Capítulo 21: Cobarde.

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Capítulo 21: Cobarde.

Kaya.







Lyla suelta un suspiro cansado una vez que se desploma sobre la cama de mi habitación —o la que usaré en esta inmensa mansión en Nueva Caledonia—. Copio su misma acción solo que a diferencia suya yo lo hago con cautela.

Ambas miramos el techo absortas en nuestras mentes mientras el constante tic tac del reloj principal suena.

Para este momento del día lo único que quiero es soltar un respiro y luego pararme e ir a admirar el lugar. Aunque mi cuerpo quiere dormir.

Giro mi cabeza y encuentro a Lyla jugando con su polera blanca translúcida encima de su bikini color vino el cual contrasta con su cabello rojizo y su piel pálida.

La noto un poco pensativa.

—¿Todo bien? —pregunto después de un rato.

Es extraño verla así, con una actitud que no es felicidad ni entusiasmo —las que, casualmente, siempre la han caracterizado—. Puede que en la vida de la gente —cuyos recursos sobrepasan en terrible manera lo cotidiano— siempre existan los días malos pero no me cabe en la cabeza ser infeliz con todo lo que tiene. Es perfecta. ¡Su vida es perfecta!

Alguien tan capaz de lograr lo que sea que se propone es, sin duda, Lyla Olson...

—¿Crees que soy linda? —pregunta sacándome de mis pensamientos.

Giro mi cabeza observándola con vacilación.

—Sí —respondo con seguridad—. Cualquier chico moriría por tener un poco de tu atención.

Y no miento al decir aquello último. Incluso me sorprendería pensar en la lista infinita de personas que ella seguramente ha de haber rechazado a lo largo de su vida.

La veo chasquear la lengua, indecisa. Su mirada verde esmeralda flaquea un nano segundo.

—Ah... Sí, puede que sí... Pero, ¿no crees que mi cabello es muy llamativo y mis pecas muy acentuadas? —continúa tocándose con horror la cara.

Sonó tan irónico eso, Lyla es una de las chicas más linda de toda la preparatoria y su belleza es desde luego bastante llamativa y atrapante. Su cara no es nada comparado a los artistas cuyas cirugías plásticas los han dejado totalmente irreconocibles.

—Desde luego que no, eso es lo que te hace única. —Lyla suspira murmurando «quizás tengas razón», ladeo la cabeza—. ¿Por qué estás diciendo todo eso? Si es algo de lo que dijo Arabela para molestarte sabes que...

—Arabela Queen es el menor de mis problemas, descuida. El problema es... otro.

Un nombre pasa por mi cabeza y lo suelto sin dudar:

—¿Revenge?

Una extraña sensación se instala en mi pecho de solo pensar en ese horrible apodo. No me parece para nada raro que ahora aquella persona esté tratando de arruinar la vida de otra persona con sus tontos acertijos o sus cotilleos totalmente exagerados.

Señorita número dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora