La sorpresa de Lance

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Las memorias que tenía al respecto eran bastante borrosas.

Cuando era solo un niño y aún desconocía muchos conceptos, toda su familia migró desde Cuba y se asentaron en una casa bastante modesto en los suburbios de Chicago. Él no conocía otro idioma más que el español, así que había tenido mucho miedo de toda esa gente que hablaba en inglés, un idioma completamente desconocido para él.

Al lado de la casa donde se encontraban, vivía un niño un par de años menor junto a su hermano mayor, quien tenía más o menos su misma edad. Entre los tres solían pasar el tiempo y jugar, y ellos se convirtieron en sus primeros amigos. También, debía admitir, fue gracias a ellos que fue comprendiendo aquel nuevo lenguaje.

Debido a que no recordaba el nombre del niño más pequeño, había decidido llamarlo «Pidge» a causa de la camiseta de Pidgey —un pokémon— que solía utilizar todos los días.

Los padres de Pidge eran profesores en una Universidad, y se tomaron el tiempo libre que tenían en ayudarlo a él y a sus hermanos a aprender inglés.

Los Holt, que así se llamaban, siempre fueron muy amables con ellos y los habían hecho sentir como en casa. Después de todo, Chicago sería su nuevo hogar por tiempo indefinido. Incluso habían ayudado a sus padres y sus tíos a hallar trabajo en aquella tierra desconocida que aún no habían podido explorar.

Desde entonces, los Holt y los McClain fueron grandes colegas, y pese a que Lance extrañaba su Cuba natal, no se sentía solo en lo absoluto.

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Pidge creció para convertirse en un niño genio. A su corta edad, era capaz de manejar ecuaciones complicadas y aprender cosas que un estudiante cuatro o cinco años mayor recién se encontraba aprendiendo. Pese a la diferencia de edad entre ellos, muchas veces Lance había recurrido a Pidge para comprender las lecciones de matemáticas que estaban a nada de ocasionar un cortocircuito en su cabeza. Pidge no siempre era paciente y, a veces, incluso realizaba bromas crueles para desmotivarlo, pero pese a todo, allí estaba él, dispuesto a ayudar en lo que necesitara.

Lance debía admitir que admiraba mucho a Pidge.

Ese pequeño niño que parecía no crecer nunca siempre había estado allí en los peores y los mejores momentos, y siempre había sabido la manera exacta en la cual elevar sus ánimos cuando creía que nadie más podía comprenderlo.

Luego de que Matt se había marchado a estudiar a una escuela científica, solo estaban ellos dos, y Lance no podía realmente sentir la ausencia de su otro amigo, ya que Pidge sabía cómo divertirse y sacarle algunas risas.

Fue entonces que notó que Pidge era la persona más preciosa para él.

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A los doce años conoció a Hunk, quien acababa de trasladarse en compañía de sus padres y hermanos a Chicago.

Al verlo tan despistado y solitario, Lance recordó su propia experiencia luego de haber llegado de Cuba, y no dudó en darle la bienvenida a su reducido círculo. Desde entonces los tres fueron los mejores e inseparables amigos que se habían labrado su propia reputación.

Hunk, al igual que Pidge, era un genio, aunque su mente conocía mejor de máquinas que números como Pidge. Por este motivo, no tardó en surgir una especie de confianza entre los dos que Lance no llegaba a comprender del todo.

Quizás fue entonces que empezó a alejarse de Pidge... No porque estuviera enojado por su repentina cercanía a Hunk, sino por sentirse excluido, como si él de pronto ya no existiera.

Hubo veces en las que se arrepintió de incluir a Hunk en el grupo, y es que en el fondo sentía que Pidge debía ser de él, porque fue él quien lo había descubierto.

Magnolia [VoltronAwards18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora