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Arnold llega hasta la playa, con los niños de la mano. Entran en el esqueleto del avión. Arnold se agacha frente a ellos.– ¿Alguna vez habéis jugado al escondite?
Los niños niegan con la cabeza. Arnold siente compasión por ellos. Sus seis años de vida no han debido ser sencillos.
– Vale, consiste en esconderse muy bien. Pierdes si te encuentran. Es fácil, ¿no?
Los niños asienten.
– Paga vuestro padre. Y si encuentra a alguno de los dos, alguien muere, incluido yo. Así que será mejor si no os encuentran. ¿Podéis hacerlo?
Los niños miran fijamente a Arnold. Finalmente, asienten. Se dispersan por el avión y Arnold desenfunda de nuevo el revólver. La lluvia repiquetea en el techo de metal del avión. Incesante, incansable. Arnold avanza por el pasillo que queda entre los asientos, visiblemente dañados, vigilando a través de las ventanillas ovaladas. Solamente sus pasos crujiendo sobre el suelo del avión se escuchan por encima de la lluvia. De pronto le parece ver algo moviéndose entre los árboles. Se queda pendiente un instante, pero no ve nada. "Esto me está trastornando...", piensa mientras echa un último vistazo.
Caroline, armada con la pistola que le había cogido a Bill, camina entre los árboles a paso ligero. Se detiene un instante e intenta ubicarse. Mira hacia atrás, en dirección a la ubicación de la trampa. Sabe que tiene que reconducir al demonio hasta allí, pero todavía no sabe cómo hacerlo. Mientras Arnold tenga a los niños, no puede hacer nada. Debe encontrarlos y entonces regresar hasta la trampa. Dispersados, morirán irremediablemente. Más ahora que le han perdido la pista al demonio. Con esta idea en la cabeza, se dirige hacia la casa del asesino.
– Espero que te hayas escondido aquí, Arnold...
Arnold se pasea por el avión, en guardia, hasta llegar al punto exacto donde murió Ruth. Rememora la impotente escena en su cabeza. Recuerda que fue tras él, y que este le dijo que no quería matarlo todavía. Por aquel entonces todavía parecía que ellos eran sus juguetes y tenían que mantenerse vivos el máximo tiempo posible. Ahora eso ya no existe; se ha convertido en un exterminio. Quizás es porque al principio debía comportarse con normalidad para llamar la atención de Caroline; y, secundando su teoría, ahora que han roto el pacto tiene vía libre para ir a por ella y, en consecuencia, a por ellos. Ellos. Solamente quedan vivos Erin, Kristen, Bill y él, teniendo en cuenta que realmente Travis ha muerto a manos del asesino. Aunque quizás ya haya muerto alguien más. Arnold piensa que Caroline no ha podido salir viva del enfrentamiento contra el demonio. El momento de la trampa que el asesino les puso en el sótano acude a la mente de Arnold. El momento en el que Arnold cruzó la cuerda, activó el mecanismo y disparó a Carl sigue grabado en su mente, y lo carga como una cruz. Intenta apartar ese pensamiento. Es momento de mostrarse fuerte, no débil. De nuevo movimiento entre la vegetación capta la atención de Arnold. Se queda mirando fijamente, y de pronto ve a Kristen aparecer entre las hierbas altas. Va a dirigirse hacia ella cuando ve aparecer tras su cuerpo el del asesino. Arnold se queda petrificado mirando al demonio sosteniendo la espada a la altura del cuello de Kristen y teniendo el filo posado en él.
– Ven aquí, Arnold.
Arnold suspira hondo y sale del avión, reencontrándose con la lluvia. Se coloca de frente a ellos. Unos cuantos pasos los separan.
– Vacía el cargador del revólver.
Arnold mantiene la mirada un instante. Finalmente, deja de observar los iris rojos del asesino y apunta al cielo. Dispara hasta que deja de sonar. Cuando acaba, la lanza. Ahora desarmado, se acerca un poco más al demonio.
– Vaya, Arnold, has sido más fácil de convencer de lo que esperaba.
– Pero suéltala.
El demonio empieza a reír.
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Tanatofobia [LI #2]
HorrorTras los acontecimientos sucedidos en la isla con el grupo de trece supervivientes del accidente de avión, otros trece supervivientes llegan a la isla. Él tiene sed, sed de sangre, y no parará hasta saciarla. Y ellos, los trece recién llegados, no...