Keith estaba avanzando sobre un extenso campo colmado de margaritas. No había señales de vida además de la propia, pero no sentía soledad o el deseo de escapar de ese sitio. Se hallaba en paz consigo mismo, como si las emociones se hubieran transformado en una voluta gaseosa que acabó evaporándose de sus pensamientos. No recordaba cómo había llegado a ese lugar, pero tampoco tenía interés en averiguarlo. Era (¿Cómo podía expresarlo en palabras?) libre.
Caminó por varias horas (O quizás solo transcurrieron unos pocos minutos. Su percepción del tiempo se había esfumado en conjunto con las emociones), hasta que, poco a poco, fue cobrando consciencia de sí mismo.
«Un momento» se dijo, y detuvo su andar «¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Qué es este lugar?»
Contempló hacia los lados y alrededor, pero solo halló el mismo campo que se extendía más allá del horizonte, salpicado por el blanco de los pétalos de aquellas flores.
Ante esa súbita realización, las emociones se agolparon dentro de sí mismo y poco a poco comprendió que nada de ese lugar era normal.
«¿Pero qué demonios...?»
Giró sobre sí mismo en búsqueda de una meta a la que dirigirse. Quizás, si corría hacia alguna dirección, sería capaz de hallar un camino que lo devolviera al mundo real, y así lo hizo: Corrió como si su propia vida dependiera de ello, pero sin importar cuánto avanzara, no conseguía encontrar un modo de escapar.
«¿Qué es este lugar?» volvió a preguntarse sin detener su carrera «¿Dónde está Shiro?»
Se detuvo de golpe.
«Shiro...»
Era cierto.
Él se había marchado sin dar más explicaciones solo para visitar la tumba de su padre.
«Pero no llegué...» recordó, y cayó de rodillas «No vi a papá»
Los recuerdos poco a poco fueron llegando a su mente, pero aun no podía comprender cómo había llegado a ese infinito campo de margaritas.
«Shiro...»
Recordó las veces en las que discutieron.
Él no dio el brazo a torcer respecto a su idea de abandonar la escuela y dedicarse de lleno a escribir. Shiro tampoco hizo lo mismo al tratarse de abandonar su actual trabajo y empezar a perseguir sus sueños de estudiar Literatura.
¿Sería ése una especie de castigo por haberse comportado como un niño caprichoso?
«Shiro...»
Recordó la expresión desolada de su mentor cuando le dijo que no quería seguir yendo a la escuela.
«Shiro...»
Recordó aquel último abrazo; el calor del tacto ajeno; las palabras reconfortantes, cálidas, cargadas de cariño y devoción.
Entonces, Keith fue capaz de notar lo mucho que necesitaba a Shiro, lo mucho que desearía poder sujetar su mano, abrazarlo.
«Por favor, Shiro. No me dejes» pensó «No quiero que me dejes. Por favor. Quédate a mi lado. Shiro. Shiro...»
Algunas lágrimas amenazaron con brotar de sus ojos, pero fue capaz de contenerlas a tiempo.
¿Cómo se sentiría Shiro en esos momentos? Era probable que todavía lo estuviera esperando, pero...
«¿Por cuánto tiempo he estado aquí?» se preguntó «¿Cómo puedo volver a ver a Shiro?»
Se puso de pie poco a poco, y retomó la carrera.
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Magnolia [VoltronAwards18]
FanfictionKatie Holt ha estado enamorada de su vecino y amigo de la infancia, Lance, desde que tiene memoria sin ser (aparentemente) correspondida. Sin embargo, cuando la amistad entre ellos dos empieza a sacudirse, Katie conoce a un chico con aspiraciones a...