Escribir aquellas historias de los héroes de nuestra ciudad me ayudaba a liberar todo aquello que había reprimido a otras personas. Me gustaba la idea de plasmar aquellas palabras en dibujos, pero no era nada bueno en eso.
Después de ver akumatizado...
-Tal vez vaya París a estudiar una vez que me gradue de la preparatoria- Daniel les ayudaba a subir su equipaje al auto, dejando la maleta de Marc en la cajuela- Unos tíos viven allá y dicen que podrían darme asilo en caso de pasar el examen de admisión.
-¿Pasaras a tercer grado?- el pelinegro es estiro un poco para cerrar la puerta de la cajuela.
-Si, el próximo año- afirmó sacudiéndose las manos- Así que, probablemente estemos en contacto en caso de que así sea.
-Yo seguiré en la preparatoria para entonces- rió viendo como su padre se despedía de la abuela y algunos tíos que vivían con ella.
-Si, pero estarás en la misma ciudad- tomo su mano acariciándola un poco- Solo en caso de que para ese entonces estemos los dos libres, podríamos intentarlo de nuevo.
-Suena a un trato justo- ambos rieron mientras su padre se acercaba al auto.
-Marc, es hora de irnos- le dijo con una leve sonrisa abriendo la puerta.
Ambos jóvenes se abrazaron lo más fuerte que pudieron. Esperaban seguir hablando por teléfono, al menos como amigos, no creían que una relación a distancia les agradaría mucho.
Además, aún sentía que tenia cosas que hacer una vez llegara a París.
-Cuídate, no dejes que nadie te lastime de cualquier forma- pidió Daniel separándose de él.
-Lo mismo digo- sé acercó a él depositando un suave beso en sus labios, para separarse y subir al asiento de copiloto.
-¿Listo?- preguntó su padre encendiendo el motor.
Marc miró por el retrovisor a Daniel, quien se despedía con su mano.
-No, pero hay que irnos- le sonrió despidiéndose igual sacando su mano de la ventana.
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El 29 de diciembre llegó. David había conducido toda la tarde, cuatro horas de camino y ya había comenzado a oscurecer.
Nathaniel revisaba su teléfono. Nunca recibió ninguna llamada de su madre, ni siquiera un mensaje.
Tal vez algo malo le había pasado o, solamente ya no quería saber nada de él.
-¿Está todo bien, Nath?- Hassel le miraba por el retrovisor.
-Estoy algo nervioso- respondió guardando su teléfono.
-Todo saldrá bien- intentó calmarlo viendo como se detenían en la acera- Iremos a hacer algunas últimas compras y después llegaremos a casa de él padre de David.
Nath tomó su maleta, moviendo su pierna nervioso.
-Gracias por todo,- dijo para después mirar a chico- a ti también David.
