diez.

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m.ji

Tenía más de dos horas tratando de acoplarme al pincel, pero parecía que me había quedado sin talento de la noche a la mañana. Lloré, grité y me fumé la mitad de los cigarrillos existentes en el mundo, pero nada, no tenía nada.
Tenía una semana quedándome en la habitación de Jimin y él en el sofá, era tan dulce y respetaba cada partícula de mi espacio personal. Joder, me encantaba. 

—Oye, oye—Taehyung me quitó la copa de la mano y se la bebió de golpe—, me parece que ya has bebido suficiente, preciosa.

—Estoy hasta el puto cuello, y no es precisamente de alcohol—me restregué las manos sobre el rostro y tomé una bocanada de aire para suspirar.

—¿Cuando vas a volver a la escuela?, es decepcionante no verte arruinándote los pulmones en el escalón del edificio—Jimin se sentó a mi lado en el suelo y me abrazó a su pecho mientras yo tomaba todo el cariño que me tenía como una ración de medicina para mi destrozado corazón. 

—Si no puedo pintar nada en una semana, probablemente tenga que olvidarme de esta mierda y buscar otro lugar—me encogí de hombros.

—Yo también tuve el bloqueo del artista. Ya pasará, despreocúpate por eso y llama a Yoongi, ha estado detrás de mí toda la semana diciéndome que si no te obligo a volver a casa, va a cortarme las bolas. Y si te soy sincero, tu hermano me asusta más que mi madre.

—Voy a volver a casa esta noche, ya lo he pensado bien...

—¿Necesitas que te acompañemos?, ya sabes por si Aera se pone a reír con ese tono nasal estresante y necesitas quien te ayude a asfixiarla—el peligris me miró lleno de complicidad y yo no pude evitar reír.

—Prefiero asesinarla yo misma, así cuando esté en prisión podré tener dos diferentes visitas conyugales—le guiñé.

—¿De donde saliste, mujer?—Taehyung se abalanzó sobre mí y empujó a Jimin para estrujarme con fuerza—; eres tan adorable—me apretó las mejillas y me besó en la cabeza con tanto amor que sentí que me iba a dar un ataque al corazón, esto definitivamente se sentía como mi infancia.

—No toques demasiado, o quien va a cortarte las bolas soy yo—Jimin estiró el pie sobre la cadera de Taehyung y lo empujó hasta el otro lado de la moqueta.

—Gracias...por estar aquí conmigo, es decir nosotros prácticamente éramos extraños y ahora todo se siente como si fuéramos una familia—junté los labios modosa tratando de no sentirme tan avergonzada.

—No estás aquí de gratis, muñeca—Jimin me guiñó—; da las gracias a la hora de la visita conyugal.

Ojalá pudiera guardar aquel momento dentro de un búnker, para que nadie lo rompiera, para que nada de lo que construí se desmoronara en segundos.
Después de guardar mis cosas y dejar que Taehyung me diera instrucciones como una madre preocupada y nostálgica, anduve a casa yo sola. Jimin me abrigó con su chaqueta y me dio un pequeño beso sobre los labios para luego mirarme desde la puerta hasta que me perdí detrás de la esquina. Igual nos veríamos más tarde para mirar las estrellas como lo habíamos estado haciendo toda la semana en aquella vieja construcción.

Empujé la llave sobre el picaporte y abrí como si nada hubiera sucedido, Yoongi se levantó de golpe del sofá y me miró lleno de rabia y preocupación al mismo tiempo. Jungkook se mantuvo neutral sosteniendo la mano de Aera quien tenía el yeso de la pierna lleno de dibujitos de colores que por supuesto sólo eran producto de alguien como el castaño.

—¿En qué mierda estabas pensando?—dio pasos largos hasta mí y lanzó cada palabra con severidad.

—Necesitaba un tiempo a solas.

sᴡɪɴɢ|ᴊ.ᴊᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora