nueve.

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j.jk

Los torpes intentos de Aera por saltar la reja hicieron que nos detuviéramos. Sentía el viento golpeando con fuerza en mi rostro y colándose por debajo de mi ropa mientras la sangre me hervía, me preguntaba si era de lo que hablaban cuando decían que hacer cosas ilegales de ese tipo se sentía de puta madre.
Porque para ser sinceros, yo ya lo había experimentado con Eunji durante el sexo, pero creía que sobre pasar los límites al invadir propiedad iba a hacerme sentir temeroso y estúpido; por supuesto que era todo lo contrario.

—Oye, Shin, sólo impúlsate a la par de tus piernas cuando lo intentes—Jimin la miró del otro lado de la reja mientras Eunji ataba los cordones de sus viejas converse amarillas.

—Lo siento, no soy muy buena para estas cosas—Aera se disculpó inclinando un poco la cabeza.

—Ya lo hemos notado—Eunji sonrió—, sólo trata de darte prisa o nos vendrá el amanecer.

—Déjala en paz—Jimin le revolvió el cabello y yo sentí algo de rabia, no por lo bufona que se había comportado con mi novia, si no por la linda sonrisa que le había dado a él.

No supe en que momento terminamos ahí. Taehyung había llegado a nuestra mesa durante el almuerzo a hablar con Eunji para contarle que a un amigo de su padre le habían clausurado uno de los hoteles que manejaba y que el lugar era tremendamente imperdible porque tenía cientos de cosas lujosas y una gigantesca piscina que contaba con un bar de etiqueta impecable.
Eunji no se lo había pensado ni un segundo, había terminado sólo asintiendo desinteresadamente sin siquiera mirar al peligris. Y parecía que Taehyung era más amable que los mellizos, fue el único que nos invitó. Y después de que Yoongi y Hana tampoco se negaran, íbamos a ir.

Aera al fin logró estar del otro lado y cuando menos lo pensé, Jimin tomó la mano de Eunji y corrió por todo el estacionamiento entre risas. Ella no estaba conmigo de esa forma, y yo tenía que hacerme a la idea, pero tampoco podía evitar querer arrancarle la cabeza a ese cabrón por estarme robando toda la atención de la pelinegra. Parecían tan felices y amorosos que era absurdo intentar negar la química entre sus corazones.

Anduve al paso de los demás y cuando llegué al interior del edificio la quijada se me cayó al suelo, el lugar era una obra de arte renacentista.

—¡Taehyung, esto es increíble!—Eunji soltó una risa divertida y fue a husmear alrededor como si fuera una niña. Endemoniadamente adorable.

—Lo sé, pero no te he traído aquí para que estés vestida—recibió un golpe en la nuca por parte de Yoongi y un codazo por parte de Jimin mientras que yo me guardaba las inmensas ganas de abofetearlo—. No me dejan terminar—los fulminó con la mirada—; ve a ponerte el traje de baño, porque la piscina está que te cagas.

Definitivamente sí, era gigantesca y profunda. Todos parecían niños en dulcería, a excepción de los mellizos, esos dos se perdieron en el interior del bar, me quedaba claro que sabían perfectamente lo que estaban haciendo.
Me detuve a tomar un copa del estante provocando que ambos soltaran una carcajada:

—¿Te gustaría algo de caviar?—Yoongi me miró con hastío.

—¿Qué tal langosta?—Eunji volvió a reír a la par de su hermano y yo seguía sin entender demasiado.

—¿Qué es tan gracioso?—arrugué la nariz.

—Que eres jodidamente malo para romper las reglas—mi amigo viró los ojos—. Eunji, enséñale.

La pelinegra quitó el corcho del vino y le dio un sorbo gigantesco para luego dármelo, me lo pensé dos veces porque tendría que conducir a casa y también pasar a dejar a Aera.
Además de que no me parecía una buena idea emborracharnos en un lugar así, podrían atraparnos y correr por nuestras vidas sería un problema...

sᴡɪɴɢ|ᴊ.ᴊᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora