Spaces/IV Part

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Harry.

Apreté el volante, mientras pisaba fuertemente el acelerador.

Maldita sea, esa estúpida niña tenía toda la puta razón.

¿Cuando el dinero había influido tanto en mi?

¿Desde cuando estaba actuando como alguien superior por mi dinero?

Al momento de llegar a mi casa, apreté el botón del control para abrir la cochera.

Tamborilee mis dedos en el volante, esperando que el garage estuviera completamente a mi vista.

Me encontraba pensando en la pequeña rubia, cosa que no debería suceder.

Esa chica era bastante directa, y no le importaba que tuviera posición ni dinero.

Mientras estacionaba la camioneta, seguía pensando en esa rubia.

Abrí la puerta de mi casa y me quite el saco , colgándolo en la perchera de la entrada.

Estaba cansado mental y físicamente, avance hacia la cocina y me encontré una sorpresa.

Y esa sorpresa tenía nombre y apellido Samantha Jouvet.

Vestía un elegante vestido plateado y sus rizos estaban recogidos por unas pinzas.

Ella saltó del pequeño banco de la isla que estaba en medio de la cocina y aplaudió un poco.

Samantha era una persona bastante efusiva, no se si eso era bueno o malo.

La mayoría del tiempo era feliz si cumplía todo lo que se proponía, pero daba un paso en falso o sucedía algo que no tenia planeado, se volvía en el mismísimo diablo.

Estaba acostumbrada a recibir los mejores lujos y atenciones, ser hija única de uno de los hombres de una gran empresa hotelera le permitía encapricharse con todo.

-Te he traído un presente amor-. Dijo ella tomando una pequeña caja de la barra de la cocina. -Se que falta poco para tu cumpleaños, pero no podía esperar-.

Se acercó un poco más, envolviéndome con su carísima colonia.

Me puso la pequeña caja entre mis manos y lo abrí.

Era un elegante reloj rolex con pequeñas incrustaciones de diamantes a sus costados.

Cerré rápidamente la caja y la camine hacia la isla para ponerla ahí.

-Gracias por tu regalo, pero espero donde lo compraste acepten devoluciones-.

-¿No te ha gustado?-. Dijo Samantha un poco consternada, de que no me haya gustado algo tan valioso.

-Si, sólo que no quiero que gastes tanto dinero en mi-.

-O tal vez sólo no quieres que nuestra relación avance-. Dijo ella entrecerrando sus ojos.

Siendo sincero, esa era la verdad.
No quería tener nada de ella, nada que me atara o tuviera un vínculo.
Las relaciones no eran lo mío.

Ella sabía que tarde o temprano esto acabaría.

Y creo que era el momento de terminar.

-Samantha, necesito hablar contigo un momento, siéntate por favor-.

-Ahórrate tu maldita mierda, se lo que dirás, y lo único que te puedo decir, es que ojala te pudras en el infierno-. Dijo mientras tomaba su bolsa de la isla y tiraba palabrotas.

-Samantha hay que hablar-.

-¿Para que? Para que escuché tus estupideces de "No eres tu, soy yo", así que mejor ahorratelas-. Tomo la caja donde estaba el reloj y me lo aventó. -Por lo menos, hazme el favor de aceptarlo, y no quiero que lo refundas en alguno de tus cajones-.

Yo tome la caja de nuevo entre mis manos y fruncí mi ceño.

-Ten buena vida Styles-.

Y así como lo dijo, se fue.

Jamas pensé que tendría esa reacción de ella.

Pensé que lloraría o por lo menos me aventaría con algo mas que el reloj.

Al parecer se había tomado maduramente todo, eso me facilitaba las cosas.

No tenia ni ganas ni tiempo de aguantar drama de mujer.

Tomaría una buena ducha y si mis cálculos no me mentían, tendría seis horas para dormir.

Eso ocupaba.

Dormir.

Pero primero haría una importante llamada.

Al primer timbre contestaron.

"Pero que novedad, Harry Styles ¿Que puedo hacer por ti muchacho?"

En la línea tenía a Carl Bernard, uno de mis mejores investigadores y al parecer está vez tenía un gran reto.

Esa maldita rubia del café.

Ella si que parecía un reto.

Pero un reto que yo cumpliré.

One shots/Harry stylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora