Seguimos floreciendo

719 94 15
                                    

En el estudio, Jimin se movía sin esfuerzo por la habitación frente a las atentas miradas de su instructor y compañeros de clase. Clavó sus marcas sin ningún error, y mientras sus zapatillas golpeaban el suelo resbaladizo, estas hacían eco en la habitación. Su coreografía había sido perfeccionada. La melodía instrumental, elegida. Solo era cuestión de que sus músculos memorizaran cada paso. El sudor salía de él y le mojaba, haciendo que su camiseta se le pegara al pecho. Cuando hacía su último paso y se movía hasta quedar de rodillas, la música fue apagándose. De repente los aplausos llenaron la pequeña habitación, y Jimin sonrió poniéndose en pie. Su instructor se acercó rápidamente hasta él y le tocó el hombro.

–Bien hecho, Jimin. Y esta música... ¿Es una pieza original? – Inclinó la cabeza. –Nunca antes la había escuchado. –

–Ah. Sí. Es una pieza de un compositor de aquí llamado Min Yoongi. – Las mejillas de Jimin estaban sonrojadas mientras recuperaba el aliento. Namjoon le había dado un USB con las maquetas de Yoongi por las que puede haber suplicado. Puede.

–Es perfecta. – Asintió. –Me muero de ganas de verla en el escenario. –

Jimin se limpió la cara con una toalla y se sentó con los demás, dando las gracias mientras susurraban cumplidos en su dirección. Vio las otras actuaciones, pero su mente había abandonado la habitación. Se sentía débil. Las palabras de Namjoon seguían repitiéndose en su cabeza. No te eches a perder por completo.

Mientras no lo demostrase, estaría bien. Yoongi y él no habían vuelto a hablar desde que se puso un poco psicótico en el club. Hace como nueve semanas. Y había estado en el hospital hacía ocho. A Jimin le tocaba donar sangre otra vez, pero su actuación era al día siguiente. Cuando la siguiente persona terminó, aplaudió y sonrió amablemente intentando no ser tragado por sus pensamientos.

Después de clase, se colocó la mochila al hombro y caminó en dirección a la casa de Min Yoongi. Corrección: la casa de Seokjin, Namjoon, Hoseok y Min Yoongi. Jimin había pasado ya más tiempo con esos tres que todo el que había pasado con Yoongi. Jin había preparado los horarios alrededor de Yoongi, pero no era muy difícil. Yoongi se había aislado completamente de su casa.

Pulsando el interfono, la voz de Namjoon salió clara. –Hey, Jimin. Entra. –

Como siempre, la verja se abrió con su rutina habitual. Jimin fue guiado a una parte de la casa en la que no había estado antes por Namjoon. Todo se había estado preparando durante semanas. La puerta se abrió hacia una pequeña oficina. Jin estaba a un lado de la habitación con una camilla, jeringuillas, y bolsas de sangre vacías esperándole. El hospital se volvió inviable después de la primera vez, Jin estaba demasiado nervioso para juegos y para eliminar el rastro. Demasiado arriesgado.

– ¿Estás listo, Jimin? – Jin se giró hacia él. –De verdad...de verdad que no tienes que seguir haciendo esto. –

–Estoy listo, está bien. Quiero hacerlo. – Jimin asintió y se sentó sobre la camilla. Esterilizando el área con cuidado, Jin presionó ligeramente el hueco del codo de Jimin antes de clavar la aguja. Namjoon, que estaba mirando, se removió incómodo mientras el líquido rojo pasaba rápidamente por el fino tubo de plástico. Cuando habló, sus colmillos eran visibles.

–Lo siento. No me había dado cuenta de que tenía hambre. – Murmuró avergonzado. –Sigo sin saber cómo lo haces, hyung. –

–Años de práctica. – Dijo Jin como si hubiesen tenido esa misma conversación millones de veces. Que así había sido.

–Jimin, ¿crees que hay más...como tú? ¿Qué donarían? – Namjoon preguntó cuidadosamente.

Jimin se rio algo nervioso bajo la pesada mirada de Namjoon. –Puede. Hyung, nunca te lo había preguntado...pero... ¿Qué es lo que haces? –

~BLOOD WORK~ (YoonMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora