—Alice! —oigo que me llama Celeste justo cuando estoy abriendo el candado de Frank para irme a casa después de la sesión en el Club de Terrarios.
En momentos como este me gustaría tener los cascos puestos y poder largarme del aparcamiento sin mirar atrás, como si no la hubiera oído. Estoy exhausta. Entre el director, Delilah y Celeste, son muchas las cosas que necesito procesar. Pero mis cascos están, para variar, en el fondo de la bolsa hechos un nudo imposible.
—¡Hola! —Me doy la vuelta y pongo mi mejor sonrisa.
—Quería pedirte un favor —dice Celeste mordiéndose el labio mientras se acerca
—. ¿Podría ir a tu casa antes de la fiesta de esta noche? Si vienes en bici imagino que vives cerca, ¿no? Es que yo vivo fuera de la ciudad y no me apetece nada irme a mi casa para luego tener que volver. Podríamos arreglarnos juntas y mientras tanto te puedo poner al día de la gente que habrá en la fiesta... ¡Será divertido!
Muchos pensamientos pasan por mi mente en ese momento. Por ejemplo, si no tiene Celeste un millón de amigas a las que recurrir siendo una de las chicas más populares del colegio. Me pregunto si está poniendo en práctica lo de «mantente cerca de tus amigos, pero aún más cerca de tus enemigos», pero enseguida descarto la idea. Ella no es de esa clase de chicas. ¿Es posible que solo quiera ser mi amiga? Aparto todas esas preguntas porque en realidad solo hay una en la punta de mi lengua.
—¿Qué fiesta? —Seguida de—: ¿Seguro que estoy invitada?
Celeste ríe.—La fiesta de Harry. —De pronto se pone nerviosa—. Un momento, ¿no sois amigos?
Cierro los ojos y dejo caer la cabeza hacia atrás de puro agotamiento.
—¿Ya es viernes? —pregunto.
—Sé cómo te sientes —dice Celeste—, pero ¡has de ir! También le he insistido a Liam para que me acompañe. Así tendrás la oportunidad de conocerle mejor y él podrá demostrarte que no es el memo que viste la semana pasada. —Arquea las cejas y ríe.
Me obligo a reír también, pero algo en sus palabras hace que me tiemblen las piernas. Soy plenamente consciente de que Liam y Celeste están juntos. Nos hemos pasado la tarde hablando de él. Pero la idea de que Liam se cite con ella, de que quede para verla cuando prácticamente todavía puedo notar su cabeza apoyada en la mía a los pies de la torre de madera, cuando su mirada en el vestíbulo sigue tan fresca en mi memoria, hace que me entren ganas de vomitar, o de romper algo caro, o las dos cosas.
«No pierdas los papeles, Alice» —me digo—. «Puedes hacerlo. Celeste es una tía genial y te está pidiendo que pases un rato con ella, y no te iría mal tener una amiga. Además, te mereces algunas respuestas.»
—Será un placer —digo, pese a ser lo último que deseo hacer.
—¡Esto es mejor que la calle Newbury! —exclama Celeste por enésima vez mirando a su alrededor con cara de alucinada. Estamos acampadas en el suelo del enorme vestidor de mi abuela, con una caja de pizza de salami en medio—. Tu abuela tenía un gusto exquisito.
Mi padre no bromeaba cuando dijo que la abuela lo guardaba todo. Estamos rodeadas de ropa por los cuatro costados. Y tampoco bromeaba cuando dijo que la ordenaba por colores. El vestidor es un arcoíris de telas. Están los preciosos trajes de lana que mi abuela vestía en su madurez, delicados tweeds en tonos crema y verde musgo. Y prendas que seguro que hacía años que no lucía, como vestidos de seda sin tirantes y minifaldas de los años sesenta y tacones imposibles de dominar después de los ochenta.
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Dreamology
Teen FictionAlice ha soñado con Liam durante toda su vida. Juntos han viajado por todo el mundo y se han enamorado profunda e irremediablemente. Liam es el chico de sus sueños, y solo de sus sueños... Pero el día en que lo conoce en realidad se da cuenta de que...