Capítulo 37

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Günther

Tenía muchos sentimientos encontrados. Primero, no esperaba que la mujer que yo quería y siempre tenía una sonrisa, tuviera tantas inseguridades. Segundo, no esperaba que le tuviera tanto miedo a Leah y tercero, aunque lo deseara, no lo esperaba. Que la mujer que amas te diga que puede que seas padre no tiene comparación alguna.

Me siento inmensamente feliz y el hombre más afortunado de la tierra. Fui premiado con ser padre de nuevo.

—Aunque no está confirmado, todavía puede que tengas un hermanito —le cuento a la lápida de mi bebé—. Serás quién le toqué el título de mayor —pongo unas flores de colores olorosas en un jarrón—. Encárgate de cuidarla mientras es una angelita y cuando llegue a la tierra, me encargo yo.

Me levanto de la grama y siento mi corazón partirse. Siempre me pasa esto cuando me toca marcharme de aquí.

—Como desearía que estuvieses aquí —suspiro y veo al cielo—. Te amo, espero que cuides de nosotros.

Empecé a salir del cementerio. Pasaría a buscar a Daph en su universidad, para almorzar con ella. Su graduación estaba a la vuelta de la esquina y no quería que se sintiera más insegura sobre nada.

[...]

Estuve junto a Ivan buscando cualquier información que pudiera servirnos para poder mantenerla alejada de Daph. Lamentablemente, no conseguimos nada. Es bastante frustrante porque quiero que mi chica esté tranquila y lo menos que ha conseguido es eso.

Tranquilidad.

Desde que sé lo que sufre mi pequeña, quiero protegerla.

—¿Qué te pasa, cielo? —pregunto, llegando a la mesa—. ¿Estás molesta por qué debo viajar esta noche? —vuelvo a preguntar, tomando su mano para acariciarla.

—Estoy triste porque te vas a ir —acaricia mi pulgar—. No quiero que te vayas. ¿Regresarás antes de mi graduación? —me ve con ojos tristes—. Siento que no vas a llegar a tiempo.

—Te prometo que si llegaré, cielo —beso su mano—. Tenemos que confiar que todo saldrá bien. Después de mucho esfuerzo, te vas a graduar y quiero estar ahí. Nada va a empañar tu momento lleno de felicidad.

Suspira y asiente, pero sé que no está satisfecha.

—Se me antoja comer pizza. No pude comer en la universidad —sonríe y ve hacia los lados—. Debo ir a la prueba de vestido más tarde. Todavía no encuentro nada que me guste.

—Te verás hermosa con todo —le sonrío de regreso—. Vamos a pedir la pizza y llevarte a la tienda para que elijas tu vestido.

Me emociona saber que ella pueda estar embarazada. Quisiera tener en casa a una pequeñita como Daphne, corriendo en casa y diciéndome papá.

[...]

Después de comer, llevarla a la tienda y que ella eligiera un hermoso vestido azul, estábamos en casa, cómodos y acostados en la cama, viendo una película.

—¿Si nos descubren, seguiremos juntos? ¿Nuestro amor podrá con cualquier cosa? —pregunta dudosa, sentándose en la cama, al terminar la película.

—Te seguiré amando aunque se acabe el mundo —respondo sin titubear—. Mi amor, todo va a estar bien. No te pongas así, cielo. ¿Qué pasa, bonita?

—No es nada, lo prometo —me siento y la veo a los ojos—. Es que tengo demasiado miedo, amor —ve hacia la televisión—. Hay veces en que simplemente no quieres perder lo que tienes.

—¿Nena, qué pasa? —tomó sus mejillas haciéndola verme—. ¿Por qué hablas así?, ¿qué te pasa?

—Que hoy te amo más que ayer y sé que mañana te amaré más que hoy —sonríe tiernamente, dándome un cálido beso—. ¿Me perdonas por ser tan miedosa?

Ámame si te atreves, jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora