2278 Palabras
- ¡¿Cómo te atreves a decirme estúpido niña insolente?! ¡¿Acaso quieres que te encerremos en el armario como cuando eras adolescente?!- grito el padre de Ana, quien se había puesto rojo de la ira.
-Bueno, eso era más cómodo que tener que hablar contigo. - dijo la detective enojada, pero al mismo tiempo con ganas de llorar, por las memorias de aquellos días.
*Flashback*
Era una tarde como cualquiera, Anabelén había llegado del colegio a las 4 ese día, y después de haber preparado la comida para su hermano pequeño y haber ordenado sus piezas, se sentó a hacer su tarea de química, asignatura que no disfrutaba, pero había una prueba acercándose y ella quería sacarse una buena nota.
Luego de haber estudiado por un rato, levanto la cabeza y se dio cuenta de que eran las 7:43, lo que significaba que pronto llegarían sus padres. Se levantó rápidamente y se dirigió a la cocina, comenzando a preparar algo para que se sirvieran al llegar. Sintió el auto estacionarse y salió a recibirlos, pero no llego lejos, ya que lo que la esperaba en el comedor la iba a sorprender. En medio de vidrios, cojines y platos, estaba su hermano menor, intacto. Ella sabía que lo había hecho para que fuese castigada, pero aun así, no entendía porque.
Cuando sus padres entraron y vieron el desastre, se pusieron furiosos. Su papa la arrastro a un closet de menos de un metro cuadrado y la tiro adentro, cerrando la puerta y yéndose a dormir.
Después de unas horas, perdió la noción del tiempo. Se acurruco en una esquina tratando de mantener el calor en ese frio lugar, y trato de pensar en arcoíris y unicornios de distintos colores para distraerse de la oscuridad, pero termino desmayándose por la falta de sueño.
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-Oh miren, la detective favorita de todas. - interrumpió Alonso, su hermano, sacándola de sus pensamientos.
-Y ahí está el diablo que sigue reprobando la universidad. - le dijo Anabelén. - ¿Cuándo vas a conseguir un trabajo de verdad? Bueno para nada-
-No me quejo, pues nuestros padres me dan dinero, comida y libertad, además, todos sabemos que soy el fav...-
-Suficiente- dijo el padre interrumpiendo a los dos. -Te dejaré ir esta vez hija, pero la próxima vez que me faltes el respeto, ya verás. - dijo Juan echando a su hija de la casa.
Anabelén se fue sin decir ninguna palabra, y cuando salió hacia la calle, no se dio cuenta que pasaba un auto. El conductor, quien resulto ser Mortibel, tocó la bocina y se detuvo a tiempo. Anabelén quedó paralizada en medio de la calle.
-Muévete del camino... ¿detective? Disculpe mis palabras. Le aconsejo que la próxima vez tenga más cuidado ¿Quieres que te lleve?-
-Ay, Mortibel, si no será tanta molestia, gracias-, dijo Anabelén.
Mientras iban en el auto, Anabelén pensó en las palabras de su padre.
-Veo que te preocupa algo, pues dime. Como presidente de la población, debo escucharte. Jajaj- dijo Mortibel tratando de hacer el aire menos pesado.
Anabelén, no teniendo a nadie más, le explicó lo sucedido con su papá y le conto de sus problemas con él.
-Esa historia me suena conocida. Hace mucho tiempo, conocí a un niño que quería trabajar como detective, pero sus padres encontraban ese trabajo como algo no digno para él, ya que ellos querían que fuera abogado. Eso causó muchas peleas entre la familia, y solo termino cuando el niño, ya un adolecente, decidió irse de la casa de sus padres y estudiar en la universidad una simple carrera. Luego de eso, cuando termino sus estudios, no supo qué hacer con su vida, y fue ahí cuando descubrió su verdadera pasión, la cocina. - Dijo Mortibel mientras llegaban a su destino.
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¿Quién mató a Policarpo?
Misterio / SuspensoUna boda y un cadáver. Una chica nueva llego al pasaje para resolver el caso, y se encontró metida en un lio que presenta un riesgo para ella y para todos sus amigos. Una amenaza acecha a la vuelta de la esquina, y lo único que protege al pasaje es...