Capitulo 10 "Para Gente Normal"

19 0 0
                                    

—Los deportes en grupo son una forma excelente de conocer gente —explica Petermann cuando le pregunto sobre los trofeos.

En su despacho hay una estantería que ocupa toda una pared, llena a partes iguales de libros y trofeos, como diminutas estatuillas doradas de gente a punto de golpear una pelota de tenis o de sumergirse en una piscina inexistente.

—Como podéis imaginar, se necesita mucha financiación para mantener a flote un proyecto como este. Para los negocios es bueno tener contactos.

Esboza su sonrisa característica y casi estoy esperando que uno de sus dientes brille como en un anuncio de pasta dental. «¡Ding!»

De la pared que hay detrás de su mesa cuelga una fotografía de un encefalograma ampliado. Petermann toma asiento directamente debajo de ella y se quita las zapatillas de deporte blancas. Abre la boca para hablar pero las palabras le salen en italiano.

—Sei idiota!

—¿Acaba de llamarme idiota? —pregunto.

Petermann niega con la cabeza.

—Ha sido Sergio. —Señala una jaula dispuesta en un rincón, junto a la puerta, donde hay dos enormes papagayos azules sentados uno al lado del otro, mirándonos atentamente—. El de la izquierda es Brunilda. ¿No son preciosos? Solo hablan italiano, el idioma nativo de la última persona con la que vivieron, un ortodoncista del North End. Estoy intentando aprenderlo, pero ya saben cómo es esto, un no parar. — Suspira exageradamente.

Nosotros, en realidad, no sabemos cómo es esto. Nunca he visto a otros pacientes en el edificio.

—Quest'uomo non è uno scienziato. Lui è un pagliaccio! —grita uno de los papagayos, y el escaso italiano que aprendí durante un verano que mi padre y yo pasamos en Roma para una conferencia de neurociencia me basta para captar que acaba de llamar payaso a Petermann.

—¡Asombroso! —exclama Petermann mirándoselos con cariño antes de devolver su atención a nosotros—. Habladme de los sueños. ¿Con qué frecuencia los tenéis? ¿Siguen un patrón definido? ¿Son recurrentes, mismo argumento, mismo lugar o varían?

—Lo único recurrente en mis sueños es Alice —explica Liam, y me ruborizo. A estas alturas debería estar acostumbrada a oírle decir mi nombre, pero no lo estoy—. Ha estado en ellos desde siempre. Cuando yo era un niño, ella era una niña, y a medida que yo crecía, Alice crecía también. Pero en realidad no nos conocíamos. Nunca le hablaba a nadie de ella... Suponía que los demás niños tenían sus amigos imaginarios y que Alice debía de ser la mía. Para cuando cumplí los dieciséis ya había subido a un volcán, había ganado la Copa del Mundo y había construido una casa de galletas de jengibre de tamaño real. ¿Te acuerdas de ese sueño? —Liam se vuelve hacia mí riendo—. Jerry se comió todos los pomos de las puertas.

—¿Quién es Jerry? —Petermann arruga el entrecejo—. No recuerdo haber tenido a un paciente con ese nombre.

Abro la boca para responder pero Liam se me adelanta.

—Jerry es el bulldog de Alice —dice encantado, como si hablara de un viejo amigo

—. Es la bomba. Es cierto que tiene un pequeño problema de comportamiento, pero se tranquiliza si le rascas debajo de la barbilla. Le encanta que le lancen cosas.

—Puede que en tus sueños —farfullo mientras pienso que no puedo recordar la última vez que Jerry recogió una pelota de tenis y la dejó a mis pies.

—Yo diría que aparece en la mitad de nuestros sueños. ¿Estás de acuerdo? —Liam me mira una vez más.

Tardo en contestar porque estoy demasiado ocupada contemplándolo, deleitándome con lo mucho que parece estar disfrutando de toda esta situación. Oyéndole describir el tiempo que hemos pasado juntos con el mismo placer que me produce a mí. Descubriendo que pese a nuestro accidentado comienzo en la vida real, todo esto ha significado para él tanto como para mí.

Dreamology Donde viven las historias. Descúbrelo ahora