Capítulo 28: La barbacoa de los Especiales.

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Capítulo 28: La barbacoa de los Especiales.

Kaya.





El mismo día, en el mismo momento, la extraña tensión es palpable entre nosotros. O quizás más en mí. Mientras termino un ensayo importante, siento una extraña sensación en pecho que alerta todos mis sentidos. Una presión como si me avisara que debía salir de ese lugar.

Dejo mi lápiz a un lado junto a mi cuaderno y levanto la cabeza. Hay algo extraño en el aire, un poco más asfixiante y casi claustrofóbico que no me gusta. Me aterra.

El olor... Este cosquilleo... Quizás estoy siendo paranoica.

—¿Qué es ese olor? —le pregunto de una vez a Lyla sin poder aguantarlo. La pelirroja levanta la mirada de sus apuntes y al principio arruga el entrecejo sin entenderme. Luego, su ceño se relaja como si hubiera recordado algo.

Se le nota normal, eso debe ser buena señal.

—Es la cafetería. Hoy están haciendo un platillo especial —menciona volviendo a su posición inicial.

Permanezco con los brazos estirados sobre la mesa de cristal, pensativa. Su respuesta no me convence del todo la verdad. Conozco el olor de la cafetería —algunas veces llega a mis fosas nasales para generarme hambre— pero esto huele... diferente. Además siempre que lo percibo estoy cerca de la cocina y el salón está ubicado en el centro de Skyline, es imposible que llegue hasta aquí.

—¿Es normal que pueda sentir su olor tan cerca? Estamos bastante lejos de la cocina...

—Uhm... Supongo que sí —dice sin perder la concentración en sus hojas—. Hoy tienen previsto hacer una barbacoa cerca a los jardines, quizás el olor a carbón es lo que hueles, ¿ves? —Me tiende una parte de su agenda donde claramente dice «Hoy, barbacoa de almuerzo (Demasiado grasosa para nuestro gusto. Totalmente prohibido para ti, Lyla)». Me río al leer la nota anexa pero no le digo nada, quizás es eso y solo estoy haciéndole perder el tiempo cuando debería estar haciendo cosas más importantes. 

Le regreso la agenda y me disculpo. Todos hoy tienen cosas importantes que hacer así que lo último que quieren son distracciones. 

Vuelto a mi lugar y resoplo fijando mi atención en las hojas frente a mí. Hoy tengo que terminar este ensayo pero es imposible cuando el libro se me hace muy tedioso y aburrido, debería haberlo terminado hace días —todos aquí ya lo hicieron—, pero lo dejé demasiado tiempo en pausa que ahora no recuerdo nada y volver a leerlo se me complica por su grosor. 

Demonios.

Borro y agrego información, pero nada me sirve para comprender la mentalidad múltiple del personaje...

Cuando creo que voy a dejarlo, aparece una persona a rescatarme del martirio.

—Se infiere que la causa principal de su comportamiento es su entorno social —comenta Leandro dejándose caer en la silla de Key, la continua a la mía. Giro mi cabeza observándolo con confusión pero él solo mira mi informe. Ah...—El autor se basa en lo que vivió de pequeño para crear su personalidad, un tanto trillado de verdad, pero que si lo analizar un poco puede resultar bastante defendible...

Anoto eso.

 —Tú... ¿Crees que lo que lo llevó hasta donde está tenga que ver con el hecho de que su madre... Bueno...?

—¿Lo haya visto de una forma no maternal y lo haya ultrajado? —aclara alzando sus gruesas cejas—. Yo creo que sí. Su personaje sufrió internamente y eso, inevitablemente, desencadenó su trastorno y bueno... Los horrores que cometió en el libro. Si me lo preguntas, claro, yo creo que más que romantizar las muertes que provocó, el autor debió explicar más el trasfondo del personaje no la careta que usaba frecuentemente.

Señorita número dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora