dieciocho.

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m.ji

Los dedos de mis pies se engarrotaron sobre aquella plataforma que sostenía la aguja de mis costosísimos zapatos. Habían sido un regalo de mi madre, después de todo yo seguía siendo su hija, y que mejor que tratar de impresionar a todo el mundo en la boda de una de sus mejores creaciones, Yoongi.
Bufé desgastada y asomé los dedos sobre el broche para deshacerme de ellos. ¿Cuánto tiempo tenía que seguir aparentando estar bien?; no estaba totalmente jodida. Pero tampoco estaba exenta de estarlo.
Estaba muy feliz por mi hermano y su nueva etapa, pero también me sentía como si no encajara dentro de ese plano.

—Pensé que lo habíamos dejado—la gruesa voz de Taehyung me detuvo un segundo sobre mi acción.

—Sí, yo también—inhalé el humo.

—¿Quieres que nos vayamos a casa?—se sentó a mi lado.

—No en realidad—me encogí de hombros.

—Deberías hablar con Jungkook—me giré a mirarle más sorprendida que ofendida—. Deja de hacer ese gesto, te ves más linda de lo que ya eres—balbuceo—. Y quiero besarte cuando es así—me acarició el cabello.

—¿Cómo puedes venir a decirme que hable con Jungkook y que quieres besarme al mismo tiempo?, necesitas ordenar tus prioridades.

—Ah, Eunji—movió la cabeza—...hasta yo estoy consciente de que no puedo competir contra él—arrugó la nariz obviando.

—¿Qué se supone que haga?—farfullé—, he intentado absolutamente todo para olvidarme de ello...pero parece que mientras más me esfuerzo, más lo empeoro.

—Deja de sobrevivir, Eunji. Y empieza a vivir.

La compuerta de la escalera de emergencia volvió a abrirse dejando ver la cabellera castaña de Jungkook. Sus ojos fueron directamente a mis pies descalzos, estaba sonriendo en una línea diminuta. 

—Oh...yo, si interrumpo algo puedo volver más tarde—intentó de volverse pero Taehyung se levantó como resorte.

—En lo absoluto—negó—. Es toda tuya—. Era un traidor muy lindo.

—Está bien—murmuró—, gracias.

El silencio ingobernable y la brisa invernal lo hacían lucir todo más dramático. ¿Qué era lo que iba a decir ahora?, no me sentía capaz de iniciar una conversación normal con él porque para empezar, nosotros no éramos normales en lo absoluto. Y decir "lo siento"...eso parecía muy alejado de ser un argumento.

—Quizá deberías de volver a ponerte los zapatos—levantó las cejas—. Yoongi quiere que intentes no odiarme durante el brindiz.

—Yo no te odio—las palabras salieron más rápido de lo que pude manejar.

—No quiero discutir—suspiró—. Así que sólo ponte los zapatos y toma mi brazo para bajar las escaleras.

—Bien.

Definitivamente esa no sería la noche en la que podría externar mis sentimientos. Jungkook estaba herido por mi culpa, lo había hecho sentir microscópico e insignificante. Tenía absolutamente claro todo eso, aunque, de no haber sido así, nunca podría volver a verlo otra vez. Esas eran las reglas. Y que jodido había sido seguirlas por primera vez para perderlo todo.
Me esperó sin perder detalle minuciosamente, parecía que estaba maravillado con los increíbles zapatos rosados. Yo los odiaba con todo lo que era, definitivamente no tenían nada que ver conmigo. Pero la situación ameritaba una pequeña excepción.

sᴡɪɴɢ|ᴊ.ᴊᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora