Capítulo 35: Catarsis.
Key.
Arregla tu problema y ve a hablar con ella.
Eso es lo que me he estado repitiendo todos estos días.
Día tras noche.
¿Lo resolví?
Desde luego que no.
Hablar con mi padre resultó ser peor que hacerlo con mi madre. Al final, he desistido. Era un caso perdido en realidad. Papá se cree un adolescente de 17 años dispuesto a luchar por el "amor de su vida" y está tan cegado por su maldito propósito que me ha jurado que va a seguir buscando a su amor sin importarle su propia familia o la de ella. Una decepción total.
Las cosas en mi casa fueron un desastre incluso cuando ninguno de mis padres estaban en casa. Aún así, decidí afrontar esto solo —como siempre lo he hecho— y tratar de mantener lo que aún me queda.
No me perdonaré nunca si pierdo a Kaya también, es la única persona buena que tuve y tengo en este mundo. Haberla apartado de mí, creyendo que la protegería, fue un desastre.
No la quiero lejos de mí, la necesito a mi lado. Pero soy un idiota y me estoy dando cuenta de eso muchos días después sin llamarla ni darle ninguna explicación. Debe odiarme, debería hacerlo, le prometí que estaría a su lado sin importar nada y la dejé. ¡Incluso un día antes del encuentro con mi padre!
—Eres un imbécil, Key... —murmuro pensando en eso último. ¿Cómo lo pude haber olvidado?
Arreglar todo esto solo se está haciendo difícil. Tengo mucho peso en los hombros y necesito de ella para poder olvidar todo esto. Para que su sonrisa pueda borrar los malos recuerdos en mi cabeza y llene el vacío que le falta a mi corazón.
Necesito comenzar mi catarsis.
Necesito verla.
Me pongo en pie ajustando mis zapatos por segunda vez. Voy a hablar con Kaya como dé lugar, sí, le contaré todo y esperaré por lo que ella decida aunque dentro mío ya haya tomado una decisión. Si ella decide hablar con su madre... Si ella logra persuadirla, quizás podré evitar todo este escándalo antes de que todo se vuelva feo.
Salgo de mi habitación pisando con seguridad. No tengo que decirle a nadie a dónde iré ni tampoco ver a nadie en mi camino, he mandado a Arabela a casa para que hable con sus padres y, aunque ella se rehusó durante todo el camino a su casa, creo que fue la mejor decisión que hice. Ella está a salvo con sus padres ahora, incluso si dicen odiarla, es su hija y tienen que velar por ella. No yo.
Le pido al chofer que me lleve a la casa de Kaya y éste asiente encendiendo el auto. Conduce en silencio mientras yo juego con mis manos, nervioso pensando cómo reaccionará. ¿Querrá golpearme? Eso no es muy ella, dudo que incluso sea capaz de alzar el meñique. ¿Me ignorará? Es curiosa sí, siempre quiere saber el porqué de las cosas y si ella me dejara explicarlo yo... Yo le contaría todo lo que no quise decirle. ¿Me besará? Dios quiera que sí, la extraño. Mucho. Todos estos días han sido un martirio sin ella.
—Señor... —el chofer avisa que hemos llegado. Miro por la ventana el edificio de Kaya y suspiro.
Por lo que más quieras, Dios, que no esté su madre...
—Gracias. —Me bajo del auto cerrando con delicadeza el coche—. Puedes volver, creo que tardaré.
—Sí.
Asiente despidiéndose y pone en marcha el vehículo. Lo veo desaparecer por la esquina y decido comenzar a avanzar hasta el edificio. Respiro hondo y me acerco hasta el recepcionista que rara vez está pero hoy tengo la suerte de encontrar.
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Señorita número dos
Ficção Adolescente«La lucha por conseguir el primer lugar en su corazón comienza aquí.» La preparatoria Skyline High es una institución para gente adinerada que divide según el rendimiento de los estudiantes en secciones de la "A" a la "D". Sin embargo, fuera de esta...