Episodio 12: Las Citas

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2090 Palabras

Era un día como cualquier otro, alguien que no fuese del pasaje no notaria nada inusual, pero los vecinos sabían que ese día era especial, pues el amor florecía en las calles del pasaje.

— ¿Y cómo les va en el básquet?— Preguntó Martina para sacar un tema.

—Pues bien, pero ahora podrás venir a todos los partidos a darnos ánimo. Gracias a ti ganamos el otro día, sé que si no hubieses estado ahí apoyando, no hubiéramos logrado dar vuelta el marcador. — dijo Martín, mientras entraban a la Rosa del Prado. Martina estaba alegre, ahora era mucho más cercana a Martín, aunque sabía que el solo quería una amistad. Pero eso no detenía los sentimientos que se instalaron hace más de un mes, y que solo han ido aumentando desde entonces.

—Claro que iré M, solo dime cuando y donde. — Dijo ella con una gran sonrisa.

— ¿Marti? ¿Martín? La detective reservó un asiento para ustedes aquí pero no pensé que vendrían. ¿Y qué les trae aquí? ¿Una cita?— pregunto Amelia al verlos entrar. Ambos se miraron, y un pequeño silencio se formó, pues no sabían quién respondería primero.

—Sí, es una cita. — dijo Martín finalmente, saliendo de su trance.

—Amelia por favor no seas metiche. Mejor acompáñame a atender las otras mesas. — dijo Tomás, interrumpiéndola antes de que los hiciese sentir más incomodos.

—Lo siento, creo que tengo una obsesión con ver a las parejas en nuestro restaurante, les traigo el helado enseguida, enamorados. — dijo ella, y ambos fueron a atender mesas, dejando a Martina y Javier solos.

—Gracias— le dijo Martina luego de que se sentasen. El sabía que se refería a lo ocurrido con Amelia. Martina nunca había sido buena para hablar con gente, la ponían nerviosa. A él le parecía tierno, lo tímida que era con el resto, pero cuando estaban solos, era una de las personas más divertidas que había conocido. Se sentía muy especial, cada vez que Martina se ponía nerviosa con alguien más, pues sabía que tenía la confianza suficiente para mostrar su verdadera personalidad con él. Además, el también la podía poner nerviosa, con un simple cumplido o nombre afectivo.

—Cuando quieras querida— dijo el con una sonrisa, que simplemente se agrando cuando vio las mejillas de Martina volverse rojas.

Mientras tanto, Geraldo estaba esperando, afuera del restaurante elegante que había elegido, a Carmelia. Geraldo estaba a punto de darse por vencido, cuando alguien grito su nombre.

—Creí que me ibas a dejar plantado— dijo Geraldo cuando vio a Carmelia.

—Nunca haría eso— dijo Carmelia, y ambos entraron al lugar. El mesero fue a buscar la comida que Geraldo había reservado mientras Geraldo y Carmelia comenzaron a hablar.

— ¿Que tal tu nuevo trabajo en el colegio? oí que era uno muy bueno— le dijo Geraldo.

—Los alumnos tienen mucha confianza en mí, pero hay un par de niñas, Cintia y Silvia quienes molestan a un pobre niño, que sufre de problemas familiares— dijo Carmelia preocupada.

—Wow, nunca pensé que habría esa especie de maltrato en un colegio— dijo Geraldo.

—La vida de ese niño, Emilio, es todo un misterio créeme y sé que lo voy a descifrar. — dijo ella decidida.

—A veces Carmelin, la vida suele ser muy difícil y quieres ayudar a las otras personas, pero no puedes, te pueden ver como una amenaza. Emilio y su madre lo deben resolver como puedan, es la responsabilidad de ellos después de todo, y es el director de la escuela quien debe intervenir. No quiero que te metas en problemas Carmelin— le dijo Geraldo, quien le tomó la mano y se puso colorado. Carmelia pudo notar eso y se rió.

¿Quién mató a Policarpo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora