Capítulo XV: Escaleras y alcohol

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3:30 de la madrugada. El panorama del salón había cambiado desde la última hora. Celia y Carlos cantando canciones en un idioma que parecía croata en la cocina; Nath durmiendo en mi sofá; Víctor potando en el baño; Edgar estaba con el móvil sentado en el primer escalón de las escaleras; e Iván y yo sentados en el sofá.

Todo esto fue a causa de las botellas inofensivas de Nath. Todos bebimos menos Edgar, no quiso beber. Yo también bebí, pero nunca me sube el alcohol y no me pongo pedo.

Todos íbamos a nuestra bola en ese momento. Creo que hasta algunos no se acordaban de que estaban en una fiesta de pijamas. Nath se durmió a la media hora de empezar a beber, antes de eso estuvo llorando, riendo, bailando y hasta cantando. Carlos y Celia fueron a por algo de comer hace como media hora y siguen metidos allí cantando sin parar. Víctor empezó a vomitar al segundo chupito, se le sube bastante el alcohol. Edgar no bebió nada y estuvo todo el rato apartado de todos, solo con el móvil viendo las historias de los demás en Instagram. y por último, Iván. Él dice que no bebió mucho pero fue uno de los que más bebió a decir verdad. Cayó redondo cuando nos sentamos en el sofá.

Creo que mi reflexión sobre "olvidarme de las preocupaciones y disfrutar de la noche con mis amigos" me ha salido rana. Todos borrachos y yo admirando el panorama, con Iván durmiendo en mis rodillas. En ese momento me fije en Edgar. Con el móvil alejado de todo lo ajeno en aquel salón-taberna. Me levanté dejando a Iván tumbado en el sofá y fui a las escaleras junto a Edgar.

- Haces bien - le dije mientras él fijaba la mirada en la pantalla luminosa del teléfono.

Se giro sin gran interés y respondió-

- ¿Qué? - contestó confuso.

- En no beber me refiero. Mira como han acabado todos. Y menos mal que a mi no me sube el alcohol que sino estaría peor que ellos - dije con una risa leve al final.

- Ya ves - rió.- A mi no me gusta beber. Primero por el sabor y luego porque lo veo una estupidez. No le encuentro el sentido a la bebida - explicó.

- Tienes toda la razón del mundo, pero ya sabes como somos los jóvenes de hoy en día, hacemos estupideces por poder ser aceptados por la gran mayoría de la gente, por conocer gente nueva o incluso por hacerte sentir bien a ti mismo - añadí.

- Me encantan tus reflexiones sobre la vida. Siempre me han encantado - me dijo Edgar mirándome a los ojos y con una sonrisa en la cara.

Yo también le miré con el mismo gesto en la cara y en ese momento pareció que se hubiese parado el tiempo. Solo él y yo. Sin ni siquiera verlo venir me besó y no se si fue por el alcohol o porque era muy tarde,pero le besé también. Nos empezamos a besar como si una nostalgia nos hubiese invadido a los dos en el mismo instante. Un minuto más tarde me di cuenta de lo que estaba haciendo y decidí parar.

- Para para - le dije a Edgar mientras él me seguía mirando.

- ¿Por qué? - preguntó con cara de desconcierto.

- Esto no esta bien y lo sabes - contesté.- ¿Lo ves? esto es una de esas estupideces que te he dicho que las personas hacemos. Unas veces las hacemos por intentar encajar y otras para intentar olvidar - concluí.

Y sin decir nada más me levanté de las escaleras y fui al baño. Cerré la puerta y me puse frente al espejo. "¿Qué has hecho Eric?" dije en voz alta mirando mi reflejo y con un gesto confuso en la cara. Apoyé mis manos sobre el lavabo y baje la cabeza apuntando mi mirada en el desagüe del grifo pensando y todo lo sucedido e intenta buscar una razón por la que había besado a Edgar.

Volví a levantar la cabeza y me eché agua en la cara para espabilarme un poco. Volví a mirarme en el espejo y por último solté un suspiro haciendo que este se empañase. Me dispuse a salir pero me percaté de algo.

- ¿Víctor? - pregunté confundido

Víctor estaba sentado en el suelo con la cabeza apoyada en el váter mientras dormía con la botella de Larios en la mano. Estaba tan centrado en lo que había pasado con Edgar que ni me había enterado de que Víctor estaba allí. Me agaché y me senté junto a él. Le miré a los ojos y me empecé a reír, el panorama lo merecía. Agarré su brazo y lo puse alrededor de mi cuello para luego levantarlo y sacarlo del baño. Abrí la puerta y note que algo había cambiado en el salón. Edgar ya no estaba en las escaleras, ni siquiera en el salón; Celia tampoco estaba y ahora Carlos estaba sentado en la alfombra mirando la televisión. Nath e Iván seguían dormidos como troncos.

