Capítulo 30

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Hoy es un día muy frío...

Daphne.

Hay días en los que solamente quieres pasar el día durmiendo y disfrutar del frío que nos regala ese momento. Esta mañana, con todo el dolor de mi alma, me levanté de la cama. No tenía que ir a trabajar por las vacaciones, pero iba a la compañía a darle salida a unos documentos urgentes, que por más que le expliqué a Tina como hacerlas, ella seguía sin entender el proceso. Hoy siento que no es mi vida, la verdad, es que ni debí salir, pero ya lo había hecho y pues, ya ni modo. Primero, Leah me golpea como si quisiera matarme y segundo, las cosas con mi esposo ausente terminaron.

Bueno, aunque las cosas son como él dijo: —No podemos terminar algo que empezó por un contrato—.

Menos mal me quería.

—Esto es tan divertido. ¿A quién debemos matar? —comenta Tina, mientras vemos unos vestidos en una de las mejores boutiques de la ciudad—. ¿Qué pasó ahora con Günther? No logro imaginarte siendo mala —me ve interesada—. ¿Ya se aman o siguen en el plan de pelea por Sasha?

Ella sabe todo lo que pasó con el ser que no mencionaré.

En fin, la mujer que dice ser mi amiga, no apoya ciertas actitudes de esa persona, pero insiste en que debo decirle algo para que no siga sintiéndose inseguro.

—Todo estaba muy bien hasta que mencionaste a ese ser. ¿Puedes dejar de decir su nombre? —le pido molesta, ella me ve divertida aguantando las ganas de reír—. El muy imbécil salió medio desnudo a explicar sus instintos de animal y ataques de ira reprimida —estalla en una carcajada, la miro mal, cruzándome de brazos—. No te rías, después de tener varios días peleando, vino a pedirme que lo acompañara al viaje como su esposa y también a la fiesta de la compañía.

—¡Pero es qué es tan lindo! —me interrumpe muy eufórica, le dice a una vendedora que traiga dos vestidos horrendos—. Si no vas al viaje te quemaré toda la ropa que tengas —la veo horrorizada—. ¿Siguen peleados por Sasha o ya se aman? —pregunta otra vez.

No se quedará tranquila hasta que le diga algo.

—Si tan solo me dejaras terminar de hablar... —pasa sus dedos por su boca como si fuera un cierre—. Tiene un pequeño odio por Sasha. Aunque estoy consciente de que no le había dicho nada, mis sentimientos por él son sinceros —asiente con una sonrisa—. Yo no siento ningún tipo de cariño hacia mi supuesto esposo. Podemos terminar esto cuando él quiera.

Definitivamente, las cosas terminarán bien y sin complicaciones.

—Ok, puedo entender el problema de mi amigo, ¿pero no crees que ese tal Sasha fue un cobarde? Simplemente desapareció de tu vida y te dejó tirada por años —veo un vestido que llama mi atención—. Pero me alegra tanto saber que no sientes ningún tipo de afecto por el hombre que es tu esposo —suelta una risita—. Ahí vienen, actúa natural —me pide, mientras se le forma una enorme sonrisa—. ¡Hola, mis amores!

Quito la mirada del vestido que me había robado el corazón, y rápidamente empiezo a buscarlos por toda la tienda.

—Sí, te creo. Se te nota por como no lo buscas y que dejaste de quererlo hace meses —la miro mal.

—Eres tremenda inmadura —empezamos a reír, después de reír unos minutos, vuelvo a hablar—. Amo ese vestido, pero mi presupuesto solo me da para pagarme algún arreglo de cabello.

—¿La esposa del hombre más influyente de toda Europa no tiene ni un euro? Esto se cuenta y no se cree —pone su mano en mi hombro—. Deja que yo arregle esto en cuestión de segundos.

Saca su celular y llama a alguien, un minuto o tal vez dos, una vendedora, nos dijo que todo lo que quisiéramos corría bajo la cuenta de la casa. Miro a Tina, que me guiña un ojo y ya puedo suponer, que casa fue.

Ámame si te atreves, jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora