Cambios [16]

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: : 14 años atrás : :
(2003)

Luke había terminado de contarle un cuento a McKenna cuando le deseó buenas noches y se retiró de su cuarto para ir al contiguo donde Brian le esperaba.

El pequeño, en cambio, no deseaba escuchar una historia simple, llena de ficción. Algo había estado rondando su cabeza desde hace dos semanas, cuando Luke cayó en un profundo sueño por la tarde.

Brian sentía que algo andaba mal, ya que el hombre se mostraba continuamente exhausto; como si una burbuja de oscuridad le siguiera a todos lados.
Es por esto que decidió preguntarle algo en cuanto su tutor entró en la habitación.

-¿Se encuentra bien, Sr. Patterson?

El hombre le miró con curiosidad, sentándose en la esquina de la cama y frotando una mano con la otra.

-¿Por qué la pregunta?

-Se ve... Preocupado. -Dijo Brian con sinceridad y sin titubeo alguno.

Luke suspiró profundamente, su expresión cambiando drásticamente a una mucho más relajada.

-Es... Complicado.

-Prometo no decirle a mis padres -soltó el niño apresuradamente, ignorando que en realidad no era eso lo que convencía a Luke de quedarse callado.

Ante esto, el mayor rió ligeramente, girando su rostro de izquierda a derecha de manera lenta, sus ojos mirando de vuelta a Brian después de tal gesto.- Ellos ya lo saben, por eso estoy aquí -inició, organizando las palabras que utilizará en su mente con el fin de hacer toda la información digerible para un niño.- Tengo un sobrino más o menos de tu edad -explicó, levantándose de la cama y comenzando a caminar sin dirección alguna dentro de la amplia y fría habitación.

-¿Por qué no lo ha traído aquí? Podríamos jugar juntos -Ofreció con cierto entusiasmo Haner, su sonrisa desvaneciéndose rápidamente cuando el silencio comenzó a pesar sobre sus hombros.

-Él tiene una enfermedad. Tus padres se ofrecieron a darle todo el tratamiento necesario a cambio de que yo me quedara a cuidarlos a ustedes.

-¿Cuál es su nombre? Me gustaría conocerlo.

-Matthew Sanders.











: : Enero del 2017 : :

Nunca había visto un paisaje tan colorido en persona.

El camerino de Sydney Wackerman se encuentra adornado de arreglos florales por todos lados.
Desafortunadamente para ella, ha llegado justo a tiempo para iniciar la transmisión del programa que saldrá al aire con ella y su mejor amiga como estelares; por ello decide posponer la lectura de todas las tarjetas que le han mandado y prepararse para su gran aparición en vivo.

Al contrario de sus viejas apariciones en vivo que resultaban siendo un completo desastre, en esta ocasión todo parece ir de maravilla.
Ni si quiera el nerviosismo es factor de caos gracias a que cuenta con la compañía de quien considera ser su mejor amiga.

En cuanto la luz carmesí de la señal se apaga, indicando que la transmisión ha terminado, Estrella y Sydney se dan un abrazo, festejando a su manera el inicio de lo que promete ser el programa más visto del momento.

Signe también la recibe entre sus brazos, mientras Wackerman repite una y otra vez qué tan sorprendente es el momento que está experimentando.
Incluso lágrimas de emoción amenazan con escurrirse por sus mejillas, pero son pronto secadas con un pequeño trozo de papel que ha sido ofrecido por Hansen.
Ambas permanecen platicando durante un considerablemente largo rato; sin creer aún la rapidez con la que el tiempo ha transcurrido.

Es hasta que el productor del programa aclara la garganta y les pide amablemente el abandonar el set de grabación cuando la morena y la castaña salen del lugar de vuelta al camerino de Sydney.

Justo antes de llegar, sin embargo, la conductora recibe una llamada telefónica.

-Adelántate, debo atender. -Dice con una amplia sonrisa en el rostro, indicándole a Signe que continúe su camino.

En el momento en que la maquillista desaparece al doblar una esquina, la joven atiende su celular; escuchando una voz al otro lado que había llegado a extrañar sin saberlo.

-¿Qué hay, Syd? Habla Zacky, por cierto.

-Ay Dios mío, Zacky. ¿Cómo has estado? Hace mucho que no te veo.

-Precisamente por esa razón quería llamarte. Estuve fuera de Los Santos por algunos meses y vuelvo para verte en la televisión como conductora estelar. ¡Vaya! ¡Muchas felicidades!

-Gracias, Zacky -Responde Wackerman, mirando sus zapatos altos de color salmón.

-¿Crees que puedas venir a festejar con un café? -Pregunta Baker después de inhalar una gran bocanada de aire- Ya sabes, como en los viejos tiempos -añade, soltando una risa al final.

Sydney frunce el ceño, considerando la idea durante un instante, solo para concluir que sí le gustaría festejar el logro. Sin embargo, esa taza de café tendría que recibirla de las manos de otra persona.

-Gracias por la invitación, pero ya tengo planes para el día de hoy. Lo siento.

-Oh, está bien. -Susurra él, con cierta decepción en su voz.- Recuerda que las puertas del café siempre están abiertas por si necesitas algo. Espero no se te suba la fama. -Dice, bromeando a medias con ese último comentario.

-Te prometo que no pasará -Responde ella, bromeando por completo.- Nos vemos luego, Zacky. Gracias por todo.

-Que sigas teniendo un excelente día.

La llamada finaliza, teniendo como consecuencia un cambio en la sonrisa de Sydney.
Sí, continúa luciendo impecable. Sólo que ahora su éxito televisivo no es realmente la razón por la que se encuentra así; sino la posibilidad de ver a Haner por la noche.

-¿Todo bien, Signe? -Pregunta después de cerrar la puerta de su camerino detrás de ella.

-Ehh... Sí. -Dice la castaña con cierto titubeo- Se me hace un poco tarde para la grabación de una telenovela. Espero que no te moleste si te dejo sola.

-Por supuesto que no. Anda, me platicas mañana qué tal te fue.

Sin más, Hansen abandona el lugar, sus manos delatando su nerviosismo ante cualquier persona observadora; ante cualquier persona a excepción de Sydney Wackerman.

Y no es exactamente por el hecho de que a Sydney no le importe, sino que se siente bastante abrumada por todo lo que ha ocurrido en tan solo unos meses.
Ha pasado de ser alguien a quien únicamente contrataban por su imagen a ser una conductora exitosa a quien sólo contrataron por su imagen pero menos invisible; y por mucho.
Es por ello que leer todas las cartas pertenecientes a cada regalo que ha recibido es su mayor preocupación en este momento.

Un brazalete de Signe.
Un arreglo de flores de los hermanos McKuffey.
Un ramo de rosas de Amy, acompañado de un pequeño collar con un dije de un sol.
Un vestido rosa pastel, unos zapatos altos color hueso y un bolso a juego enviados por Estrella.
Otro arreglo de flores con muchos globos de parte de su padre.
Incluso Nathan se tomó la molestia de enviar más globos inflados con Helio atados a una canasta de fruta.

Sin embargo, hay uno que llama su atención por completo.
No sólo porque es uno de los regalos más sencillo -constando únicamente de un par de aretes con un cristal color rojo en el centro. Sino porque es el único que no está acompañado por una tarjeta de felicitación.

Wrecker | Syn Gates ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora