Capítulo 6

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Como diría mi abuelita, nuestra vida es prestada. Unos viven al límite, otros viven el día a día y muchos viven por vivir.

Nunca he vivido en una burbuja, siempre he sido una realista cruel e hiriente. Me duele muchas veces ser así, pero he trabajado desde muy joven y ya vi demasiadas cosas, a tan corta edad. Nosotros, los seres humanos, trabajamos tanto, que se nos olvida cómo es vivir. Siempre pensamos que necesitamos dinero para salir o para comprar algo... Llegamos a pensar que siempre vamos a tener tiempo para todo, pero lo único que se nos agota es eso... El tiempo.

La antigua novia de mi esposo ausente no tuvo la oportunidad de tener un futuro. Para ellos las cosas pasaron muy rápido, la vida se redujo a segundos o un sin fin de recuerdos... Por lo menos para él. La vida es efímera y sí, se nos puede ir en un respiro... Un respiro que termina siendo doloroso para la persona que se queda en la tierra.

Günther pasó por mi casa a las 10 de la mañana para ir a la lectura del testamento de Hope. No habló, no dijo nada y solo se mantuvo inmutable, sin vida mientras conducía por las calles de Berlín.

«Quisiera que él tuviese una reacción ante lo que pasa», lo miré de reojo preocupada.

Lo único que escuché de él, fue que utilizará Google maps, para poder dar con la dirección a donde leerán el testamento.

No diré una mentira, no lo sabía usar, pero omití esa información, haciendo uso de Google, busqué algunas referencias para dar con el lugar.

—Creo que a veces es mejor hablar para liberar tensiones —hablo, tratando de hacer el ambiente menos difícil, él se sorprende y me da una rápida sonrisa—. Sé qué es difícil, pero hablar es más sano que guardar lo que se siente.

—No soy una persona comunicativa —dice, prácticamente, en un murmuro—. No te preocupes por mí, por favor. Yo estoy bien. Así que no le hagas mucho cerebro a mi actitud actual —responde serio.

Me alegra por lo menos saber que finge estar bien. Sé qué no es sincero, pero no soy la mejor persona para darle apoyo a él. No sé la razón de traerme, pero tampoco es el mejor momento para preguntarle cosas.

No volvimos a dirigirnos la palabra en todo el camino, hizo varios intentos para volver hablar, pero solo callo y soltó suspiros largos.

[...]

Llegamos a una jefatura civil y por alguna extraña razón el miedo invadió mi cuerpo. Nunca hice algo malo, pero mis padres estaban tan enojados conmigo, que me hicieron venir a una jefatura para quitarme de su registro familiar.

No lo hicieron, pero me dio mucho miedo perder a mi familia. Günther tomó mi mano apretándola con fuerza, haciéndome sentir segura.

Aunque sé qué no lo hizo con la intención de darme seguridad.

Después de caminar por un pasillo solitario, llegamos a una oficina con poca gente, unos lloraban y otros hablaban. Intenté alejarme para darle su espacio con las personas que tenían el mismo sentimiento que él, pero no me dejó hacerlo y si lo intentaba, solo acariciaba mis dedos.

—Günther, si viniste —la voz de una mujer, se escucha detrás de nosotros—. Me sorprende tenerte aquí, pero también me siento aliviada. Hope donde sea que este, te lo agradece.

—Ella creía que no iba a venir porque me trató horrible durante todo su tratamiento. Fue muy inmaduro de su parte terminar la relación por un mensaje de texto, pero no la dejé. Ja, fui tan tonto que le prohibí que muriera. Pero Hope siempre hizo lo que le dio la gana conmigo. Ella pensó que mi amor era frágil y no estaría hasta el final. Lo único que me cabrea es que no cumplió la promesa de un feliz para siempre —dice lo último, en un hilo de voz.

Ámame si te atreves, jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora