17:43
Arnold camina sólo por el bosque, aprovechando la claridad del día de hoy. Aunque, a decir verdad, el sol ya no brilla tanto como antes. Unas nubes lo han cubierto por completo; y el astro lucha por hacerse ver a través de ellas. Tras estas nubes blanquecinas, una sólida capa de nubarrones oscuros se aproxima. En un par de horas la tormenta estará justo sobre la isla. Algo suena en un matorral a su derecha y lo apunta con la lanza. Entonces se da cuenta de que es una ardilla; que sale corriendo a toda velocidad y se encarama por otro árbol hasta desaparecer de su campo de visión. Arnold sonríe. Siempre le han gustado esos animalillos. Continúa recto, sin tener la certeza de que por ahí han ido Erin, Bill y Jessie. De pronto, se percata de una silueta corriendo a lo lejos. Suspira hondo y se decide a seguirle, aumentando la velocidad progresivamente.
Bill y Jessie caminan por el bosque. La chica, de vez en cuando, grita el nombre de Erin. Bill sabe que, si ella quiere, podrían no encontrarla nunca. Se promete buscarla cinco minutos más y, si no hay éxito, volver a la playa.
— Bill... mira eso.
Bill, siguiendo las indicaciones de Jessie, mira a su izquierda. Se encuentra un gran cartel donde se lee, escrito con lo que parece sangre: "Volved a la playa. Deprisa".
— ¿Quién ha escrito eso? ¿Erin? —pregunta la chica.
— Puede. Pero lo dudo; no se hubiese molestado en buscar un cartel y escribir en él. Además; ¿con sangre de quién?
Jessie recapacita en silencio. El viejo tiene razón.
— ¿Volvemos?
— Sí, deberíamos —Bill echa una mirada general y se da media vuelta.
Jessie le sigue, dejando el cartel a sus espaldas.
Arnold llega a estar a una distancia prudente de la figura que corre, parece que huya. Finalmente, tras un duro esfuerzo, la alcanza y la derriba como si fuese un jugador de fútbol americano. La da la vuelta a la figura.
— ¿Tony? —entonces se percata de que lleva un machete en la mano—. ¡Eres tú el asesino!
— ¡No! —dice cuando Arnold levanta la lanza.
— ¿Cómo que no?
— Te aseguro que no. Te... ¡te lo demostraré! Pero por favor, dame una oportunidad. Ahora volvamos al campamento, el asesino está por aquí cerca.
Arnold tuerce el labio. No tiene por qué creerlo. Él no tiene por qué decir la verdad. Sin embargo, decide darle una oportunidad y le ayuda a levantarse. Quiere ver qué opinan los demás.
— Estás lleno de sangre. Y... tienes un machete.
— Sí; tranquilo. Os lo contaré todo cuando lleguemos.
Así que, ambos hombres, sin mirarse siquiera, se encaminan a la isla de nuevo. Arnold reza para que Bill y Jessie encuentren a Erin.
Ella se encuentra sentada en un tronco, mordiéndose los nudillos para aplacar su ira.
— Esos dos se creen que son los líderes del grupo o algo —se queja en voz alta, refiriéndose a Russell y a Lydia—. Pues yo no pienso ceder ante ellos. Prefiero estar sola.
Sabe que nadie la escucha, pero a ella no le importa. Necesitaba desahogarse. Pretende seguir despotricando cuando ve algo extraño en la lejanía. Parece una cabaña, una pequeña caseta. Sin tener nada mejor que hacer, se acerca hasta allí. Si se encuentra con el asesino, no le preocupa morir. Se enfrentará a él hasta el último aliento; y si pierde, al menos no tendrá que soportar estar en esa isla conviviendo codo con codo con esos dos señoritos. Total; los recursos se acabarán y todos morirán. Abre la puerta de la caseta y se encuentra un espacio no muy grande, con una mesa de madera, una silla y una estantería. En la estantería hay varias armas. Erin, extrañada, se acerca y coge una pistola semiautomática. Tener un arma de fuego no vendrá mal.
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Tanatofobia [LI #2]
HorrorTras los acontecimientos sucedidos en la isla con el grupo de trece supervivientes del accidente de avión, otros trece supervivientes llegan a la isla. Él tiene sed, sed de sangre, y no parará hasta saciarla. Y ellos, los trece recién llegados, no...