Capítulo 23

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¿Una cita de ensueño? No lo creo, pero sí es importante para mí.

Günther.

Tal vez soy un egoísta, pero simplemente no podía dejarlo pasar si quería intentar algo serio con Daphne, y, honestamente, yo quiero muchas cosas con ella

No conozco a ninguna persona que estando enamorado en su juventud haya tomado buenas decisiones o simplemente le haya funcionado su primer amor. Yo me enamoré perdidamente de la rusa más hermosa que mis ojos pudieron haber visto cuando era un muchacho. No fuimos la pareja más envidiada de todos, pero teníamos una conexión increíble. Sí, ella era la chica popular y hermosa, y yo era el nerd con buen cuerpo que a todas las traía locas. Por Hope me enfrenté a mis padres por primera vez, por ella me peleé con Ivan un sin fin de veces y por ella pasé días sin comer o entender las razones de la vida para quitármela.

Mi madre la odió desde que la conoció, pero yo sentía que la amaba con mi vida. Por ella decidí ser economista. Quería casarme con ella y darle la boda más increíble del mundo. Ella no era una persona exigente, pero era una niña de papás, así que lo que le parecía normal, a mí me parecía costoso. Mi familia después de mucho tiempo logró tomarle aprecio a Hope, pero no estaban convencidos de que su amor fuera honesto, ya que mi padre era un arquitecto muy reconocido para ese entonces. Lo primero que piensan las personas con dinero, al ver que sus hijos consiguen una pareja, es, que están con nosotros por interés.

No hay términos medios para ellos y mucho menos dudas.

O es así, o simplemente, no lo es.

Mi madre intervino más de una vez por nosotros, así que al irla conociendo, le fue agarrando cariño y con los años la trataban como a una hija más. El problema empezó cuando ella me dejó por un mensaje y desapareció. Mi familia jamás se lo perdonó, sin importar las razones que yo podría darles.

Fueron noches de desespero para mí y mis padres no sabían qué hacer conmigo, para que estuviera bien.

—¿Sufriste mucho cuando se marchó? —pregunta, Daph, con ojos llenos de tristeza.

La miro por unos segundos y la veo suspirar, podía invitarla a sentarse en el suelo, pero era imposible hacerlo en estos momentos, el frío estaba -2 grados y ambos compramos abrigos más fuertes para la cita.

—Creía tontamente que la vería en vacaciones —mi voz sale casi en un murmullo—. No pensé que me daría. Sentía que estábamos bien antes de que ella regresara a Rusia —sonríe de lado, por más que quiero verla, no puedo, siento que no soy digno en estos momentos de ella—. Era una relación bastante buena. La mayor parte de las veces éramos tranquilos. Hope era una mujer tranquila y muy centrada. A veces ni lograba seguirme con las bromas que hacía, pero así la amaba...

—Entiendo... —susurra, la miro de reojo, que se estaba abrazando.

No había frío con el abrigo, pero sé que ella no lo hacía con esa intención.

—Ivan decía que doña amargada se enamoró de don bromista —agrego, acariciando la lápida.

—¿Intentaste ir con ella a vivir a Rusia? ¿Ella no sabía que aquí podrían tratar su enfermedad? —giro mi cabeza para verla, ella se estaba acomodando los guantes.

—Le prometí estar con ella para siempre, pero eso tenía una fecha de caducidad. Ella me ocultó la enfermedad y no quería hacerme pasar por eso, porque sabía que todo iría mal para mí si ella moría —suspira sin decir nada—. Una mañana decidí dejarlo todo y fui con ella, pero muchas veces me arrepentí de ir. Había días buenos y no tan buenos. Hope no era la misma y sus ojos estaban empañados por el dolor.

Ámame si te atreves, jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora