Los dilemas de Keith y Pidge

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Cuando Pidge cerró el casillero y alzó la mirada, se halló con Hunk, quien la saludó con la mano antes de acercarse donde ella se encontraba.

—¡Hey, Pidge! —chocaron puños, como era lo usual, y Hunk le dedicó una sonrisa—. ¿Cómo se encuentra tu pie?

—Mucho mejor —dijo ella, y pateó el aire para corroborar que todo se hallaba en orden—. Todavía molesta, pero ya no duele mucho.

—¡Eso es genial! —la mirada de Hunk brilló—. ¿Sabes? Estaba pensando que podríamos vernos un día de estos, tú, Shay y yo...

—Me encantaría —dijo Pidge con una sonrisa—. Muero de ganas por conocer a tu novia.

Hunk se rascó la mejilla.

—Ella también quiere conocerte —dijo—. ¿Qué te parece el sábado? Iremos por unos helados, y quizás luego pasemos a ver alguna película. Hace poco estrenaron una de terror con muy buena crítica.

Pidge elevó una ceja.

—¿Estás seguro de que quieres ver una película de terror? La última vez, si no recuerdo mal, acabaste vomitando hasta la cena del día anterior.

—Bueno, respecto a eso, yo... —empezó a decir, pero se interrumpió al alzar la vista y ver a Lance, quien acababa de llegar y no lucía muy animado—. Hey, Lance.

Pidge bajó la mirada y se rehusó a hacer contacto visual con él.

Desde que ella confesó sus sentimientos, entre ellos dos no hubo mucha interacción a excepción de la vez que Hunk deseó involucrarlos en la misma conversación y acabó fallando miserablemente.

—Hey, Hunk —saludó Lance—. Pidge...

Ella notó que su corazón dio un brinco, pero tras dar un respingo se despidió de Hunk de forma apresurada sin acabar de concretar los planes, y se marchó sin mirar hacia atrás. Todavía le resultaba difícil encarar a Lance luego de haberse comportado como un idiota con ella a causa de los estúpidos celos que sentía respecto a Keith. «Él no tiene derecho a reclamarme nada» pensó «No después de habernos dejado de lado a Hunk y a mí para estar con su novia».

Al doblar un pasillo, vio a Shiro hablando con Keith unos metros frente a ella.

Keith lucía molesto.

—...¡Ya hemos hablado de esto, Shiro! —decía con los puños apretados con fuerza—. ¿Por qué no confías en mí?

Había cierto temblor en la voz de Keith que ponía al descubierto su frustración, y un brillo intenso en sus ojos que despertaba diversas emociones.

Shiro vaciló un poco, y quiso hablar pero lo único que fue capaz de hacer fue suspirar.

Keith le dio la espalda.

—Ese silencio dice mucho —dijo en un tono tan bajo, que Pidge apenas fue capaz de oírlo—. Tú sabes que esto es importante para mí, y aun así...

No culminó la frase, solo se alejó convertido en una furia.

Pidge corrió hasta alcanzar a Shiro, quien se llevó la mano al rostro y sacudió la cabeza, apesadumbrado.

—Disculpe, profesor, ¿Pero qué ha sucedido? —preguntó sintiéndose algo tonta por querer involucrarse en un tema que, probablemente no la concernía—. ...Si no es molestia, por supuesto.

Shiro la miró en el momento exacto en el que la campanilla sonó indicando el inicio de las clases.

—Ahora no. Debes ir a clases —dijo, y Pidge maldijo por lo bajo—. Pero es bueno que hayas preguntado. Ven a verme a la hora del almuerzo.

Magnolia [VoltronAwards18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora