Capítulo 25: Año nuevo y un amor prohibido.

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Capítulo 25: Año nuevo y un amor prohibido.

Kaya.






  ✎✎✎ 

—¿Quién es él? —pregunta papá mirando confundido al chico que me ha robado, otra vez, el primer puesto. 

En otras palabras, mira a Key.

—Key West, papá —comento a regañadientes mientras que mi rival está parado en la tarima recibiendo su premio, su galardón de primer puesto. 

Me sorprende no observar a sus familiares cerca. Aunque eso no debería importarme, de seguro está acostumbrados a eso, a tener galardones por su hijo. Tener un hijo como Key debería ser un privilegio y una bendición.

Ajá, sí, debe ser eso. 

—¿Ese chico es tu competencia?

—Sí...

—Es apuesto —comenta. Lo miro con los ojos entrecerrados. Sí, es guapo y eso qué—. Cuidado que quedes flechada y olvides la razón por la que te trasferiste aquí, Kaya.

—Papá... —Le recrimino poniéndome en pie al igual que la gente a mi alrededor para aplaudir al genio de este año. No debería ser así—. Estoy enfocada en mis estudios. Nada más, además...

Mis palabras se pierden cuando lo enfoco en el centro del lugar con su diploma en mano. Sonríe, como si aquello no fuera la gran cosa pero si a la vez lo fuera. Me hubiera gustado que la señora Fultonville me hubiera advertido de esto antes de transferirme; de que su sonrisa podría ser letal y sus ojos una maravillosa distracción. 

Debió advertirme que si me enamoraba perdería... Una lástima que ya lo había hecho. 

✎✎✎   






Llegar a casa fue el comienzo de una noche que prometía ser larga. En realidad lo fue. Bastante para mi gusto...

Mis padres me dieron la peor reprimenda una vez habíamos tocado el lobby, sabía que lo merecía, así que en todo el transcurso que me sermonearon estuve callada, sin refutar. Cuando había pasado cerca de una hora, papá notó que mi silencio no dudaría mucho así que decidió detener la lengua lastimera de mi madre antes que termine llorando sin poder detenerme.

¿Que si me dolió cada una de las palabras que dijo? Sí, y lo sigue haciendo. Han pasado varias semanas desde que ocurrió; ambos me han mantenido aislada de mi teléfono, de mis amigos y de mis libros, todo esto como una parte del castigo. ¡Y es horrible! No creo que todo lo que hice pueda causar un castigo peor que el de Rapunzel en su torre: encerrada como si fuera una bendita ladrona.

Bien, mentí y todo eso. ¿Pero tenían que castigarme con tanto exceso? ¿Su rechazo forma parte de mi escarmiento? Puedo sobrevivir un año sin teléfono y aparatos electrónicos —de todas formas eran pocas las veces que lo usaba—, incluso sin leer. Pero ver su cara larga e indiferencia, ¿eso forma parte del plan?

No tienen idea de lo mucho que duele.

—Buen día, señora Matthews. ¿Puedo ver a Kaya? —Mi cabeza se eleva de la almohada cuando identifico el timbre de voz de la persona al otro lado de la habitación. Lyla. Ojalá logre sacarme de este lugar.

—Mhm, Lyla... —comienza mamá, indiferente—. No sé si lo sabes, pero mi hija está castigada después de la mentira de la que tú participaste. No creo que sea bueno que la veas.

Señorita número dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora