Pero todos somos estrellas perdidas

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–Deja de hacer eso. – Yoongi miró a Jimin desde el asiento del conductor. Había cogido prestado el descapotable de Hoseok para esa noche, y los dos estaban saliendo de Seoul. Jimin se hundió y presionó el botón de encendido, apagando su teléfono y metiéndolo en su mochila. Los mensajes que había enviado a Jungkook seguían sin ser leídos.

–Lo sé, lo sé. – Jimin resopló.

–Esa es exactamente la razón por la que nos vamos. – Los ojos de Yoongi estaban fijos en la carretera, pero se erizó. –No puedo creer que te metiera un puñetazo. La única razón por la que no voy al campus a darle una paliza es porque me lo has pedido. –

–Sí, ya lo has dicho. – Jimin suspiró, su pómulo marcado por un ligero morado. –Como cinco veces. –

–Lo diré cinco veces más. – Yoongi estaba frunciendo el ceño. –Nadie toca a mí Jiminie. –

–Creo que eso lo has dicho diez veces. – Jimin se sonrojó.

–Lo diré cien veces más. – La voz de Yoongi era baja. –Y se supone que yo soy el peligroso. –

Clavando las uñas en el cinturón, se quedó mirando la mochila a sus pies. Estaba luchando con toda su fuerza de voluntad contra la necesidad de sacar el teléfono. ¿Pero y si Jungkook le había respondido? ¿Qué diría? Ahora había un puto video viral. Ahora todo el mundo en el campus hablaba de Jungkook y él y de vampiros. Y oh, dios, ¿en qué se había metido? ¿Y qué pasaba con Taehyung?

Con un pesado suspiro, Jimin se estiró hacia la radio. – ¿Qué tal algo de música? –

–Claro. – La cara de Yoongi se suavizó. –No sé qué es lo que tiene Hoseok. –

Jimin pulsó un botón, y algo de EDM empezó a sonar. Normalmente a Jimin le encantaría, pero no encajaba con el ambiente. Trasteó un rato hasta que algo más lento llenó el aire a su alrededor.

–Entonces, ¿cómo es el sitio? – Jimin se pasó los dedos por el pelo. Un hábito.

–Ya lo verás. – Una sonrisa afectuosa apareció en la cara de Yoongi, su ira se disipó. –Pero es un lugar un tanto especial para mí. –

En realidad no estaba tan lejos de la ciudad. Era gracioso, Jimin estaba tan rodeado por los altos edificios y por las hordas de gente en las calles de Seoul que nunca se había dado verdadera cuenta de que el campo estaba tan cerca. No parecía que hubiese pasado nada de tiempo cuando el coche se detuvo, pero Jimin había empezado a sentir que ese era el efecto que Yoongi tenía. El tiempo parecía desaparecer.

Cuando salió del coche, estaba tan oscuro que apenas podía ver nada frente a él. Con las puertas cerradas y las luces apagadas, Jimin se tropezó con lo que parecía hierba y rocas. Un brazo conocido rodeó su cintura, cogiéndole.

–Ah, lo siento. Lo olvidé. – La voz de Yoongi venía de detrás de su hombro. –No puedes ver nada aquí fuera. –

Sus fríos y delgados dedos se deslizaron por el interior de su brazo desnudo, haciendo que Jimin temblase. Entrelazó sus dedos y tiró de él, guiándole a través de la oscuridad. El camino era duro, pero Yoongi parecía tener memorizado cada paso. Tenía mucho cuidado con Jimin y poco después de atravesar la hierba llegaron a algún tipo de campo vacío. Los ojos de Jimin se habían ajustado, pero no parecía haber nada en absoluto. ¿Qué era tan especial de un campo vacío?

Con unos pasos más, Jimin pudo ver lo que parecía un pequeño círculo de rocas con una hoguera ya preparada. Había un sofá destrozado, latas de cerveza y basura al azar tirada por todos lados. Una tienda de campaña ya estaba preparada, y un saco de dormir grande estaba fuera.

~BLOOD WORK~ (YoonMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora