19:02
Arnold vacía otra maleta más. Rebusca entre la ropa que ha caído al suelo y encuentra una sudadera.
— Quizás esto te valga.
Kristen se acerca hasta él.
— No está mal —coge la sudadera y, tras analizarla, sonríe y se la ata a la cintura—. Gracias.
Siguen mirando maletas en el esqueleto del avión.
— Oye, Arnold...
— ¿Sí?
— ¿Tú... no, no lo hiciste verdad?
Arnold suelta la maleta que acaba de coger.
— Escúchame —se acerca a ella y la mira fijamente a los ojos—. No soy ningún asesino. Ni yo ni Tony, te lo aseguro.
Kristen asiente y él se aparta de ella.
— Suponiendo que dices la verdad y que te encontraste con Tony en el camino, las cosas cambian. Ya que Russell, Lydia, Travis y Ruth tienen una coartada firme para la muerte de ambos. Bill y Jessie podrían haber matado a James, pero no a Emma. Y Carl al revés; quizás a Emma, pero no a James. Por lo tanto sólo queda...
—Erin —le completa Arnold— Pero no puede ser. En la muerte de Emma ella estaba aquí en el campamento.
— Podría haberse levantado antes y haber matado a Emma y luego fingir los gritos.
— Entonces, por esa regla de tres, Carl vuelve a estar entre los sospechosos.
— Junto con Tony y... contigo.
— Sí —afirma—. Supongo que soy sospechoso. Pero así nunca sabréis quién es el asesino.
— ¿Por qué?
— Porque, a diferencia de ti, yo sé que no lo he hecho. Y sé que Tony y Erin tampoco —hace una breve pausa—. Así que mi lista de sospechosos es mucho más corta.
Kristen lo mira sorprendida y satisfecha. No, él no puede ser el asesino. Imposible.
— Tenemos que hacer algo —dice la morena.
— ¿Respecto a qué?
— En cualquier momento podría explotar una guerra entre Erin y Lydia. Si no lo ha hecho ya...
Arnold asiente.
— Volvamos al campamento.
— Sí —parece que se va a hacer el silencio; pero Kristen vuelve a hablar—. ¿Has mirado ya tu maleta?
— Sí. Se ha quemado; o, al menos, gran parte de ella. Sólo he podido recuperar mi bufanda y media camisa de cuadros. Al menos valdrán para techos de tela, vendas y demás...
— Vaya...
— ¿La tuya?
— No la he encontrado —tras estas palabras, se queda mirando la lluvia en el exterior mojando la tierra.
Arnold llega hasta su lado. Ella tiene los brazos cruzados muy pegados al pecho: tiene frío.
— Puedes ponerte la sudadera —sonríe él—. Para eso te la he dado.
Ella le devuelve la sonrisa, pero no se mueve, como si tuviese los pies clavados al suelo de hierro.
— Tengo miedo —dice de pronto.
Arnold no sabe qué responder a eso. Se acerca despacio un poco más a ella, hasta cubrirla con sus brazos. Le proporciona calor; más moral que físico, y ella lo agradece. Si Arnold fuese el asesino, la punzada en su corazón sería muy dolorosa. Ella confía en él. No soportaría una mentira así. Pero no debe olvidar que al fin y al cabo es un desconocido.

ESTÁS LEYENDO
Tanatofobia [LI #2]
HorrorTras los acontecimientos sucedidos en la isla con el grupo de trece supervivientes del accidente de avión, otros trece supervivientes llegan a la isla. Él tiene sed, sed de sangre, y no parará hasta saciarla. Y ellos, los trece recién llegados, no...