Capítulo XVII: "Picasteis"

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Víctor no paraba de quejarse de nosotros, pero a nosotros nos daba un poco igual. Yo solo estaba pendiente en la tele, en lo bien que estaba tumbado con Iván y sobre todo, en el mensaje secreto que me dejó Purple en el mensaje de texto. Aunque en ese momento estuviese agusto, había algo en mi cabeza que no paraba de recordándomelo una y otra vez incomodándome poco a poco. Tenía ganas de ir a ese lugar, a esa dirección misteriosa. Nunca había oído el nombre de esa calle y eso me generaba aún más intriga. Dejando a un lado que no paraba de pensar en el nombre de la calle, lo que más me preocupaba de todo este tema es que Nath y los demás estuviesen involucrados en ello. Ellos no habían tenido culpa de nada, Iván bebió por su cuenta, nadie le había obligado a beber. A mi me daba un poco igual que ese Purple me amenazase, solo me importaban ellos. 

- ¿En qué piensas pequeñín? - me preguntó Iván mirándome a los ojos mientras me acariciaba suavemente el pelo.

- En nada en concreto la verdad - reí ligeramente para que Iván no sospechase. - pienso en varias cosas a la vez, ya sabes como soy - volví a reír mirándole a la cara.

- Te conozco bastante bien la verdad - rió Iván.

Los dos nos miramos durante unos segundos, él me besó y los dos volvimos a centrarnos en la televisión o eso intentaba. Saqué el móvil y volví a mirar el mensaje sin que Iván se percatase de ello. Lo miré una y otra vez intentando buscar algún que otro mensaje secreto o una pista más sobre la dirección misteriosa, pero no encontré nada más. Apagué el móvil y volví a mirar la tele. 

Intente olvidarme un poco de todo y parece que funcionó. La comodidad había vuelto a mí y acompañado volvió el sueño. Mis ojos sin previo aviso se cerraron y de un minuto a otro me quedé dormido en los brazos de Iván.

Cuando cerré los ojos todavía podía escuchar la televisión, hasta que otro ruido comenzó a llamar la atención. Un ruido mecánico sobresalía sobre las voces de la televisión. Cada vez se oía más hasta que solo se podía oír aquel ruido extraño. Era un sonido familiar, con toques mecánicos que se oía con rapidez. Seguía con los ojos cerrados, intentando abrirlos, pero no podía. El ruido me asustaba cada vez más y en un intento de abrir los ojos, descubrí que era ese sonido; era el sonido de un teclado de ordenador, el sonido de alguien que estaba escribiendo muy rápido en un teclado. En ese momento mis ojos se abrieron repentinamente pudiendo ver lo que me rodeaba. 

Estaba en una habitación normal y corriente, de un chico, parecía de mi edad por los posters y la decoración de adolescente. Estaba sentado en la cama de esa habitación, me levanté y me puse a observar todo. Había una estantería con varios peluches, una repisa entera de libros y videojuegos; algún que otro juguete y solo quedaba la última repisa, una repisa repleta de trofeos, medallas y copas de algún deporte. Tenían algo de polvo y algún que otro arañazo.

Me aleje de la estantería y me puse a observar el resto del cuarto. No había mucho más, posters de videojuegos y fútbol, un armario y la cama, pero me fije en algo que me llamó la atención. Me fije en la mesilla que había junto a la cama. A simple vista era una mesilla simple y normal, pero lo que me llamó la atención fue uno de los cajones. Estaba abierto y se podía observar algo grande dentro de él. Me acerqué a verlo y cuando estaba a punto de ver lo que había dentro, el ruido del teclado volvió a sonar, y esta vez aún más cerca. El ruido me retumbaba en la cabeza cada vez más fuerte. Me giré para poder salir de la habitación, pero de pronto algo apareció. En el hueco vació de la pared apareció un escritorio en el cual había alguien sentado en frente de él. Parecía estar escribiendo con el teclado del portátil, él era el responsable del ruido. Parecía un chico de mi edad,iba vestido con una sudadera, con la capucha puesta. Deducí que podía ser Purple y fui corriendo hacia él para quitarle la capucha. Cuando estaba apunto de tocarle, él se levantó de la silla y se giró rápidamente hacia mí. Yo me quedé paralizado mientras él me miraba. No tenía cara pero aun así sabía que él me miraba. Se quedó frente a mí y me empujó fuertemente contra la cama. Caí de espaldas contra ella, pero en vez de caer directamente contra ella, caí en una caída muy profunda. Comencé a gritar mientras caía, hasta que me desperté.             

Luces entre miradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora