Capítulo 29: No soy Revenge.

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Capítulo 29: No soy Revenge.








«Buenas días, usted se está comunicándose con el servicio de urgencias del Hospital Central de Manhattan, ¿desea...?»

«¡Hay un incendio en la preparatoria Sky... line! ¡Necesito... Necesito una ambulancia ahora! ¡Es... urgente!»

«Disculpe, señor, no logro oírlo bien. ¿Podría ubicarse en un lugar con mayor cober...?»

«¡Cállese... de una vez, maldita se... a! ¿¡No escucha que nece... sito una ambulan-cia con urgencia!? ¡Hay dos chicos que están... Están apunto de mo-rir

«¿Con quién estoy hablando?»

«Jo... der, eso qué interesa...»

«Señor, si no logra calmarse no vamos a poder ayudarlo».

«Soy un empleado de la secundaria, acabo de.... Acabo de sacar a cuatro chicos de su aula en llamas... Dos... Dos de ellos no responden a ninguno de los llamados, y entre ellos dos, hay uno que tiene las manos magulladas y con quema-duras graves, no sé, no soy un jodi-do doctor pero eso se ve mal... ¡Así que de-jen de preguntar y traigan una ambulancia, rápi... do!»

«Su señal es muy débil... Trataremos de reproducir la grabación para poder ayudarle mejor. Por favor, espere paciente hasta que una de nuestra unidades llegue. Mientras tanto, siga mis siguientes pasos...»  

«S-sí...»

***












Key.

—.... Y más o menos eso es todo lo que hice, papá. —Termino de comentar los últimos detalles del cómo Kaya aceptó ir conmigo mañana a casa para presentarse formalmente a mi padre, y bueno, a la poca familia que tengo. Papá sonríe tomando de su taza de café con mucho cuidado de no mancharse.

Miro hacia otra lado de alguna forma cohibido, no es que me guste hablar de mi novia todo el tiempo, pero últimamente eso es lo que hago. Antes, cuando mi padre decidía sentar a comer algo conmigo —una vez al mes, si tenía suerte— siempre terminaba hablándole de libros que él no conocía ni leía —ni mucho menos leerá— o llegando a un punto que nos gustaba a ambos: el arte. 

Sin embargo, llevaba hablando de Kaya las últimas dos oportunidades que nos veíamos y eso, de alguna forma, había captado la atención de papá, que por un momento dejó su gran imperio para sentarse en una café para hablar de cursilerías conmigo.

Y bueno... Sé a ciencia cierta que su relación con mi madre no es la mejor por eso jamás hablamos sobre ella. Siendo sincero, no entiendo por qué se han casado si no se aman en absoluto; y, aunque no lo he preguntado jamás, creo que las dos únicas razones por las que aún no se han divorciado es el temor de lo que pensará la gente... o, en el peor de los casos... yo. 

Y algo me dice que la primera es la respuesta.

Mi padre nunca ha amado a mi madre, lo sé, lo aseguro e incluso sin que me lo digan, lo puedo confirmar con solo verlos. No me afecta mucho —creo—, jamás he vivido bajo una familia realmente, no sabría poder explicar qué es un beso de buenas noches, una tarde de juegos en el patio trasero o... una cena familiar. No sé que es eso, no sé qué función exacta debe cumplir un padre, ¡mucho menos sé por qué la tan ansiada necesidad de recordar los días festivos de mis progenitores! Se supone que debemos celebrar el Día del Padre y el Día de la Madre pero, ¿de qué les voy a dar las gracias si jamás andan en casa?

Señorita número dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora