Escribir aquellas historias de los héroes de nuestra ciudad me ayudaba a liberar todo aquello que había reprimido a otras personas. Me gustaba la idea de plasmar aquellas palabras en dibujos, pero no era nada bueno en eso.
Después de ver akumatizado...
-Tu mamá me llamo preguntándome si estabas conmigo- Alix hablaba por teléfono con Nath- ¿Donde demonios estas?
-En Niza- rió levemente.
-¿QUÉ?- alzó la voz lastimando el tímpano del pelirrojo.
-Vine por unos días con mi prima, probablemente regrese antes de año nuevo- explicó recargandose en un árbol.
-Al final nunca apareciste en la fiesta de Marinette, y de repente estas al otro lado del país, qué rayos Nathaniel- quejó la joven tallandose la sien.
-Era mejor que quedarme en casa.
-¿Sigue sin hablarte?- preguntó refiriéndose a su madre.
-Parece que no le agrado mucho la idea de tener a un "Marica" en su casa- encogió sus hombros algo decepcionado.
-Sabes que puedo recibirte en casa si las cosas se ponen feas- mencionó en un tono amable- Tendría que hablarlo con papá pero, creo que es mejor a que te salgas de la ciudad de un día a otro.
Nath rió un poco, se sentía mejor hablando con ella, prácticamente era su única amiga en esos momentos.
-Me pregunto si Marc tuvo que pasar por esto alguna vez- suspiró sentándose en el pasto.
-Juleka me contó que tiene cicatrices en sus brazos y piernas- mencionó algo triste.
Nath recordó aquellas cortadas que había visto en su abdomen el día que lo visito después del incidente en el baño, aunque creía que habían sido hechar durante el ataque, era probable que Marc las hubiera hecho tiempo antes.
-No sé te vaya a ocurrir hacer algo así Nath- advirtió con algo de preocupación- No vale la pena lastimarse.
-Tranquila, hace rato me corre con papel envoltorio y casi siento que me desmayo- intentó bromear mientras veía la hora en su reloj- Debo colgar, mi pizza ya debe estarse enfriando.
-No dudes en llamarme si pasa cualquier cosa.
-Podría considerarte mi nueva madre.
-No te cambiaré los pañales- añadió antes de despedirse- Nos vemos.
-Nos vemos- colgó guardando el teléfono en su bolsillo.
De pronto, giró hacia el árbol, soltando un fuerte golpe con su puño contra la madera, causándole una enorme herida en los nudillos, los cuales habían comenzado a sangrar.
Había mentido acerca de la sangre. No quería seguir soportando el hecho de que en unos días tendría que volver a su realidad.
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23 de Diciembre. Un día más y el centro comercial estaría el doble de lleno que aquel día.
Como habían acordado, Marc y Daniel caminaban frente algunos de los locales de la plaza, esperaban encontrar algún regalo para su familia.
