Tomándome mi tiempo en mi viaje

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En la calle, Hoseok, Yoongi y Jimin caminaron en dirección a casa. Realmente no era la casa de Jimin, pero había empezado a sentirse cómodo pensando en ella así. Los conocidos árboles se agitaron con la brisa veraniega, y Jimin se había acostumbrado al zumbido de las farolas. Estaban en silencio, pero no era incómodo. Los nudillos de Yoongi rozaron los de Jimin. Antes de que Jimin se pudiera disculpar y alejarse un poco para darle algo más de espacio, Yoongi agarró su mano y entrelazó sus dedos. Era un gesto simple, pero el corazón de Jimin se aceleró. Habían pasado dos meses desde que Jimin había sentido el consuelo del toque de Yoongi. Mirando de reojo, los labios de Yoongi estaban curvados en una amable sonrisa. Jimin tragó, el calor del aire de la calle era igual que el de su cara.

Hoseok metió el código al lado de la verja de hierro y caminó por delante. Yoongi puso a Jimin a su lado, y atravesaron la entrada hasta el vestíbulo. Al principio, Jimin se había sentido intimidado por la estoica perfección de cada pieza de arte y decoración, pero de alguna forma la sensación de la casa había cambiado. Jin y Namjoon le habían hablado de algunas de las piezas. Dónde la habían conseguido, qué pensaron cuando la consiguieron, cómo habían discutido por dónde ponerla. Ahora Jimin solo podía sonreír conociendo sus pequeñas historias. Hoseok le pilló riéndose y le sonrió.

–Por el héroe conquistador. – Dijo Hoseok, yendo hacia la cocina y encendiendo las luces. Los dos le siguieron por detrás, y Jimin parpadeó sorprendido. Ahí en la mesa de la cocina había una botella de champán de aspecto muy caro y tres copas.

–Esto es... ¿Es para mí? – Jimin se sonrojó avergonzado, abrazando más el ramo de Taehyung.

–No. Hoseok y yo siempre bebemos Moet los miércoles. – Yoongi dijo secamente. – Miércoles de vino. –

Hoseok se rio y cogió la botella, desenroscando la pequeña jaula de metal que mantenía en su sitio el corcho. Tranquilamente deslizó el pulgar debajo del corcho y apuntó por las ventanas, empujándolo hasta que salió volando. Enarcó las cejas animadamente y llenó cada copa, entregando una a Jimin y a Yoongi.

–Pero...vosotros no podéis—

–Sí, sí. No seas un aguafiestas, Jiminie. – Dijo Hoseok avisándole con una sonrisa. –Vamos a hacer un brindis. –

Miró a Yoongi que cambió su peso de pie y se aclaró la garganta, evitando momentáneamente el contacto visual antes de levantar la copa.

–Por Park Jimin. – Yoongi fijó la mirada en la de Jimin. –Una increíblemente perfecta primera actuación junto a una increíblemente perfecta composición musical. –

–Chin-chin. – Hoseok guiñó el ojo a Jimin, chocando sus copas antes de bebérsela de un solo trago.

Yoongi dio un sorbo, entrecerrando los ojos hacia Jimin. Esos ojos oscuros parecían adentrarse en el interior de Jimin, cogiendo la sensación de paz que tenía y dándole la vuelta. Jimin no podía decidir si eso era algo bueno o malo y le sonrió nervioso. Sus labios tocaron el borde, y el gas y las burbujas entraron suavemente. Con casi todo el alcohol que había tomado, siempre había una sensación de ardor. Con esto, un ligero calor irradiaba desde su interior y hacía que su piel hormigueara. Los tres se dirigieron a la sala de música desde la cocina, y Hoseok conectó el equipo de música. Jimin dejó con cuidado el aún fresco ramo de flores encima del piano cerrado, quitando unos pocos pétalos azules que habían caído sin hacer ruido.

– ¿Por qué a los vampiros les gusta beber? – Jimin preguntó, exhalando lentamente. Su pregunta se quedó en el aire.

–Por lo mismo que lo hace todo el mundo. Para olvidar. Para dejar de sentir. – Yoongi respondió, mirando la copa.

~BLOOD WORK~ (YoonMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora