Capítulo Especial II

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Hospital Británico.

Buenos Aires–Argentina.

Todos somos tóxicos en algún momento de nuestras vidas.

Sasha.

Verla reír y hacerla feliz era mi adicción. Creció en un ambiente diferente, ella fue mi salvación y perdición a la vez. El punto débil que cualquier hombre no quisiera tener... No, el punto débil que todos deberíamos tener para hacernos regresar a la realidad de lo que es la vida.

Yo no elegí a mis padres o a mi familia, pero mientras me abría camino en este mundo tan complicado, tuve que depender de ellos. Tampoco soy el malo de esta historia, o tal vez sí. Todo depende desde qué perspectiva te cuenten las cosas.

Fueron los mejores años de mi vida junto a ella. Fue mi primer amor y yo fui su más grande y primera decepción. Había decidido renunciar a todo por ella y sinceramente, vivía para ella. No quería verla llorar más. Cada cicatriz que había en mi cuerpo, me recordaba que ella sería intocable. Las marcas no se van y lamentablemente, eso para mí, era demasiado para mostrarle.

Ella me ayudó a sanar de muchas maneras.

Mi madre me ayudaba a verla cada día que quería ver a Daphne. Mi pequeña nunca se dio cuenta de lo que yo trataba de hacer para poder estar con ella, así fueran cinco minutos.

Yo siempre estaba para ella, pero no tenía la fuerza suficiente para enfrentarme a las personas.

¿Qué opción tienes cuando te amenazan con matar a tu novia?

Preferí alejarme... y sí, fui un cobarde y la dejé con una bestia vestida de cordero.

Desamparada y sola, sin ninguna explicación.

—Doctor Kozlov, hay un hombre que lo busca —la voz de mi secretaría me saca de mis pensamientos.

—Dile que entre y por 30 minutos no me pases ningún recado —le ordeno. Asiente y se marcha sin mediar palabras.

No he llevado una vida fácil. Fui adoptado a los 7 años por mis padres para cuidar a la futura heredera de la mafia rusa. A los 14 años la mafia italiana me dejó casi muerto en un almacén secuestrando a mi hermana menor. Conocer a Daphne fue lo único bueno que me pasó en toda mi vida.

—Qué hermoso, doctor —entra a mi consultorio mi abuela materna.

Confundido me quedo sentado en la silla de mi escritorio. Nosotros no teníamos buenas relaciones.

—Señora, ¿qué la trae por aquí? Habíamos quedado en que si yo renunciaba a ser doctor, usted nos dejaba vivir en paz —empieza a reírse sentándose en una silla que estaba en la esquina del consultorio.

—Además de ruso, al parecer no entiendes las cosas. ¿Crees que tienes derecho a preguntarme algo? —me ataca. Intento responder y alza su mano deteniéndome—. Iré al punto, no tengo tiempo para ti. Aléjate de esa chiquilla, no te quiero cerca de ella. Entiendo que es una bastarda, pero tú no la mereces.

—La bastarda es usted —me mira indignada—. Sí, tiene razón. No merezco a Daphne, no merezco a esa chica que, a pesar de todo, sigue intentando ser feliz. Esa hermosa chica de sentimientos puros que da todo de ella sin importar no recibir nada. La única que no la merece es usted. Déjala en paz, déjala ser feliz —escupo con odio.

Empieza a reír a carcajadas.

—Qué imbécil, te enamoraste de la bastarda —limpia unas lágrimas que le cayeron por reírse—. Me gané la lotería contigo —se levanta de la silla y empieza a caminar hacia la salida—, tienes 48 horas para desaparecer de la vida de... —pone cara de asco—, ni siquiera puedo ponerle un adjetivo —toma el picaporte y me ve de nuevo fríamente—. Si no desapareces de su vida, me tocará matar a tu amada y a ti te tocará verla partir.

Unos golpes en la puerta me regresan a mi realidad. Entra un investigador privado que es mi amigo y toma asiento frente a mí.

—Leonid —saludo a mi amigo estrechando nuestras manos.

—Sasha... —responde mi saludo—, conseguí la dirección de tu chica —una sonrisa se me forma inevitablemente—, pero no está sola. Una noche, mientras estaba cansado de no conseguir pista de ella —baja la mirada—, vi a alguien con la descripción que me diste y la encontré en un lago. Estaba acompañada de un hombre mayor y parecía que tenían una conversación íntima. Le pregunté al hombre que salía furioso de ahí, por la relación de los dos y al parecer era su esposo.

Aunque me vi con unas personas ligadas a Daphne, Albert no me quiso decir que tipo de relación tenía ella con el hombre que fue a Ciudad de México.

—¿Su esposo? ¿Estás seguro de que era el esposo de Daphne? —pregunto seriamente, él asiente de inmediato—. Entonces me olvidaste, aunque yo nunca deje de buscarte... —murmuro para mí. Leonid me entrega unos documentos y sale del consultorio.

Daphne, te pido perdón porque sé que debes estar feliz con él, pero quiero que me entiendas y sepas que para yo cerrar nuestra historia, debo ir a verte y decirte que yo no te fallé.

Yo te amé, te amo y siempre te amaré.

Estés conmigo o estés con él.

Gracias, abuela.

Por culpa tuya perdí a lo único bueno y puro que yo tenía. Espero que ahora te prepares, porque este inútil ruso te quiere de rodillas pidiendo clemencia frente a mí y a tu amada familia.

Sé qué tus días están contados, pero nunca está de más adelantar una muerte.

Tomó mi celular y llamó a la única persona que me ayudaría sin preguntar nada.

Llamada saliente:

—Supongo que ya lo sabes. ¿Irás a Berlín a buscar a mi amiga? —pregunta Albert, al atender el celular.

Se suponía que no preguntaría nada...

—Iremos a Berlín. Regresa pronto a casa y ayúdame un poco más, por favor... —empieza a reír.

—La encontraste. Eres mi jefe, pero debes saber que me estoy metiendo en un problema muy grande con Daphne por ayudarte —me informa molesto.

—Te llamé para decirte que iremos a Berlín, pero antes debo hacer una parada en Rusia —suspira—. Tengo unas cuentas pendientes con mi abuela, así que iré, tomaré lo que es mío y volaré a Berlín —se escucha un refunfuño—. Aceptaré ser el líder de la mafia. Así que no puedo fallar en mi primera misión. Mis padres estarán de acuerdo y no veo problema en que quite a mi abuela de algo que ya no debería tener.

«Espero que te guste mi pequeño obsequio, abuela», sonrío ante mis pensamientos, mientras veo un vídeo de Leah, tramando algo para dañar a Daphne.

Así que eras tú, la que quieres lastimar a Daphne. ¿Qué información tendrás sobre ella y la persona con la que Daphne se casó?

Pero una cosa es segura, nadie se mete con la que un día fue mi chica. Te enseñaré a no jugar con fuego, mujer.

Es hora de que regrese a su vida y por primera vez en años, le diga qué fue lo que sucedió de verdad.

Yo nunca te abandoné, fui forzado a irme del lado de la mujer que yo más amaba y me tocó sufrir su ausencia... todos los días, durante muchos años, eran una tortura para mí.

Hoy tengo poder y puedo darte la cara.

No en busca de amor, pero sí, en busca de tu perdón.

Ámame si te atreves, jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora