Capítulo 18

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La gente normalmente cree que uno se hace la tonta, pero eso no es así. Quiero decir, yo nací así y me da vergüenza que después de varios años, me toque admitirlo. Para ser tonta se nace, no se hace y es agobiante... Ser como soy, es la cosa más horrible que me pudo pasar hoy en día.

Tengo tanto miedo de aceptar lo que me pasa con mi esposo ausente. No sé, tengo miedo de admitir mis sentimientos por él y que las cosas simplemente cambien.

Debo decir que tengo mala suerte en el amor.

Nunca he tenido más amigos que Albert y ahora Tina, pero anteriormente solo me dediqué de lleno a trabajar y estudiar. Quería llegar a la universidad y lograr mis objetivos lo más rápido que pudiera, sin tener ningún obstáculo. Tengo miedo también de que la relación entre él y yo, sea nada más que por el contrato.

Es aterrador creer que la única que siente soy yo.

«Debe creer que no me gusta o que lo odio», reviso algunos e-mails mientras pienso.

Tengo derecho de tener miedo y cortar por lo sano, además no habíamos empezado nada, era mejor ahora que no nos conocemos tanto y no me afecta volver a tratarnos como extraños.

¿Verdad?

—Daphne, ve a la oficina del señor Schwarzgruber y trae los documentos firmados de tu salida —me ordena, Gaby.

La miro confundida porque no me corresponde ir a buscar eso a mí, sino que los documentos fueron entregados por Tina.

¿No puede ir a buscarlos la persona que los entregó?

—Gaby, pero es que no me corresponde... —le informo, ella me hace señas para que continúe—. No sé de qué van, pero tenía entendido de que no se podían buscar informes confidenciales de nuestros compañeros —explico, un poco nerviosa.

—Cariño, eres tan leal a tu trabajo, pero soy tu jefa, debes obedecer —me sonríe pícara—. Tina tiene otras cosas que hacer y no puede simplemente dejar aquello, por ir por eso —ni siquiera le he dicho lo que sucedió con ella—. ¿Ves? Es simple, ahora ve a buscar los documentos que necesito, para después discutir con Tina sobre tu plan de vacaciones pagadas.

Me da una risita traviesa para esperar que me vaya.

—Pero es que yo también estaba ocupada... —murmuro, levantándome de la silla y caminando hacia mi destino final...

Otra vez.

Lo primero que hago al entrar a la oficina es tratar de parecer normal y no que me vea nerviosa. Después de la conversación con mi esposo ausente, no lo he visto, ya que la mayor parte del tiempo, lo que hago es evitarlo.

—Hola, extraña —me saluda Ivan, con una sonrisa, sé qué él está de permiso por una lesión menor y por esa razón se la pasa aquí ahora—. No pongas esa mala cara, Daphne, prometo portarme bien mientras esté por estos lados —comenta divertido.

Le doy una sonrisita y empiezo a relajarme.

—Estoy completamente seguro de haberle pedido a Tina que viniera por el documento, ¿Exactamente por qué razón estás tú aquí? —interviene mi esposo ausente, dirijo la mirada hacia él, pero la aparta—. Además, antes de entrar a cualquier oficina de la compañía, recuerda que, por modales, se debe tocar la puerta y se debe esperar a que te den el permiso para entrar —me informa, más molesto que hace segundos atrás.

Por lo menos dame la cara...

—¿Te comiste algo en mal estado y por esa razón estás hablando así, Günther? ¿Qué te pasa ahora? Es Daphne la que está entrando a la oficina, no una extraña a la que le debes hablar así. No es ni siquiera una simple empleada... —replica cabreado, su amigo.

Ámame si te atreves, jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora