, aquí seguro que no nos encuentra. Y si nos encuentra le daremos un susto antes de que pueda decir nuestros nombres- le dije a Iván en un tono silencioso - ¿Tienes miedo? - pregunté en un susurro. 

- No - contestó en un susurro casi imperceptible.

Pude ver la sonrisa de Iván entre la claridad de las luces de la ciudad que entraba por mi ventana y se colaba por las rendijas del armario. En ese momento me sentí aun más seguro.

No sabía donde se habían escondido los demás pero seguro que a los primeros en pillar son Nath y Celia, son muy malas escondiéndose. 

- Por Celia y Nath - dijo Víctor. 

Solo quedábamos Edgar, Carlos, Iván y yo. 

En ese momento escuché como Víctor iba subiendo las escaleras poco a poco.

- Creo que es hora de salir del armario - dijo Iván en un susurro muy bajo mientras abría la puerta del armario.

- Me parece que ya salimos hace tiempo de aquí - contesté con una risa ligera.

Pude escuchar como se empezaba a reír Iván. Esta vez fue él quien me agarró de la mano y nos guió al siguiente escondite. No se como lo hizo de rápido Iván para que Víctor no nos pillara ni nos oyera movernos, pero lo hizo.

Nos escondimos en el cuarto de mis padres. Allí Iván me sentó en la cama y me empezó a besar con mucho ímpetu. Noté algo diferente en los besos, no era como siempre. Era una sensación distinta, pero también me agradaba. En la habitación de mis padre entraba menos luz del exterior y no podía distinguir bien a Iván en la oscuridad. Aunque no podía verle, le sentía con mis manos. Empecé por su pelo y luego fui bajando con mis manos por el cuello hasta rozarle los hombros. Por un momento pensé que ese chico no era Iván. No coincidía la altura de Iván con la de ese chico. Los hombros estaban más bajos, igualando mi estatura y eso era casi imposible porque Iván era más alto que yo, por lo menos me sacaba una cabeza. 

Decidí parar los besos y averiguar si realmente era él. Iván nunca se quitaba su reloj, fue un regalo que le dio su padre antes del accidente y por eso le tiene tanto cariño. A si que le cogí de la muñeca izquierda. Y al fin supe quien era. Era Iván. Allí estaba el reloj, ese reloj metálico.

Quizá habrían sido paranoias mías, como nunca había estado con Iván a oscuras, a lo mejor no supe distinguirle muy bien. 

Al saber que era Iván me alegre, y entre la penumbra de la habitación dibuje una sonrisa en la cara.

- Por Iván y Eric - dijo Víctor al encontrarnos.

Bajamos al salón donde estaban Nath y Celia. No las vi porque todavía todo estaba oscuro pero pude distinguir sus siluetas. Solo faltaban Edgar y Carlos. Menos mal que tenía a Iván como pareja. Si me hubiese tocado esconderme con Edgar seguramente no hubiese parado de pedirme perdón y de intentar lanzarse a mis labios. 

- Por Carlos y Edgar - se oyó gritar a Víctor en el piso de arriba.

Los chicos bajaron y las luces volvieron a aparecer. Nath y Celia sentadas en el sofá. Carlos y Víctor de pie junto al sofá. Y Edgar e Iván de pie junto a las escaleras...

¡¿Qué!? ¿Cómo podía ser? ¿Cómo podía estar Iván de pie a 2 metros de mi y junto a Edgar? No le había sentido ni tampoco visto moverse del sofá hacía las escaleras. 

- ¿Cómo te has movido sin que me haya enterado? - pregunté a Iván con una risa forzada

- Es que se me había caído el reloj y Edgar lo había encontrado - contestó mientras se volvía a colocar el reloj en su muñeca. 

- Bueno, ¿Qué hacemos ahora? Son las 2 de la mañana, todavía es pronto - dijo Carlos.

- Ahora me toca a mí - contestó Nath. 

En ese momento Nath volvió a abrir su mochila y sacó sus preciadas botellas. 

- Esto ya es otra cosa Nath - añadió Víctor.

Nath abrió las botellas y empezó a repartir entre los presentes. Todos empezaron a abrir la boca y Nath les echaba la bebida. 

En ese momento me di cuenta, no estaba disfrutando de aquella noche. Solo me estaba preocupando de Iván, los mensajes y Edgar y no estaba disfrutando. Yo fui quien montó todo esto para estar con mis amigos y lo estaba desaprovechando. A si que decidí olvidarme de todo por una noche y disfrutar de todo, por lo menos hasta el día siguiente...



Luces entre miradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora