Estrellas perdidas

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Lance no podía explicar con palabras la sensación que le había producido ver a Pidge utilizando vestido. Se trataba de una mezcla entre sorpresa, consternación y algo más, algo indescifrable para él que formaba torbellinos en su pecho.

«Es cierto» se dijo a sí mismo «Pidge es una chica...»

Nunca se había sentido tan idiota como en el momento en el que recordó súbitamente que ese pequeño duende era, en realidad, una bonita chica. Había estado tan acostumbrado a verla utilizar ropa masculina y cabello corto, que su cerebro hizo cortocircuito. Se sentía tan avergonzado a causa de aquel error, que ni siquiera fue capaz de verla a la cara durante el almuerzo. Sabía que mostrarse esquivo con ella era algo idiota e infantil, pero no podía remediarlo... ¡No sabía cómo actuar! Y, mucho menos, cómo pedir perdón por todo.

¿Por qué tenía que ser tan estúpido? se preguntó.

—¡Lance! ¡Tierra llamando a Lance! —dijo Jessica, pasando una mano frente al rostro de su novio, quien despertó de su letargo con una mirada cansada.

—¿Qué ocurre? —él forzó una sonrisa y pasó un brazo sobre los hombros de ella, quien se apegó más.

—Tengo hambre —dijo ella—. ¿Qué te parece si vamos por unas rosquillas? He oído que Donkin Donuts tiene un nuevo sabor.

Lance cerró los ojos, pensativo, y cuando los volvió a abrir, dedicó una sonrisa brillante a su novia.

—¡Es una excelente idea! ¡Vamos!

Puso en marcha el motor del vehículo, dejó ir los hombros de Jessica y abandonó el estacionamiento del cine con un movimiento rápido y ágil. Sin embargo, una vez que estuvo en camino su mente volvió a enfocarse en Pidge, en la mirada de aquellos brillantes ojos castaños, en su figura menuda embutida en aquel vestido azul, su color favorito.

«Ah, demonios» pensó «¿Qué está sucediendo conmigo?»

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Mientras Jessica se dedicaba a comprar las rosquillas, Lance permaneció en el coche, aguardando por ella. Quería permanecer un momento a solas para ser capaz de pensar mejor, pero una imagen captó su atención a través del retrovisor: Una moto roja, y un par de ocupantes sobre ella.

«Es Keith» pensó, y giró para observar mejor el panorama.

La moto se había detenido junto al semáforo que se hallaba en la esquina.

«Sí, definitivamente es él» se dijo «Reconocería ese horrendo cabello en cualquier parte»

Entonces enfocó la atención en la persona que lo acompañaba, y Lance la reconoció al instante: El vestido azul en conjunto con la chaqueta... ¡Era Pidge!

«¡¿Qué hacen esos dos juntos?!»

Sin pensarlo dos veces, encendió el motor y abandonó el estacionamiento, dispuesto a seguirlos para comprobar por sí mismo a dónde iban.

Una vez que el semáforo pasó a verde y Keith aceleró, Lance aguardó unos momentos antes de ponerse en marcha también... No era tan idiota. Sabía que si permanecía muy cerca, Keith notaría al instante que lo estaban siguiendo.

Por algún motivo que desconocía, estaba enojado. Realmente enojado. No le gustaba ver a Pidge cerca de Keith, y mientras más enfocaba la atención en ellos, más le hervía la sangre. ¡Se supone que Pidge era suya, joder! ¡Eran amigos desde la más tierna infancia! ¿Por qué ese horrible samurai quería quitársela?

Magnolia [VoltronAwards18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora