dieciséis.

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m.ji

—¿Ha sido mejor que España?—Yoongi empujó mi equipaje sobre la acera y estudió la casa con detenimiento, no había estado ni una sola vez en ella desde que me fui. Pero al parecer para ambos se veía igual.

—Cualquier lugar en el que no haga cosas ilegales, podría decirse que es mejor...pero no. No lo es.

—Tendré que visitar ambos para saberlo—se encogió de hombros—; ¿Taehyung no está en casa?—se asomó sobre el ventanal.

—No le he dicho que llegaba hoy.

—Ah, Eunji—enarcó las cejas—. ¿Dieron el siguiente paso de la nada?, ¿o sólo están follando?

—No es asunto tuyo—apreté los labios en una línea recta para no reírme.

Taehyung y yo éramos la pareja perfecta a los ojos de los inversionistas y para la mitad de la sociedad. Por alguna razón amaban a los idiotas con dinero y buen corazón. Lo cierto era que a pesar de querer que el peligris gimiera sobre mí unas cuantas veces, sólo nos habíamos besado una sola vez.
Los seis meses anteriores a mi llegada los pasé montada en una montaña rusa emocionalmente torpe. Porque lo extrañaba mucho y también le quería en la misma cantidad...pero sería muy difícil para ambos acoplarnos a una relación seria y certera. En el último año de universidad volvimos a la etapa de adolescentes calientes. Tuvimos sexo con cuantas personas pudimos...porque estábamos demasiado jodidos para no cuidarnos entre nosotros, sobre todo de nosotros mismos.

Al final pude ir a Italia y manejar el centro recreativo. Sacrificar mi amor por el menor de los Jeon me había vuelto tan miserable como exitosa.

—Hablo en serio, yo voy a casarme pronto. Y necesito estar seguro de dejarte seguir viviendo en esta casa.

—Taehyung no es Jungkook si es lo que te preocupa.

—Es precisamente eso, Taehyung no es nuestro amigo de la infancia. La verdad es que me encantaría saber porque ustedes par de imbéciles estuvieron llorando ebrios el uno por el otro en continentes opuestos. Jungkook no me dice nada, él no había querido hablar de ti en cuatro años; pero lo ha hecho el mes pasado...

Mi órgano vital colapsó. Mentiría su dijera que había dejado de amar a Jungkook. Pero también estaría mintiendo si dijera que no me había costado incluso hasta el alma intentar dejarlo pasar y no ir tras él. No quería saber porque me estaba dejando de lado, eso lo tenía absolutamente claro. Lo que necesitaba, era decir que lo sentía por todo lo anterior y quizá, implorar porque reconsiderara el hecho de estar juntos. Pero no era un buen momento para ninguno de los dos, yo todavía estaba intentando superar lo de Jimin, y él estaba intentando superar mi mala faceta.
Entendí que era lo mejor, dejarnos libres y continuar con nuestra joven y prometedora vida. Además, él nunca atendió el móvil. Había sido suficientemente claro, entonces. Él se fue y yo tomé un camino diferente; fin de la historia.

—Suficiente—respondí tajante y abrí la puerta; el sonido de las garras andando hasta la entrada me hizo romper la seriedad en una curva tambaleante.

Tteokbokki se estaba deshaciendo de felicidad, lo había extrañado incluso más que a Taehyung.
El lugar era completamente idéntico a cuando íbamos a la universidad. Incluso olía igual, a incienso de vainilla y desinfectante. Pero lo que predominaba era el perfume de mi compañero de piso, estaba en cada rincón del lugar. Sentí una cosquilla en el estómago mientras acariciaba el pelaje suave del perro. Estaba inminentemente feliz de estar en casa, al fin había un lugar al que pertenecía con todas las letras.

—Sólo quiero estar seguro de que todo está en orden, no me trates como si fuera un puto hermano entrometido, porque no lo soy.

—No me gusta hablar de esa mierda. Ya sabes, estuve en el suelo por culpa de mi primer amor durante dos años y ahora que me siento mejor, preferiría abstenerme de decir o sentir cualquier cosa por él.

—Sí claro, todos preferiríamos no sufrir nunca por amor, pero así no es como funciona esto, Ji. Necesito que lo consideres bien, Jungkook no es más el idiota de 13 años que espera tus cartas los domingos.

—Y yo tampoco soy la niña tonta que ansía por ponerlas el buzón.

Hubo un silencio demasiado largo para no saber que si continuábamos probablemente pelearíamos. Así que preferí ceder esta vez, Yoongi nos amaba a los dos, pero eso no debía significar que tenía que escucharlo desvivirse por ese cabrón.
Ambos firmamos el tratado de paz antes de siquiera comenzar a gritarnos. No deberíamos de tener más roces por culpa de Jungkook.
Mi hermano me había visto derrumbada unas cuantas veces, pero Taehyung fue quien se llevó la peor parte de mi ruptura amorosa que no llegó a ser un amor completo. A él fue a quién le grite y odié cuando no sabía como lidiar conmigo misma, también fue a quien le privé el sueño para meterme en el lado derecho de su cama y sollozar en silencio. Me volví absoluta y completamente loca durante dos años. Pero Yoongi no tenía ni idea de lo difícil que fue porque sólo estaba viendo la punta del iceberg, como todo el mundo.

—Taehyung y tú deberían de venir para la cena, Hana está obsesionada con los putos postres desde el primer trimestre del embarazo y me estoy volviendo loco hablando sólo de fondant y cubiertas crocantes. Eso...y que estoy feliz de poder ver tu horrible rostro de nuevo—murmuró al final.

—¡Pero si somos idénticos!—me reí—. Sólo necesito ir a recoger a Taehyung y llevar a pasear a Tteokbokki al parque. Pero estaremos ahí antes de las 8:00 pm.

—No llegues tarde, no sabes lo difícil que es lidiar con una mujer que tiene otra mujer dentro de ella.

Yoongi se perdió detrás de la esquina nada más terminó de hablar. Seguíamos estando a la misma distancia, y sólo había estado fuera de Seúl medio año. Pero todo se sentía particularmente extraño.
No iba a poder dormir después de haber escuchado que Jungkook quería hablar de mí, había algo revolviéndome las entrañas y el alma, así que me puse las zapatillas para correr y tomé la correa de Tteokbokki.

Ni bien llegamos al parque cuando la correa se safó, el perro salió disparado de la nada. Siempre era así cuando lograba olfatear algo de comida o simplemente quería hacerlo, era algo que no había podido corregir de él, quizá porque Jimin se había encargado de mimarlo demasiado, o simplemente porque era su esencia. Así que fui detrás de él, terminó por estrellarse con alguien y no pude hacer nada más que reprenderlo con mi voz.

—¡¿Cuántas veces te he dicho que no saltes sobre las personas?!, mierda, lo siento—estiré la mano al frente para intentar apartar a Tteokbokki del rostro del hombre. Entonces escuché su risa, jamás olvidaría la tonada de felicidad que emitían las cuerdas vocales de Jungkook.

—Hola amigo—lo sujetó del collar y se levantó del suelo para mirarme como si algo le doliera. Se sacudió las piernas algo impaciente mientras intentaba buscar las palabras correctas para saludarme, pero no pude permitirme dejarlo.

—¿Te duele en algún lugar?

—No, sólo me ha tomado por sorpresa. Es todo.

—Está bien—me incliné para volver a ponerle la correa y huir lo más pronto posible de ahí.

—Regresé ayer, París es realmente hermoso pero...

—No soy tu amiga—lo interrumpí—, y tampoco quiero serlo. No me importa cuando es que volviste de tu perfecta vida en el otro continente, y mucho menos me interesa lo que tengas para decir que lo sientes o lo mal que la pasaste también. Dijiste que no debería de volver a tu vida y eso hice, por favor, haz lo mismo.

El castaño se quedó estático. No es que fuera mi turno para tratarlo mal, era mi turno para ser capaz de protegerme sin abrirle paso a los sentimientos que hundí seis metros bajo tierra con mucho esfuerzo y lágrimas.
Se veía demasiado bien para que mi corteza cerebral fuera capaz de ignorarlo, y olía todavía mejor. Con ese cabello ligeramente ondulado y el porte ancho de los hombros gracias al trabajo en el escenario, Jungkook podría tener a cualquier otra chica que no fuera yo.

—Estaba equivocado y era demasiado joven para dejarlo pasar, me rompiste el corazón más de una vez y siempre te perdoné...tendría que tener una primera vez.

—Y yo te llamé para pedir perdón por ello, todas las noches durante un mes entero. No siempre se tiene lo que quieres, si no lo que mereces.

sᴡɪɴɢ|ᴊ.ᴊᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora