14:05
El ascensor con los últimos integrantes del grupo que faltaban por bajar, Erin y Arnold, se pone en marcha. Acababan de abrazarse, y ahora están sumidos en la oscuridad de la caja metálica mientras esta desciende.
– Qué mal. Ese hombre no ha parado de asesinar, por lo que veo...
– En absoluto. Y creo que la muerte de Lydia va a causar muchos problemas; ahora Russell está sólo y temo que se trastorne del todo.
– Quizás. Pero, y siento decir esto, la muerte de Lydia es la que menos me duele de todas.
– Lo sé, se te tiró al cuello desde el principio. Pero aún así; que haya muerto sólo hace este gran agujero de problemas un poco más grande. Y temo que hayan más asesinos. Y que encuentren a Kristen antes que nosotros...
– Tranquilo. La encontraremos, ahora estamos todos juntos.
– Que no sé si es peor, la verdad.
El ascensor llega hasta abajo. La única linterna la sujeta el herido Carl, apoyado contra la pared. Los demás investigan una habitación que hay a la derecha.
– ¿Qué habéis encontrado? –pregunta Arnold, acercándose.
– Hay manchas de sangre en el suelo y restos de... humanos –responde Travis.
– Con razón huele tan mal –apunta Erin.
– ¿Sabemos algo de Kristen?
– Hemos gritado su nombre, pero no hemos recibido ninguna respuesta –explica Bill, jugueteando con su navaja.
Arnold avanza hasta el final de la sala.
– Enfoca aquí, Carl.
Él se incorpora y enfoca donde Arnold le marca.
– Es una puerta de madera, pero no queríamos cruzarla hasta estar todos.
– Ahora ya lo estamos.
Todos se acercan a él y se colocan alrededor de la puerta. Carl la enfoca con la linterna. Arnold abre la puerta y descubre una sala con cuatro puertas más.
– ¿Qué hacemos ahora? –pregunta Bill.
– Dividirnos sería lo más sensato. Somos siete –propone Tony.
– El asesino ha matado estando más de dos personas juntas. Eso no es algo que le importe mucho... –apunta Travis.
– No nos queda otra. Hay que encontrar a Kristen –apremia Arnold.
Carl le tiende la linterna a Erin, la persona que tiene más cerca, y se rompe un trozo del pantalón para cambiarse el torniquete. Arnold lo mira.
– Será mejor que Carl se quede aquí–advierte Bill, adivinando los pensamientos de Arnold.
– Si le parece bien... –insiste Tony.
– Sí, creo que será lo mejor.
Russell, totalmente en silencio hasta ahora y con los ojos rojos de tanto llorar, se acerca al copiloto del avión y le entrega la escopeta que había robado del cuerpo inerte del asesino.
– Gracias –se limita a decir este.
Cuatro puertas. Dos deberán ir a solas. Arnold se quita la chaqueta y se remanga la camiseta que días atrás era blanca, ahora llena de barro y suciedad. Erin se reajusta la coleta. Bill juguetea con la punta de su navaja, mientras la hoz descansa en su pierna, colgada del cinturón. Travis refuerza la empuñadura de la lanza con un trozo de tela. Tony agita en el aire su machete tras atarse los cordones. Russell se dedica a mirar a la nada, esperando la señal de avanzar. No saben qué les espera tras todas y cada una de esas puertas. Alguna conducirá hasta Kristen; otra, hasta algún otro asesino. ¿Cuántos hay? Es la principal incógnita en el grupo. "¿Y cómo sabía mi nombre?", es la pregunta que ronda la cabeza de Tony. El miedo invade su cuerpo. ¿Podrían estar haciendo aquello un grupo de ex convictos encerrados por él para vengarse? Eso significaría que, aunque indirecta e involuntariamente, están muriendo inocentes por su culpa. Ya han muerto cinco. Sólo Dios sabe quién será el próximo. Puede que él. Puede que no. Puede.
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Tanatofobia [LI #2]
TerrorTras los acontecimientos sucedidos en la isla con el grupo de trece supervivientes del accidente de avión, otros trece supervivientes llegan a la isla. Él tiene sed, sed de sangre, y no parará hasta saciarla. Y ellos, los trece recién llegados, no...