Dejé a Víctor junto a Nath en el sofá y decidí preguntar a Carlos por si sabía donde se habían ido Celia y Edgar.

- Oye Carlos, ¿Sabes donde están Celia y Edgar? - pregunté con esperanzas de que él lo supiese.

- Sí. Edgar creo que se fue, decía que no pintaba nada aquí y que no se que. Y Celia se había quedado dormida y la he subido a tu habitación para no dejarla tumbada en el suelo, no te importa ¿verdad? - me explicó Carlos un poco pedo todavía y con el aliento a alcohol en la boca.

- No, no me importa, pero ¿entonces Edgar se ha ido? - pregunté con un tono preocupado.

- Sí - contestó Carlos.- Oye, hablando de Edgar. Puedo entender tu preocupación, antes os he visto en las escaleras y sé lo que ha pasado. Tú tranquilo que yo no le voy a decir nada a Iván ni a nadie - dijo dándome una palmada en el hombro.

- Gracias Carlos - contesté devolviéndole la palmada en el hombro.- Creo que me voy a subir un rato a la terraza a despejarme un rato - le dije en un tono más bajo de lo normal.

Me levanté y subí las escaleras mientras miraba el móvil pensando en si había sido culpa mía que Edgar se fuese. Abrí la puerta de la terraza y me senté en una silla. Apagué el móvil y enfoqué mi mirada en el cielo. Nunca me había quedado a mirar las estrellas fijamente, siempre las veía cuando volvía a casa los fines de semana, nunca me fijaba en ellas. "Para ser el cielo de Madrid, se ven bastante bien las estrellas" dije en alto observando el cielo. Poco a poco me iba centrando más en las estrellas e iba olvidando todo lo que me rodeaba hasta solo poder ver el cielo y nada más. Esas luces diminutas en el cielo me iban hipnotizando cada vez más hasta que llegó un punto que mis ojos se empezaron a cerrar por cada segundo que pasaba. Veinte minutos después ya me había quedado dormido.

Que yo recuerde no soñé nada esa noche, solo recuerdo unas luces pasar por mi cabeza y poco más. Abrí los ojos y lo primero que vi fueron los grandes edificios que se alzaban sobre Madrid, con una luz delicada y muy clara que apenas les iluminaba por detrás. Estaba amaneciendo. Miré la hora y eran las 7:00 en punto de la mañana. En ese momento me acordé de la fiesta de pijamas y decidí bajar. Pasé por mi habitación y allí seguía Celia durmiendo. Bajé las escaleras con un poco de miedo por lo que me podía encontrar abajo. Llegué al salón y allí estaban todos: Nath durmiendo en el sofá, Iván durmiendo en el suelo; y Carlos y Víctor durmiendo en el sofá, Carlos sentado y Víctor tumbado con la cabeza apoyada en las rodillas de Carlos.

Al ver esa escena un impulso me recorrió la mente, tenía que hacer una foto a Carlos y Víctor. Estaban tan monos acurrucaditos y la mano de Carlos sobre la cabeza de Víctor. Fui a sacar el móvil del bolsillo, pero me acordé de que lo había dejado en la terraza. Subí corriendo hacia la terraza. Abrí la puerta y cogí el móvil de la silla. Fui a salir cuando me giré y alguien me sorprendió.

- ¡Que susto joder! No vuelvas a asustarme así Nath - exclamé alterado.

- Vale, pero tampoco he dicho nada para que te asustes - contestó en un gran bostezo.

- Pensaba que estabas dormida - le dije a Nath.

- Lo estaba, pero tu carrera por las escaleras me ha despertado - explicó con el ceño un poco fruncido.- ¿Y a que has subido? - preguntó Nath.

- A por el móvil - contesté a la vez que lo encendía.

Nath se acercó a la barandilla de la terraza y quedó en silencio observando la ciudad. Yo mientras revisaba los últimos mensajes que había recibido, y ahora me arrepiento de haberlos revisado.

- No tio, no puede ser - dije preocupado con un gesto de pavor en la cara.

- ¿Qué pasa? - me preguntó Nath asustada.

Yo solo levanté el móvil frente su cara y esperé a su reacción.

- ¡¿Otra más!? - contestó alterada.

- Me temo que ya es la cuarta...- dije asustado.

Luces entre miradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora